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Manoli y Pirandello

Julia Cotilla seguía haciendo sus largas entrevistas, y esta vez se había sentado a conversar y desayunar con un señor que resultó ser un tal César Barló, que estrenaba en unos días una obra de un tal Pirandello en el Fernán Gómez.

JULIA.- ¿De qué trata Los gigantes de la montaña?

CÉSAR.- Pues va de un lugar indeterminado en una isla – quizá Sicilia, de donde es Pirandello- a la que llega una compañía itinerante de teatro que está ya en las últimas porque nadie les contrata y está buscando un sitio donde representar. A la cabeza de esta compañía va la Condesa Ilse, que lleva representando dos años una obra que se llama La fábula del hijo cambiado. En la isla les recibe Cotrone, que se llama a sí mismo mago y les ofrece quedarse en la casa porque allí van a poder representar la función con todas las necesidades cubiertas, ya que, como están en las últimas, les falta elenco, escenografía, utilería… Cotrone les muestra que en esa casa pueden suceder cosas maravillosas, y que ellos allí ven cómo sus sueños se hacen realidad. Les dice que en esa casa sus deseos se pueden realizar y la obra de arte que tienen en la cabeza se puede representar.


Los gigantes de la montaña – foto de Bruno Rascão

JULIA.- Qué emocionante, una casa donde los deseos se hacen realidad. ¿Representan la obra?

CÉSAR.- Bueno, lo que pasa en el cuarto acto, que no está escrito, pero tenemos las notas del hijo de Pirandello, Stefano, pues es que van a representar para los gigantes, los gigantes pasan de ir a verlo, y dicen ‘bueno, nosotros pagamos, pero que lo vean nuestros criados y así les damos un entretenimiento’. Pero los criados no están acostumbrados a ver propuestas de riesgo o con algo de chicha social, y en este caso La fábula del hijo cambiado va de la preocupación de una mujer porque cree que le han robado el hijo, y al final…

JULIA.- ¡No me cuentes el final, que la voy a ir a ver!

CÉSAR.- Vale… Todo esto es un trasunto de cómo enfrentarnos a nuestra situación en la vida, no tanto en el mundo de los cómicos, sino en la posición que tenemos ante la vida, y esa es la lectura contemporánea que he planteado…

JULIA.- ¿Por qué Pirandello?

CÉSAR.- ¿Y por qué no?

JULIA.- ¿Me estás desafiando?

CÉSAR.- Bueno, a mí lo que me sedujo de este texto es el viaje hacia el realismo mágico de Pirandello, que no había leído antes. Me parece que este texto, aunque no esté acabado, hace honor a estas cosas de los últimos textos de los grandes, que recogen todo el arsenal de toda su vida. Me ha recordado mucho a La tempestad, la última obra de Shakespeare, por ejemplo, el hecho de que Cotrone podría ser el trasunto del propio Pirandello, igual que el Próspero de Shakespeare. También me ha llevado a El castigo sin venganza de Lope de Vega, que es cuando yo creo que saca todas las armas… Por otro lado, lo que está contando el texto, aparte de la belleza que tiene… ¿Nos quedamos como hombres y mujeres grises en este mundo o intentamos hacer otra cosa? También habla sobre la necesidad de comunicación, que el teatro ya sabemos que es un medio de comunicación… Si los criados de los gigantes siguen embruteciéndose, va a ser muy difícil poder darles algo de belleza desde el arte. El texto también me llevaba mucho a El público de Lorca, cuando hablaba del teatro al aire libre y del teatro bajo la arena; yo creo que Cotrone está invitando a Ilse a que viva en el teatro bajo la arena. Y ese teatro bajo la arena es contra el que se rebelan los estudiantes en El público, que vienen a reventar el teatro porque no quieren ese tipo de propuestas. También me llevó a la charla sobre el teatro de Lorca, cuando dice que la gente ya no puede escuchar ciertas palabras en el teatro porque se escandaliza, criticando aquel teatro tan plano que había en los años 20. Ahora, 100 años después, estamos reeditando ese momento, en que hay gente que se aprovecha de las fauces de la taquilla, como decía Lorca, y hay gente que intentamos revolucionar un poco, porque creo que la belleza también nos hace mejor pueblo y, también lo decía Lorca, un pueblo que no cuida su teatro es un pueblo más pobre, un pueblo moribundo… Y por todo esto he hecho este viaje.

JULIA.- ¡Qué de cosas sabes y qué bien hablas!


