
Julia seguía convaleciente (os lo juro, yo no tuve nada que ver), y esa tarde le tocaba entrevista con Aitana Sar, la directora de Murmullo, la segunda entrega del Tríptico de la Vida, que la Cuarta Pared estrenaba como celebración de su 40 aniversario. Madre mía, 40 años son una barbaridad…
AITANA.- Es la primera vez que me entrevista un avestruz.
MANOLI.- Me lo dicen muy a menudo.
AITANA.- No lo dudo.
MANOLI.- ¿Qué pensaste cuando Cuarta Pared te hizo este encargo?
AITANA.- Me hizo muchísima ilusión, porque llevo mucho tiempo ligada a Cuarta Pared, entré con 19 y desde entonces no he salido más que un año y medio, así que, imagínate, tengo 35…
MANOLI.- Cuando naciste, la Cuarta Pared ya existía.
AITANA.- Ah, pues sí.
MANOLI.- Yo también, solo tengo 17 añitos, pero me conservo fenomenal.
AITANA.- Ya veo.
MANOLI.- Yo creo que 40 años son una barbaridad…
AITANA.- En el contexto del aniversario, el encargo me parecía un orgullo y una responsabilidad. Además, Javier estaba confiando en mí para que formara parte del tríptico, y eso me puso muy contenta. Luego, cuando nos dio el punto de partida, me dije ‘a ver cómo concretamos esto ahora’. Era un tema muy abierto, pero él nos dio un punto de vista muy personal y eso hizo que yo también me pusiera personal y tratara de dejar que esas preguntas me atravesaran, para ser honesta y contestar desde mi verdad, aunque eso me cueste y me de vergüenza a veces…
MANOLI.- Las preguntas a las que te refieres las tengo anotadas: “¿Cómo se aprende a vivir? ¿Cómo afrontamos los fracasos y las alegrías? ¿Qué sucede cuando tenemos que elegir?”
AITANA.- Justo, esas.
Murmullo – foto de La Megías
MANOLI.- ¿Y cómo entra en la ecuación Miguel Valentín, que firma la dramaturgia?
AITANA.- Él y yo somos amigos desde hace muchos años, fuimos compañeros de promoción y le admiro muchísimo, me gusta mucho cómo escribe y cómo piensa. Además, los dos estudiamos dirección con Carlos Tuñón, y sentía que usábamos el mismo lenguaje. Yo le había hablado hacía años del cuento El lenguaje de los pájaros, y en cuanto empecé a tirar del hilo por ahí, me dije que tenía que ser Miguel el dramaturgo, porque con él tengo la suficiente confianza para abrirme en canal y hablar desde la honestidad y la verdad, lo iba a entender, y también él se sentía conectado con el cuento. No podía llamar a otra persona para este proyecto.
MANOLI.- ¿Cómo ha sido el proceso entonces?
AITANA.- Parto de El lenguaje de los pájaros, un cuento persa del siglo XII de Farid al Din Attar, bellísimo, que encontré en una versión ilustrada del autor Peter Sis (con el nombre de El coloquio de los pájaros). Es un cuento que me ha acompañado siempre en momentos vitales, y leerlo siempre me ha consolado. Es muy existencialista y creo que nunca he llegado a comprenderlo del todo, y eso me gusta. Parto de eso y decido que quiero trabajar con la idea de encontrar al otro, de que el otro me ayude a superar este viaje que hacen los pájaros como viaje de la vida, pensando en la pregunta de a qué nos aferramos para seguir viviendo, un poco como en qué tenemos fe nosotros (sacando un poco de la ecuación a la religión). Llego a Miguel con el texto y las preguntas y le hablo también de que para mí hay algo muy importante que tiene que ver con el otro, con la celebración. Para mí, eso es la vida, hacer una sobremesa con mis amigos es lo que me ancla a la vida. Ahí entra el concepto de la sobremesa y de celebración, y de trabajar el dolor y la alegría. Y me hice una pregunta, ‘si mi pieza fuera un recuerdo, ¿cuál sería?’. Y me acordé, esto lo cuento siempre, que cuando murió mi padre estuve en el velatorio y al llegar a casa de un amigo, nos reímos hasta llorar de la risa, y eso me parecía una contradicción muy vital. Fue Miguel el que me dijo ‘yo creo que tú quieres hablar del duelo y de la vida vista desde la muerte’. Y ahí empezamos a componer todo lo que sucedía y a pensar cómo convivía una sobremesa con un cuento, y qué les pasaba a estos personajes con el cuento.
