La primera imagen que, generalmente asociamos a Galicia, es la de su vegetación verde, verde exuberante, verde en invierno o en verano, en definitiva, una explosión sinfónica de verdes. Después vienen a nuestra memoria las rías, las Rías Bajas, con sus paisajes idílicos y, para los más conocedores las Altas, bravas y escarpadas. Sin embargo, se habla poco de la existencia de los jardines gallegos, que son singulares, tanto por su diseño como por las especies que atesoran, el clima benigno, que permite esa explosión de verdes. También hace que se aclimaten todo tipo de especies, a la vez que supone que el mantenimiento y creación de jardines sea más complicado de lo que pueda parecer. Andropizar la naturaleza, para crear espacios diseñados y posteriormente controlados, exige, con esta climatología, innumerables esfuerzos, la lucha contra hierbajos y pequeñas especies autóctonas que invaden carreras y parterres convierten el mantenimiento de un jardín gallego en una lucha constante que requiere una buena dosis de amor y una fuerte inversión.
Los primeros jardines concebidos como tales fueron los de los pazos, un pequeño ramillete de grandes proporciones, entre los que destacan el pazo de Oca o el de Castrelos, como señaló J. A. Martín Curty. La gran mayoría de los jardines pacegos, consistentes en espacios más bien pequeños, cerrados, fueron iniciados en el siglo XVIII y marcada influencia francesa. A fines del siglo XIX, y sobre todo en el primer tercio del siglo XX, estos jardines empiezan a introducir perspectivas abiertas, ya sea en los viejos pazos o en los jardines de nueva creación, las villas desarrolladas por la naciente burguesía, o las quintas, construidas por los indianos que, después de hacerse una sólida posición económica en América, volvían deseosos de transmitir a sus paisanos su triunfo y de compartir con ellos lo que habían aprendido en sus viajes.
En estos jardines, que al igual que las viviendas también representaban un signo de poder de sus propietarios, solían convivir especies autóctonas, especies exóticas procedentes de América y especies raras o poco conocidas en aquella época que generalmente adquirían en prestigiosos viveros europeos. Ejemplo destacado de este tipo de jardines, que compartían la función de transmitir la posición y conocimientos adquiridos por sus propietarios, es el jardín de Valdeameno (Villa Julia), un espacio más bien pequeño, que conserva unas 70 especies vegetales, entre las que hay ejemplares autóctonos como el tejo; especies de procedencia americana, como una majestuosa pareja de palmeras y árboles raros en la Galicia de aquella época como el pinsapo, adquirido en Andalucía, o tres extraordinarios magnolios de Soulange, adquiridos en Francia por el propietario de la finca, don Clemente Pardo, indiano notablemente enriquecido en Brasil y ansioso de conocer y dar a conocer las novedades que se ponían a su alcance.
El espacio se organiza en dos grandes salones, el situado al sur se articula como jardín cerrado con viejos y singulares camelios y presidido por una pareja de palmeras que enmarcan una reinterpretación de sabor racionalista (no hay que olvidar que estamos en 1920) de la tradicional galería gallega. El espacio norte es de tradición británica, jugando con fugas, limitadas por el espacio existente en el que acoge diferentes especies notables, entre las que destaca una higuera bicentenaria de singular forma redondeada. Sin duda el espacio paisajístico más relevante es el paseo principal que, de norte a sur, une el jardín abierto, incluyendo una pérgola con viñas del país y conectando con la fachada principal que tiene una imponente torre-mirador hasta llegar al fin del jardín cerrado y de la finca. Para ordenar este espacio se utilizaron los magnolios de Soulange, situando dos al comienzo, en su margen derecho, y uno cerrando el paseo en su margen izquierdo. Esta formación de tres ejemplares centenarios, que tanto en su altura como en su diámetro de copa superan los 10 metros, componen un paseo único en Galicia. La presencia de estos ejemplares siempre es destacada, especialmente en febrero, momento de una explosiva y vistosa floración, también en verano, que con su frondosa hoja son cobijo ideal para protegerse del sol y en invierno, en que sus troncos rugosos y desnudos parecen esculturas abstractas.
Celebramos que estos centenarios ejemplares hayan sobrevivido a tantos avatares pues son un orgullo para los jardines gallegos y un brillante recuerdo a la importante labor que los indianos hicieron por Galicia.
Xabier Lois Domínguez Bahamonde es un amante de los libros, de la historia de la estética y de la filosofía de la historia, que confía en los recursos de la razón, pero sin dejar nunca de lado la naturaleza y sus saberes.
La redacción de fronterad recibió, además de este artículo sobre los magnolios de Soulange, esta petición:
Se trata de enviar un correo a magnoliosoulangevaldeameno@gmail.com
Serán remitidos a la Consellería de Medioambiente de Galicia, para que formen parte del expediente de información pública de esta catalogación. He aquí un posible modelo de carta, que cada corresponsal puede adaptar a su gusto:
Consellería de Medioambiente. Xunta de Galicia. Santiago de Compostela. Galicia
Conocedor de los valores paisajísticos e históricos de la Quinta Valdeameno (Guisamo-Bergondo), apoyo la inclusión en el Catálogo Galego de Árbores Senlleiras, como Formación Senlleira, de los tres Magnolios Soulangeanos centenarios, que articulan el paseo principal del conjunto de sus jardines. Destacando, entre otros valores, su edad, su porte y la singularidad de su floración.
Nombre, profesión/cargo/lo que sea menester.
