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Maldad y bananerismo en Guinea Ecuatorial

Parece que este título, o uno similar, ya ha sido utilizado por un servidor para encabezar las reflexiones en torno a la realidad guineoecuatorial. Si se confirma, entonces sería la prueba de que desde muchos años estamos en el mismo sitio.

La insistencia con la que miramos los asuntos en los que estamos desde hace varios años nos permite descubrir algunas verdades sobre el país:

La suerte de Guinea, compartible con otros países africanos, es que la población no luchó por la independencia, sino que, por si acaso, la deseó vagamente, influida por demagogos de tres al cuarto. Y eso fue porque ni conocía sus implicaciones, además de que carecía de instrumentos para neutralizar los efectos de la colonización, o directamente a los colonizadores. Esta verdad que podrá ser conjetura se asienta cuando se sigue la trayectoria sociopolítica del país, ya que nadie que hubiera luchado por la independencia hubiera consentido que unos analfabetos y desalmados se apropiaran del país desde 1968. Si hubiera habido gente que luchó de verdad, y al margen de la purga que llevó a cabo el mismo Macías, ayudado por un oscuro sobrino, la población se hubiera levantado y hubiera dado un severísimo escarmiento a estos malvados y hoy Obiang sería historia.

Saltamos muchos pozos, o posos de años y nos plantamos en el año del Señor de 2022. ¿Saben de qué hablan ahora en Guinea? De que la gente se tiene que censar para participar en las “elecciones” que tendrán lugar cuando lo decida Constancia Mangue, a la sazón la primera mujer de Teodoro Obiang. Hasta ahora los políticos en plaza han estado hablando de censo biométrico y otras memeces hasta que se cansaron y ahora piden que la gente se cense simplemente. Lo de biométrico quizá sea en la próxima ocasión. ¿Pero por qué cesaron sus exigencias sobre lo imprescindible? Pues porque la cuestión era dar que hablar, o hacer como si se preocuparan por algo serio. La misma realidad es que es innegable que carece de importancia la introducción de un censo biométrico si los que son dueños de las palabras llevan cuarenta años en el poder, asaltando al pueblo de manera descarada. Además, salga cualquiera a la calle y pregunte a cualquier mamá, o papá prematuro o asentado, si sabe lo que piden con un censo biométrico. Nadie sabría.

¿Por qué insisten en algo que no solamente saben que no se implementará, sino que carece de importancia en la dinámica política que nos espera? Por dos razones: La primera es hacer ruido para que se sepa que están. Es lo primordial. La segunda es porque si existiera la ciudadanía guineana, de lo que se debería estar hablando es de la conjura para que el poder que ahora ejerce Constancia a través de su marido Obiang no sea traspasado oficialmente a Nguema, este hombre joven y vividor que ya tiene una cuota grande de poder y del que nunca diremos que nos salvó de la dictadura de nadie, como lo hace su padre, ante el silencio de los ladrones que sí empuñaron un arma el día 3 de agosto de 1979.

¿Y quiénes son los políticos que han llevado la cuestión de las libertades a su arena? Pues por un lado están los que siempre han dicho sí a Obiang, los que reciben prebendas cuando terminan las fiestas del escrutinio en casa del ministro de interior; más lejos están los que creían que lo importante era decir no, pero ahora dicen que sí por lo que dijimos arriba; estos fueron llamados por el régimen “oposición radical”. Luego algo alejado está Gabriel Nse, un hombre llamado por sus convicciones interiores a ser presidente como sea, pero que sabe que esto de las elecciones es una mentira, pero quiere participar para rascar algo. Está, además, imbuido de ideas neocristianas, estas que hacen furor en las capas ignorantes del África contemporánea. Hablamos de Dios y de cómo mueve las cabezas de los negroafricanos. Al llegar aquí tenemos que mencionar la historia de Rubén Maye, ya ungido por el Altísimo, habiendo olvidado de cuando ejercía de ministro de Teodoro.

Este Rubén Mayé fue el que estuvo a punto de hacernos romper la caja torácica porque, tomando la palabra en una charla de un cuñadito suyo llamado Sergio, dijo que el petróleo de Guinea existe gracias a que Teodoro Obiang, viendo que lo había en los países vecinos, se puso a rezar para que también lo hubiera en Guinea, y el Altísimo le concedió aquella gracia. Ejercía de ministro en aquellos años y Milagrosa Nchama, que es sevillana, es testigo de aquel hecho desternillante y llamativo. Bueno, ahora no sabemos qué le dio con las cuestiones de Dios y dice que es profeta, que el país va mal y por esto está encarcelado. ¿Alguien cree que podemos hacer algo por él, teniendo por valedor al Dios mismo?

Con todo lo dicho, y mirando que incluso ha habido gente que se ha declarado independiente, creemos que lo que se necesita en Guinea es gente que se dé cuenta de lo que pasa y esté dispuesta a luchar hasta que se muera el último, con tal de sacudirnos, si no nos morimos todos, la vida miserable impuesta por los dueños del poder; así de rotundo y dramático. No hay más. Como nadie quiere ponerse delante para tomar esta vía, nos quieren llenar los oídos con estupideces técnicas, a sabiendas de que es probable que, realizado el escrutinio, Teodoro invista a su vástago predilecto alegando incapacidad. Y esto está escrito en la constitución que la oposición radical ayudó a reformar. Así estamos.

Barcelona, 13 de agosto de 2022

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