Los gigantes de la montaña – foto de Bruno Rascão

En ese momento intervine yo, que estaba oculta en la mesa de al lado de ellos.

MANOLI.- ¿Y Pirandello quién es?

CÉSAR.- ¿Y esta quién es?

JULIA.- Perdona, César, es un avestruz muy pesada que me sigue a todas partes.

MANOLI.- Pesada no soy, y sí, te sigo porque me gustan tus entrevistas, y creo que tengo mucho que aportar.

JULIA.- ¿Aportar a qué?

MANOLI.- A tus entrevistas.

JULIA.- Puedes aportar tu lectura cuando se publican.

MANOLI.- ¿Eh?

Me dejó un poco desubicada esa respuesta. Julia siguió preguntando. Y yo seguí sin saber quién era Pirandello.  

JULIA.- ¿Qué es esto de los espectáculos itinerantes?

CÉSAR.- Esto es coger el carro de Tespis o de Lope de Rueda y ponerte a actuar donde se pueda. O ser una compañía de cómicos de legua y ponerte a actuar donde se pueda. No es nuevo, ni es una cosa innovadora, está más visto que el tebeo. Lo único que nosotros aportamos es que a mí me gusta dialogar con el espacio, igual que dialogamos hace años con la sala La Puerta Estrecha para hacer La tempestad y convertir el teatro entero en la isla de Próspero que tanto personajes como público iban descubriendo. En Los gigantes de la montaña tenemos dos espacios principales, el exterior de la casa de Cotrone, desde el que se invita a la compañía a entrar a la casa, y la propia casa, donde se pueden cumplir los sueños. El cuarto acto, que no está escrito, es de nuevo en el exterior, para que los gigantes vean la función. Con estos espacios mantenemos la idea de crear una experiencia en la que el público se sienta también parte o bien de la compañía o de los desafortunados, que son esos que viven en la casa pero que realmente al salirse del sistema por fin son felices y viven de lo que les llena el alma. Nosotros venimos de las trincheras, de la sala alternativa y queremos mantener la misma poética. Yo en la sala grande no me veo contando nada, esa sala no es nuestra identidad. Nuestra identidad es crear experiencias, intentar plantear las lecturas de los textos para un público de ahora, de una manera algo diferente. Esa es nuestra idea de teatro.


Los gigantes de la montaña – foto de Bruno Rascão

Intervine de nuevo.

MANOLI.- ¿Quién es ese Pirandello?

JULIA.- Cállate, Manoli.

MANOLI.- Qué maleducada eres.

JULIA.- César, ¿qué otros espectáculos itinerantes has estrenado?

CÉSAR.- El Don Juan en La Cebada durante tres años, en el que se movían 600 personas por cinco espacios diferentes. La tempestad en La Puerta Estrecha. En un lugar llamado Alcalá, por toda la ciudad de Alcalá de Henares, haciendo que Don Quijote y Sancho buscaran a Cervantes para pedirle cuentas. Territorio Lope en la Casa de Lope de Vega, en que hacíamos un viaje por la por la casa para conocer a la figura de Lope en su parte más íntima y más de su creación…

MANOLI.- Yo no he visto ninguna de esas.

JULIA.- A nosotros eso no nos importa, Manoli…

MANOLI.- Esta entrevista está descompensada, porque tú haces todas las preguntas y yo ninguna.

JULIA.- ¡La periodista soy yo!

MANOLI.- ¡Y el avestruz soy yo!

JULIA.- César, no le hagas ni caso. ¿Es complicado estrenar espectáculos itinerantes?

CÉSAR.- Bueno, es complicado estrenar cualquier cosa, ¿no? Pero sí… Desde mi experiencia es muy complicado, hasta que no llega alguien que se quiera arriesgar a apostar por lo que tú haces. Sabemos que va a ser muy difícil que esta propuesta que estrenamos en el Fernán Gómez entre en muchos sitios; pero, al fin y al cabo, estamos aquí para arriesgar.


Los gigantes de la montaña – foto de Bruno Rascão

JULIA.- ¿Tiene cabida el teatro itinerante en los teatros públicos?