En este archivo van las citas más destacadas de los informes en los que se apoyó la solicitud.
Citas más destacadas de los informes
1. En la finca de Valdeameno crecen tres Magnolios Chinos centenarios y espectaculares (…) a nuestro juicio son merecedores de ser incluidos los tres como una “formación senlleira”. El catálogo actual no incluye ningún ejemplar de Magnolia x Soulangeana (…) (estos) ejemplares (…) se encuentran entre los más antiguos de Galicia. La finca Valdeameno es bien catalogado (…) como conjunto singular compuesto por edificios y jardines, en el apartado de “Pazos y Edificios Civiles”.
Los Magnolios Chinos de Valdeameno ornamentan un paseo de graba en el límite oeste de la propiedad, formando parte, junto con otros árboles, una pérgola y la torre del edificio central, de un gran valor paisajístico. El porte (…) es majestuoso y monumental y su floración espectacular. Son ejemplares sobresalientes de gran desarrollo para este taxón y de bello porte que, a juicio de este informante, merecerían estar catalogados y protegidos.
Antonio Rigueiro Rodríguez es ingeniero de Montes y catedrático de la Universidad de Santiago de Compostela.
2.Valdeameno representa uno de los símbolos de mayor proyección histórico- arquitectónica del Ayuntamiento de Bergondo. Clemente Pardo (su primer propietario) emprende un viaje por diferentes europeos (y) compra buena parte de los árboles que (..) ya tiene destinados para la composición de su villa herculina.
La casa principal (tiene) una torre-mirador que se levanta en la fachada principal y cuenta con una pérgola, única en la comarca y un intrincado juego de escaleras que (…) anuncian la llegada del Art-decó. El jardín de Valdeameno (manifiesta un) gusto por el exotismo, de corte orientalizante (…) que mezcla flora local (…) con la adquirida en la década de los años 10 del siglo XX en distintos viveros europeos.
Si Valdeameno, en buena lógica está inventariado como uno de los edificios más singulares del patrimonio bergondés -en consecuencia de Galicia- el jardín de Valdeameno destaca con igual fuerza en el ámbito de los espacios naturales protegidos, en él, además de numerosas especies de distinta índole, residen tres ejemplares de Magnolio Soulangeano dispuestos en el corredor principal del vergel, que, además de monumentalidad, representan una formación y un conjunto único en su tipología en toda Galicia (…) a través de su intensa y abundante floración y la calidez y el brillo del color tonificada por el blanco, el carmesí y el color rosa, que destaca en su estado de apogeo.
Pardo de Neyra es doctor en Filología Gallega por la Universidad de Santiago de Compostela. doctor en Historia Contemporánea por la Universidad de Santiago de Compostela, doctor Europeo en Didáctica de la Lengua y Literatura por la Universidad de Valencia y profesor titular de la Universidad de La Coruña.
3.Los promotores de estas villas pusieron especial énfasis en rodearlas de un entorno paisajístico, que incluían trazados de jardinería de gran belleza en los que se situaban especies autóctonas y árboles exóticos. (…) como es el caso de los tres magníficos ejemplares de Magnolios Soulangeanos (híbrido francés de reciente creación y desconocido en aquel momento en Galicia), que hoy lucen, centenarios, en Valdeameno. (El) conjunto de escaleras establece una especial relación con la interesante pérgola y sus escaleras, que sirven para articular la misma con el resto del jardín y la fachada principal, a la vez que juegan visualmente con el Pinsapo, Magnolios x Soulangeanos y demás elementos vegetales que conforman el frente de la finca.
Jesús Aser Fole de Navia Osorio es arquitecto superior.
4.El palacete de estilo ecléctico y sensible inspiración italiana, con diversos elementos historicistas de gran valor por su estilo y modernidad, se levanta en medio de un bellísimo jardín inglés, con su trazado original en el que pueden admirarse numerosos ejemplares centenarios de magnolios, palmeras, pinsapo, sicomoros, tejos, de extraordinario valor ambiental, patrimonial y botánico. Este singular panorama paisajístico se organiza a partir del bello paseo que desde el portalón de entrada lo atraviesa de norte a sur, hasta llegar a la puerta principal del edificio y en cuya fachada destaca la torre-mirador que da a la misma vía exterior de comunicación. Este espacio está articulado por una hermosa pérgola que establece un elegante y sutil juego entre dicha fachada y las centenarias especies vegetales que la circundan, especialmente los Magnolios Soulangeanos y el Pinsapo. El elemento más impactante visualmente de este paseo son los tres ejemplares de Magnolio Soulangeano, absolutamente excepcionales por su imponente porte y bellísimas flores. Se trata de tres individuos monumentales entre los que destaca el Magnolio central por su porte y volumen, con copa de más de 12 metros que invade con audacia los caminos del amplio jardín y entra en plástica combinación con los otros dos ejemplares coetáneos y de similar porte majestuoso. El margen derecho del paseo que discurre a lo largo de todo el jardín culmina en el tercer ejemplar para cerrar visualmente un recorrido exótico de gran singularidad. Los actuales propietarios de Valdeameno (…) conservan con mimo y esfuerzo este valioso conjunto arquitectónico y paisajístico que, gracias a su extraordinaria labor de mecenazgo, se ha convertido en uno de los centros intelectuales y artísticos más importantes de la Comunidad Autónoma Gallega.
José María Paz Gago es catedrático de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada y vicepresidente de la International Association for Semiotic Studies (IASS/AIS).