MANOLI.- ¿Los intérpretes entonces han trabajado a partir de propuestas de texto de Miguel, pero no a partir de un texto fijado?
AITANA.- Empezamos con un laboratorio, hicimos seis sesiones con ellos, a las que llegamos Miguel y yo con anclajes. Creo que solo había dos páginas de texto, con la propuesta, con el viaje. Les hicimos leer el cuento y les propusimos una serie de situaciones para hacer improvisaciones. Recogimos mucho material, Miguel hizo un trabajo extraordinario, y de ahí salió mucho del texto, sobre todo de la parte de la sobremesa, porque queríamos conseguir algo que fuera como una improvisación, no queríamos una sobremesa construida, sino el alma de una verdadera sobremesa, eso era difícil construirlo y que ellos lo cogieran de fuera, queríamos que de alguna forma saliera de ellos para que pudieran encontrar la organicidad que necesitábamos, que era complicada, pero finalmente lo hacen de una manera increíble.
Hay una cosa que no le había dicho a nadie, y es que las preguntas las tenía ya Julia preparadas y anotadas en su libreta. Como comprenderéis, a mí lo de la parte estética no me interesa nada, a mí lo que realmente me interesa es saber si Aitana me va a invitar o no a ver su obra…
MANOLI.- ¿Y en cuanto a la parte estética?
AITANA.- Pues hay una conjunción entre un lenguaje más realista, más naturalista, que tiene que ver con la sobremesa, y de repente el mundo de los pájaros despliega un universo onírico con un lenguaje muy distinto que se va comiendo al de la sobremesa, ellos hablan como si fueran pájaros… Ahí hay una apuesta por un vuelo poético que, además, hemos llevado mucho al vestuario (Berta Navas ha hecho un trabajo increíble).
MANOLI.- ¿Y la iluminación y el espacio sonoro ayudan a ese universo?
AITANA.- Sí, añaden capas atmosféricas muy importantes, absolutamente determinantes para todo este universo de los pájaros, y desde ahí entendimos la diferencia entre los lugares por los que viajan los pájaros. En su camino, los pájaros pasan siete valles: el de la búsqueda del conocimiento, el del amor, el de la unidad, el del asombro, el de la muerte… He trabajado con los diseñadores de iluminación (Nuria Henríquez) y espacio sonoro (Kevin Dornan) lo que hay en cada valle, cómo es cada valle, qué atmósfera nos transmite, por qué es distinto el valle de la muerte que cualquier otro valle… Ellos están haciendo un trabajo espectacular para no perder la unidad estética del viaje, pero entrando en los diferentes micromundos que tenemos en todo este viaje de los pájaros, que se une con el viaje de los personajes de la mesa. Luego es mucho más sencillo de lo que parece.
Murmullo – foto de La Megías
Ahí vi ya el momento oportuno de hablar de invitaciones.
MANOLI.- Yo estoy deseando ver tu obra sin tener que vender un huevo… No pongas esa cara, es que yo pongo un huevo cada dos días y con el dinero que saco al venderlo, compro entradas para el teatro, pero no me da para ir todos los días, así que cruzo los dedos para que alguna vez me inviten. Si quieres ser tú la que me invite a ver Murmullo, genial.
AITANA.- Bueno, dime qué día puedes y veo si tengo…
MANOLI.- ¡El día del estreno!
Qué fácil había sido… Casi me pongo a bailar con las orejas, si no fuera porque quedaban aún preguntas en la libreta de Julia…
MANOLI.- Oye, ¿alguna anécdota que haya pasado en los ensayos me puedes contar?
AITANA.- Pues mira, la madre de Fran Vélez, uno de los intérpretes, está obsesionada con los pájaros, y él ha heredado eso más de lo que le gustaría… Hay una parte en que hablan de diferentes pájaros y uno dice ‘mi pájaro preferido es el loro’ y él estuvo echándonos la charla acerca de que el loro no es un pájaro, que el loro no es nada en sí mismo, que el loro es un grupo de pájaros… Lo hemos tenido que meter en la obra, no vaya a ser que venga un ornitólogo…
MANOLI.- Ah, y ya que me cuentas una anécdota, háblame del humor. ¿Es importante el humor en tu vida? ¿En tu trabajo ¿En esta obra en concreto?