CÉSAR.- Bueno, pues yo las he visto… He visto a Rimini Protokoll, y he visto otras propuestas de teatro itinerante, más o menos performáticas, quizá no tan apegadas a un texto -porque yo realmente hago teatro clásico con un formato algo diferente, no creo estar inventando nada, es solo una lectura contemporánea, pero hago un teatro muy reconocible, lo que pasa es que el envoltorio es diferente, pero no es una cosa superinnovadora, creo. Lo que hace falta es que haya gente valiente, que diga ‘pues apuesto por eso’, y que se deje hacer, y que se deje reformular el teatro, reformular el espacio, resignificar el espacio, remodelar el espacio, y que de repente la gente vea esa propuesta y la viva de otra manera, la habite de otra manera, que no sea todo sentarse frontalmente en el patio de butacas. Eso es lo que hace falta, echarle valor.

JULIA.- ¿Nunca te ha dado por hacer cosas más sencillas?

CÉSAR.- Pues es que a uno le llegan los textos que le llegan. Me llegó Muelle oeste, el último, que menudo meneo mental para para prepararlo, y ahora este que ya ni te cuento, esto ha sido lo más complejo que he hecho… Con los planos y trasfondos que tiene cada cosa, y cada personaje… Porque aquí ya no se está hablando de actores y personajes, lo que más conocemos de Pirandello, lo metateatral… No, aquí se está hablando de actores, personas y la conciencia de las personas. No se está hablando ni siquiera de los personajes. No hay una conciencia de metateatralidad. Lo que hay es humanismo puro, filosofía y espejo tras espejo tras espejo. Yo creo que no he hecho nada más difícil. Pero, bueno, el viaje se está disfrutando.

JULIA.- Si te fueras de cañas esta misma semana con Pirandello, ¿qué le dirías?

CÉSAR.- ¿Si me fuera de cañas con Pirandello? Madre mía… ¿Qué diría? Le diría que me encanta el texto, que me encantó desde la primera vez. Que al principio me mosqueé porque pensé que era otra vez los actores y la cosa de actor-personaje y que iba a quedarse en la endogamia de hablar del teatro otra vez, pero creo que aquí se sale por la tangente y ya no habla del teatro, habla del ser humano, y ahí sí que se hace universal, porque así es como se puede hablar a todo el mundo, no solo a la gente del teatro, que ya está bien que hablemos de nosotros… Por eso accedí a hacer el texto, porque me interesa hablar de todo el mundo.

JULIA.- Estoy de acuerdo.

En ese momento Julia Cotilla puso una cara de idiota que era para hacerle fotos. Tiene suerte de que yo sea un avestruz sin teléfono móvil.

CÉSAR.- Le preguntaría qué había pasado con esto de Mussolini, que si tiraba para el fascismo o no, que yo no lo veo mucho en su obra, pero al final parece ser que sí que estuvo en el partido y luego lo echaron. Y también le preguntaría -porque creo que es algo que tenemos la gente del teatro- esta cosa del sentimiento de aceptación, porque él también se arruinó y se sintió poco aceptado en la sociedad… Se arruinó varias veces y estaba siempre en las últimas, y esto lo trae a través del personaje de Cotrone, esto de haber tenido que exiliarse de la sociedad por no sentirse entendido y porque los demás no sienten el mundo como él lo siente, que también lo tiene en El difunto Matías Pascal… Hay algo sobre la aceptación que le está dando ahí vueltas… Y sobre el alter ego, ese otro yo, que, aunque el personaje de Matías Pascal haya muerto y ahora le llamen el difunto Matías Pascal, ¿cómo acepta esa nueva nomenclatura para seguir viviendo en sociedad? Toda esta cosa de la aceptación sí que se la preguntaría.

MANOLI.- Me gustan tus entrevistas, Julia, pero me gustarían más si pudiera hacer yo alguna pregunta.

JULIA.- ¡Lárgate, Manoli, y deja de molestarme cuando entrevisto a los artistas!

MANOLI,. Me voy si este chico me invita al estreno, y me sienta al lado de Pirandello, que le quiero conocer…

CÉSAR.- Por lo primero no te preocupes, dejo una invitación a tu nombre.

MANOLI.- Manoli, el avestruz, así me llamo.

CÉSAR.- En cuanto a lo de sentarte junto a Pirandello…

Manoli, el avestruz

Los gigantes de la montaña de Luigi Pirandello
Dramaturgia: Creación Colectiva
Dirección: César Barló
Intérpretes: Teresa Alonso, Juan Carlos Arráez, Samuel Blanco, Moisés Chic, David Ortega, José Gonçalo Pais, Javi Rodenas, Natalia Rodríguez, Paula Susavila
Producción: AlmaViva Teatro
Del 21 de enero al 23 de febrero de 2025 en el Fernán Gómez

 

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