La palabra okupación parece estar en boca de la mayoría de los jóvenes. Inspira libertad, rebeldía, cultura popular, creatividad… pero, ¿es un movimiento radical? La Real Academia de la Lengua (RAE) piensa que sí, y ya ha admitido entre su amplio repertorio del vocabulario español las palabras okupa y okupar. Así, con k.
Sin embargo, este movimiento no es nada nuevo en España, sino anterior a la Guerra Civil. Los inicios de la ocupación los podemos situar en los llamados Ateneos Libertarios. Se trataba de asociaciones comunales que fueron impulsados por los sindicatos CNT y UGT, junto con diversas colectivizaciones y Casas del Pueblo, más conocidas en España como “centros obreros”. Eran de ideología socialista y dieron lugar al llamado “obrero consciente”. Estos ateneos se situaron en nuestro país como un centro de ayuda mutua, alfabetización, como fuente de actividad cultural y de debate acerca de las ideas anarquistas.
Con la llegada de la dictadura franquista el movimiento libertario fue aplastado y sus componentes perseguidos. A pesar de ello, este no sería su fin. Resurgieron tras la muerte de Franco con una generación de gente joven que buscó recuperar los edificios que habían sido expropiados. Aunque ahora puestos a nombre de la Falange, habían pertenecido a la CNT antes de la dictadura. Por ello, estos jóvenes vieron legítimo ocuparlos. Los centros que resurgieron en este momento fueron el precedente de los colectivos sociales ocupados que surgen en los años 80.
En 1985 en Lavapiés (Madrid) aparecerá en el vocabulario popular la palabra okupa con k. Será concretamente en la Calle del Amparo, número 85, donde las raíces del movimiento tornarán hacia un discurso crítico sobre la sociedad del momento que estaba dejando sin voz a los movimientos sociales. Fue la primera vez que un centro social en Madrid se organizaba de manera autogestionada y asamblearia, apuntando en sus bases el anticapitalismo, el apoyo mutuo y la solidaridad. Desde sus inicios, la ocupación se había dado como solución a la necesidad de viviendas asequibles y como forma de denunciar la especulación inmobiliaria. Sin embargo, en estos años el concepto tornó también hacia temas políticos y culturales.
A pesar de que esta okupación dura 10 días, Amparo sirvió para que estas ideas se propagaran, no solo por la ciudad de Madrid, sino por el resto del país. Los ideales del número 83 de esta calle han llegado hasta hoy día, pero la gran diferencia es que las experiencias okupas se han elevado tanto que el poder ya no es capaz de reprimirlas todas.
A lo largo del tiempo, estas ideas reivindicativas se han ido formalizando en diferentes propuestas, entre ellas la de RAIS Fundación, entidad de iniciativa social, no lucrativa e independiente, cuyo lema es Housing First. Con estas palabras, consideran que lo importante para alguien sin ningún tipo de recurso es en primera instancia proporcionarle un hogar para más tarde ayudarle en el resto de aspectos que pueda necesitar.
No solo existen iniciativas independientes, ya que, en el año 2015 la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, puso en marcha un proyecto llevado a cabo por la Empresa Municipal de la Vivienda y Suelo (EMVS) y que había sido eliminado por la anterior alcaldesa, Ana Botella, en el que se promueve la construcción de vivienda pública y la compra de pisos destinados al alquiler social para mujeres maltratadas, hogares monoparentales, afectados por el desahucio y ciudadanos en riesgo de exclusión social, entre otros.
Esta ha sido una de las respuestas que desde el poder se han dado a parte de este movimiento, aunque ha habido otras de signo contrario, como los desalojos a manos de la policía o la reforma del Código Penal en el verano del 2015, por la cual, la usurpación –que es el delito que conlleva la okupación– pasó a ser considerada delito leve, acortándose los plazos y las garantías de los acusados.