AITANA.- Pues mucho, la verdad. A pesar de que esta obra parece tan intensa, ya que salen de un duelo, creo que es una pieza profundamente vitalista, optimista y divertida. No se trata de una comedia de puertas, ni mucho menos, pero hemos intentado hacer un trabajo con el humor, porque eso es la vida también, que el humor aparezca en los momentos más difíciles para poder sobrellevar esas situaciones y aprender. Para mí el humor, y el sentido del humor, es muy importante, es una de las cosas que me hacen aferrarme a la vida. Creo que hay partes divertidas en la obra, porque sería imposible entrar en el dolor si no es a través del humor, sería imposible que el público estuviera con nosotros, que nos pueda acompañar, abrirse, relajarse y llegar a entender esas otras partes quizá́ más existencialistas o más poéticas.
MANOLI.- ¿La disposición del público no es la habitual?
AITANA.- Es a dos bandas, como si el público fuera parte de esa mesa. Sentía que si trabajábamos la sobremesa a la italiana, desde un lugar lejano, la experiencia no iba a ser lo mismo. Sentirte parte de esa mesa te permite entrar en el código más realista de que podrían ser tus amigos, que estás tú en una mesa de bar y ellos en la de al lado, y escuchas sus conversaciones.
MANOLI.- Bueno, ¿y de qué trata Murmullo?
AITANA.- Cuatro amigos vienen del velatorio de un quinto amigo que acaba de morir. Se van a comer y nosotros empezamos a ver la obra cuando ellos ya han terminado de comer, en la sobremesa. De pronto, uno de ellos empieza a hablar del cuento de El coloquio de los pájaros y ellos, igual que los pájaros que viajan buscando a un rey pájaro que les ayude a salir del caos en el que viven, empiezan a hacer su propio vuelo, su propio tránsito hacia la alegría, hacia la superación, para salir del estado de shock que se tiene cuando alguien ha muerto, y vivir un poco el propio tránsito hacia otro estado vital a través del otro, de reír, de llorar, de celebrar, de cantar, de bailar, de todo eso que es lo que nos hacer aferrarnos a la vida.
MANOLI.- ¿Nos vas a sacar a bailar?
AITANA.- ¿No te gusta bailar?
MANOLI.- No, soy un avestruz muy con muy poco ritmo. ¿Nos vas a sacar?
AITANA.- No, no tengas miedo. No voy a sacar a bailar a nadie, pero me encantaría que el público se fuera con ganas de bailar y de brindar.
MANOLI.- ¿Cómo elegiste al reparto?
AITANA.- Partí de la premisa de que todo el elenco estuviera relacionado con Cuarta Pared, que era algo que a mí también me hacía ilusión. Entonces me acordé de gente a la que había visto trabajar, por ejemplo, a Marina Herranz, con la que no había currado, pero había estado en la última trilogía de Cuarta; la conozco mucho y era admiración pura lo que sentía. Fran Vélez también estudió en Cuarta Pared, le conozco desde que tenemos 12 años, y además hemos seguido un camino muy parecido; él me aportaba esa parte más onírica o performativa, porque trabaja también en las artes vivas. Andrés Picazo es un actor increíble que había hecho un ETC en Cuarta, me encanta cómo trabaja; le conocía de otro proyecto en el CDN y también me apetecía mucho que estuviera, porque habíamos compartido muchos momentos vitales y sabía que iba a entender lo que estábamos haciendo. Y a Nataliya Andru es a la única a la que no conocía, pero Javier me había hablado muy bien de ella, porque yo buscaba alguien que tuviera un perfil de danza. Vi en un vídeo lo que hacía con el butoh, me enamoré, la llamé, esa primera conversación fue facilísima y me dije ‘nos vamos a entender’. Es a la que menos conocía y ahora estoy agradecidísima de haber abierto las puertas a alguien que no conozco. Ha sido un descubrimiento, y ya estoy pensando lo siguiente que quiero hacer con ella. Como sabía que la pieza iba a tener un lenguaje entre poético y textual, quería buscar el equilibrio entre ellos, que no todos fueran intérpretes que trabajan siempre el texto, sino que pudiéramos tener a alguien que trabajara mejor con el cuerpo, o a Andrés, que trabaja también la música (es músico además de actor y tiene una canción preciosa en la obra…)
Murmullo – foto de La Megías
MANOLI.- Antes de Murmullo, ¿qué es lo último que habías dirigido?
