Detalle del Retrato de Juan Antonio Vizcaíno,
pintado por Emilio Borrallo.
Óleo sobre lienzo. Málaga 2003.
Foto: Gabriel Faba. Madrid. 2005.
Las letras se quedan pegadas en las manos de quien trabaja con palabras; o al menos, así lo entendió el pintor que realizó el retrato de este crítico teatral, cuando estaba en activo. Las “malditas perras negras” (como las llamaba el escritor Julio Cortázar) pueden ser más peligrosas que una granada incendiaria.
Quizás por eso se sintió Faba tan a gusto, cuando depositó un limón ante el retrato de su antepasado. La misteriosa comodidad que percibió entre el fruto amarillo, las manos, y el Mondrian que formaban las puertas del mueble, le impulsaron a tomar la presente instantánea.
¿Tendría la luz del flash, o la rugosidad del viejo lienzo la culpa de algo de esto?