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Mientras tantoMamá, tengo miedo

Mamá, tengo miedo


Hace unos días me contaba una amiga que su hijo de tres años le despertó en mitad de la noche. Apareció en su habitación y dijo: necesito un adulto. ¿Un adulto?, ¿para qué necesitas un adulto?, respondió. Necesito un adulto, repitió. Cuando iban juntos por el pasillo, hacia el cuarto del niño, dijo: acabo de tener una pesadilla. Tengo miedo.

El miedo produce cambios en el cuerpo: aumenta la presión arterial, la glucosa en sangre y la actividad cerebral. El miedo hace muchas más cosas. El miedo hace que te cagues en los pantalones y también es adictivo. La expresión sonora del miedo es el grito. Gritar libera tensiones (algo que no viene nada mal en los tiempos que corren). El miedo va acompañado de la sorpresa. Hay muchos adictos a las sorpresas. Cada uno tiene miedos particulares, por eso es difícil dedicarse al miedo. Es raro, pero hay gente que se dedica al miedo. Es complicado dedicarse al miedo. El miedo es incontrolable. Hay gente que se dedica al miedo y sale airosa en la tarea. Corta dos orejas y el rabo. Les aviso. Mucho miedo es igual a terror. Si no quieren pasar terror será mejor que no vayan a ver El coleccionista del Mal, nuevo proyecto de Creaciones Interactivas. Es adictivo. Y se estrena este jueves.

 

No es fácil innovar en una cartelera como la madrileña que ofrece cientos de posibilidades. Creaciones Interactivas lo ha conseguido. Ha ideado una nueva forma de ocio en Madrid para los amantes del miedo en vivo y la magia. Y no son nuevos en estas lides, vienen avalados por sus dos creaciones anteriores La pensión maldita y El psicópata. Los espectáculos de Creaciones Interactivas están recubiertos por el aura del misterio, no se sabe dónde se llevarán a cabo, solo te enteras cuando reservas tu entrada. Tan sólo quince son los elegidos. Quedan pocos días libres. Los escenarios son reales y se establece una original relación con el público que entra a formar parte de la historia convirtiéndose en uno de los protagonistas principales. El coleccionista del Mal no es un pasaje del terror; es teatro que hunde sus raíces en manifestaciones teatrales como el gran guiñol, capaz de seducir a los más exquisitos espectadores del París de principios del siglo veinte.

Hay que echarle agallas. Pero si quieren volver a sentirse como un niño que se despierta en mitad de la noche, yo que ustedes, no me lo perdería.

Antonio García

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