Es complicado establecer si se puede okupar o no. Muchas quejas de los vecinos nacen de esta polémica: de abril a mayo del 2015 se recibieron cerca de 800 denuncias telefónicas de vecinos de Madrid. La delegada del Gobierno en esta ciudad, Concepción Dancausa, ha añadido que esto es “una fuente de tensión e inseguridad para los vecinos afectados porque las viviendas ocupadas se convierten en focos de delincuencia por la actuación de las mafias”. Sin embargo, lo que ella criminaliza, es algo que el Partido Popular ya hizo en numerosas ocasiones. Entre ellas la cesión del Campo de la Cebada en 2011 por el ex alcalde del PP, Alberto Ruiz Gallardón. Tras la demolición de la piscina municipal de La Latina y sin concurso público, se cedió la gestión del espacio a la FRAMV (Federación Regional de Asociaciones de Vecinos), que a su vez la delegó en la Asociación de Vecinos de Centro-La Latina. Después de cinco años, El Campo de la Cebada se ha convertido en un referente cultural muy activo en el barrio.
Retengamos estos datos y la opinión de Dancausa para apuntar también que durante los últimos años se ha producido el drama de los desahucios, y que, junto con la gran crisis económica del país, ha provocado que la población en riesgo de pobreza y exclusión social sea en el año 2015 de un 22,1%, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE).
No son solo los datos los que advierten de esta desigualdad, sino que el problema se puede ver en todas las áreas de la sociedad. Incluso en los parques y soportales que por la noche albergan una multitud de gente con colchones viejos y mantas deshilachadas o en el metro que cada vez acoge a más mendigos.
No se está acatando ni la propia Constitución, que en su artículo 47 establece que “todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada (…)”.
Luis Ayala, catedrático de Economía Aplicada en la Universidad Juan Carlos I de Madrid, explica a través del índice Gini, coeficiente que informa sobre la concentración de renta de un país, que, “la recuperación económica se está saldando con una mayor desigualdad”. Según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo en Europa (OCDE), España en 2012 tenía un índice del 0,34, por encima de la media del organismo que se sitúa en 0,32. “Ya nos temíamos que la resaca de la crisis iba a ser grande en términos de fractura social”, apunta el economista.
Los espacios okupados como fuente de recursos culturales también se han multiplicado en los últimos años, no solo en cantidad, sino en la repercusión que están teniendo en la sociedad. Sobre todo entre los más jóvenes que los encuentran como un punto de encuentro donde compartir experiencias y proponer iniciativas. Ejemplos de ellos en Madrid, son la Tabacalera de Embajadores (espacio cedido por el Ayuntamiento), La Casa del Barrio de Carabanchel, Local Anarquista Magdalena, Centro Social la Piluka o La Morada en Chamberí, cuyo desalojo en abril del año pasado causó gran conmoción y desencadenó episodios muy tensos.
Todos estos centros tienen páginas webs y organizan continuamente actividades culturales de cine, filosofía, clases de baile, teatro… Acoge a todo el que se muestre interesado.
La okupación ha perseguido distintos fines que a lo largo del tiempo se han ido diferenciando: desde un lugar para las mafias hasta una manera de supervivencia o de ayuda mutua entre barrios. Así, Manuela Carmena ha decidido responder a estas actuaciones ciudadanas apoyando las okupaciones que se dan por necesidad: “La utilización de edificios en desuso no es una ocupación como tal”, apunta la alcaldesa, aunque también indica que la okupación de la propiedad de otras personas “no es legítima”, pero, “más importante que castigarla, hay que buscar las razones y las alternativas”. Además, se está elaborando un inventario de espacios para cederlos a diferentes colectivos y que puedan desarrollar sus actividades sin el impedimento legal.
Veremos si esto es una solución viable o un trámite burocrático que elimina la esencia de la okupación, descrita por el Centro la Enredadera de Tetuán como “una herramienta para el cambio social, una manera de tomar las riendas de nuestras vidas, sin intermediarios: desde nosotrxs y para nosotrxas”.
Lucía Anabitarte es estudiante de Periodismo y encargada de las redes sociales de FronteraD, donde ha publicado El armario de Narnia, abierto de par en par con la globalización y Debemos, pero ¿Podemos? A cinco años del 15M.