AITANA.- Una pequeña pieza que se llamaba Solastalgia, en el espacio Navelart, dentro de un ciclo que se llama Cópula, donde trabajan directores escénicos con artistas plásticos. Me asignaron un artista plástico que me enseñó sus cuadros y yo generé una pieza de 20 minutitos a partir de lo que me sugerían. Antes de eso, había estrenado MARTE. Mi cuerpo como campo de batalla en 2021, que hablaba sobre cómo nos relacionamos con nuestros cuerpos y con nuestro deseo.
MANOLI.- ¿Cómo es esta dualidad de pasar de ayudante de dirección en tantos proyectos a dirigir tu propia propuesta?
AITANA.- Cuando eres ayudante, te entregas tanto al proceso de otros que lo vives como tuyo en muchos casos; y yo he tenido mucha suerte con la gente con la que he trabajado, he aprendido mucho. Pero ya tenía muchas ganas de trabajar a mi manera en un proyecto mío. Cuando ves a otros trabajar (claro, si trabajan bien), te dan ganas a ti de trabajar. Y gracias también a todas esas ayudantías, uno toma mucha perspectiva de su propio trabajo y eso es muy interesante.
MANOLI.- ¿Cómo ha sido lidiar con el CDN, la CNTC…?
AITANA.- En el CDN estuve hace muchos años, con Juan Ollero, en 2018, en un Escritos en la escena que se llamaba Juegos para toda la familia. Luego he estado hace poco en 400 días sin luz, que dirigía Raquel Alarcón. Y estuve en la CNTC con La fortaleza de Lucía Carballal. Lidiar con eso es entender cómo funciona un teatro que tiene ocho secciones trabajando para tu proceso, y eso desemboca en un nivel de gente y de protocolos impresionante, que hay que encintar un cable y para ello te ves mandando un mail con cinco personas en copia… Pero es fantástico también poder centrarte en lo tuyo, que tengas a tanta gente diciendo ‘¿qué te recojo? ¿qué te hago? ¿qué quieres?…’ Unas condiciones ideales. A ver, todo tiene su parte buena y su parte mala, y yo hablo también desde la perspectiva de ayudante de dirección, y lo que más vivo es todo lo burocrático y organizativo. No sé quién lo dijo, pero me encantó, no sé si fue Estefanía de los Santos, que dijo ‘trabajar en el CDN es que te planchen las bragas’, y me dije, ‘qué bueno, lo ha definido de forma impresionante’ Cuando vienes de la batalla, que friegas, barres, pones la lavadora… y de repente te encuentras con tanto servicio, te sientes abrumada. Pero claro, está hecho para que te puedas centrar en lo artístico.
MANOLI.- Ya no tengo más preguntas.
AITANA.- ¿No me tenía que entrevistar Julia?
MANOLI.- Está mala.
AITANA.- ¿De qué?
Me escabullí porque no quería contar nada sobre Julia. O, mejor dicho, no podía. Salí corriendo del bar en que estábamos sentadas, confiando en que me dejara una invitación a mi nombre para el día del estreno. ¿A mi nombre? No tenía claro si le había dicho mi nombre.
Manoli, el avestruz
Murmullo
Dirección: Aitana Sar
Dramaturgia: Miguel Valentín y Aitana Sar
Ayudante de dirección y creación: Víctor Barahona
Reparto: Nataliya Andru, Marina Herranz, Andrés Picazo y Fran Vélez
Vestuario y escenografía: Berta Navas
Sonido y audiovisuales: Kevin Dornan
Diseño de iluminación: Nuria Henríquez
Movimiento: Nataliya Andru
Fotografía: La Megías Fotos
Diseño de cartel: Irene González Lara (Verde Pistacha)
Edición de vídeo: David Pérez López
Producción y distribución: Cuarta Pared
Agradecimientos: Juan Ollero, Miguel García Lozano, Carlos Mira Morales, Natalia Remón Vila, Pablo Rodero y Javier Victorio