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Manuel Gil: «El libro me lo ha dado todo y yo he intentado corresponderle»


Manuel es el actual Director de la Feria del Libro de Madrid. En su sonrisa frecuente lleva el rastro de más de 35 años de experiencia en el mundo del libro. Pecaré de subjetividad y eludiré las normas del “periodismo correcto”, que habla de evitar en las entrevistas colocar letras y palabras a sentimientos propios. Un mínimo deber de justicia para un excelente profesional y entregado a la necesidad del prójimo. Mi experiencia ha sido esa siempre. Un llamado, un encuentro, un sí siempre como norma. Empatía. Generosidad.

¿Cuándo comienza tu vínculo con el mundo de los libros? ¿Dónde nace esa pasión?

El primer libro que recuerdo haber leído fue “La isla del tesoro”, teniendo mis  primeros contactos con la lectura a través de una Biblioteca Pública. Recuerdo de esa época con intensidad la lectura adictiva de los comics de Tintín, por los que sentía verdadera pasión. Posteriormente hay una serie de libros y autores que me han marcado mucho – además de El Quijote que he releído un par de veces – clásicos rusos como Tolstoi y Dostoievsky, y luego autores más contemporáneos como Max Frisch, Italo Calvino, Mario Vargas Llosa, Julio Ramón Ribeyro, Julio Cortazar, o los españoles Pio Baroja y Benito Pérez Galdós. Y como no puede ser de otro modo, Gabriel García Márquez. Debo citar también el libro “La Riqueza de las Naciones”, de Adam Smith, donde se fundamenta toda la economía moderna, un libro que marcó mucho mis lecturas profesionales posteriores. A lo largo de mi vida he leído infinidad de libros, todos me han enseñado y de todos he aprendido. Leer ha sido sumergirse en espacios de inusitada imaginación y creatividad. Mucho de lo que soy se lo debo a la lectura.

A mediados de los años 70, estando en la universidad, un buen amigo, gerente de una cadena de librerías que se estaba creando en España, me ofreció trabajar a media jornada, es decir, comencé a trabajar en el sector de manera circunstancial y azarosa.

La pasión por el sector surge de lo  que denomino “adicción al libro”. No es un sector ni una industria en la que se gane dinero, pero el trabajar entre libros y creadores es enormemente adictivo. Y así llevo ya más de 40 años.

¿Cuáles son tus lecturas preferidas y lectores preferidos? ¿En qué momentos lees?

En mi juventud leí mucho a los clásicos griegos, romanos, franceses y rusos, pero conforme avance en edad me pasé abiertamente al ensayo, sobre todo de temas de economía, marketing e incluso política. Suelo leer en casa, en un despacho que tengo, y también en el transporte público cuando debo desplazarme. No tengo un sitio preferente para leer, vaya donde vaya o esté donde esté siempre llevo un libro conmigo.

 

La primera vez que me encontré con Manuel en Madrid me invitó a comer chocolate con churros en la famosa San Ginés. Aprendí mucho de aquella charla. Entre esas cosas, que uno nunca termina de aprender. Tuve una leve sensación de agobio cuando Manuel contaba la infinidad de pormenores a equilibrar para que la Feria funcione a pleno. Pero donde hay pasión y dedicación difícil que los proyectos naufraguen.

¿Qué aspectos positivos rescatas de la Feria del Libro de Madrid y que aspectos habría que mejorar?

La Feria del libro de Madrid data de 1933, y este año celebraremos la 79 edición de la misma. Una Feria que hasta 1981 era denominada Feria Nacional del Libro. La feria posee dos atributos ciertamente importantes. Por un lado la afluencia de público visitante, en torno a 2,4 millones de personas. La feria está en al ADN lector de la más exigente sociedad lectora, cuyas tasas de lecturas son muy altas. Y por otro lado la oferta expositiva. La industria editorial española es la cuarta del mundo y a la feria asisten como expositores prácticamente la totalidad de las editoriales españolas agremiadas (unas 720) y una muestra muy importante de las mejores librerías de Madrid. Se debe también destacar que a la feria vienen unos 1800 autores (un 47% son autoras) para firmar sus libros en las casetas, de manera que cualquier lector encuentra a su autor favorito y puede conversar con él. Es la erótica de la feria, llevarse un libro firmado, conversar con el autor e incluso hacerse un selfie. Las ferias del libro no son comparables, todas tienen su propia personalidad e idiosincrasia,  Bogotá, Buenos Aires, Guadalajara, Lima, son Ferias que admiro, las visito con regularidad para aprender, todas ellas seducen y abducen, y rinden un extraordinario favor a la difusión del libro y la lectura.

¿Por qué una Feria inteligente, digital y sostenible?

Cuando en 2017 llegué a la dirección de la Feria, lo primero que comprobé es que tenía un equipo de varias personas muy experimentadas en organización y planificación, lo que allanaba el camino para introducir algunos elementos nuevos en la estructura de  la Feria. Como expositor conocí la Feria desde los años 70, y al asumir su dirección  lo primero que me plantee fue adaptar la feria a un ecosistema del libro en transición. Se trataba de equilibrar un sistema comercial muy probado. Los directores de la  feria que me precedieron desarrollaron un modelo comercial muy exitoso que no había que modificar, pero si teníamos recorrido en adaptar la feria a los nuevos hábitos de consumo, introduciendo herramientas digitales, el reto era avanzar hacia una Feria con tres características: inteligente, digital y sostenible. Inteligente en cuanto a la capacidad de medir y extraer datos de más de 2 millones de visitantes mediante un proceso de big data. Digital en el sentido de introducir herramientas para que el visitante tenga en su smartphone toda la información de la feria y pueda consumir contenidos aunque no esté en un evento concreto, lo que denominamos “la feria en directo” a través de streaming. Y sostenible en referencia a comenzar a avanzar en una feria verde neutra en carbono y de bajo impacto medioambiental, midiendo también nuestro acercamiento a los ODS de la Unesco.

¿Qué objetivos te planteaste al asumir la dirección de la Feria del Libro de Madrid?

La idea que discutimos en el equipo de la feria era hacer una feria que, respetando la tradición, historia,  y concepto de la misma, se abriese a las sensibilidades de las nuevas generaciones de lectores, una feria para el siglo XXI. No  podemos olvidar que estamos en los albores de un tiempo nuevo, realidad aumentada, realidad virtual, algoritmos, redes 5G. Todas estas tecnologías llevan a pensar en libros como productos transmedia, y la feria debía comenzar a adaptarse a este nuevo ecosistema que se dibuja en el horizonte. Este era el reto y los resultados parecen ir en buena dirección. No era factible cambiar por cambiar, nuestra divisa fue no perder los orígenes para no perder identidad, pero hacer de la innovación una hoja de ruta. El mix comercio y cultura es nuestro paradigma. Pensemos que la FLMadrid es el evento cultural del libro más importante del país.

Manuel tiene en su haber muchos escritos y algunos libros referidos a un mundo que conoce como la palma de su mano, el editorial. Cita datos, conclusiones. Pero sin tonos con color de sentencia sino más bien con sitio para la duda. Afirma pero entiende que siempre se puede aprender aún más.

¿Cómo es la convivencia entre la lectura en papel y en pantallas? 

Es evidente que hay una mutación hacia la lectura en pantallas, con una hiperconectividad e inmediatez que llevan a pensar en un cambio de las formas de lectura y del consumo de contenidos, pero también en la forma de escribir.  Si como decía McLuhan “el medio es el mensaje”, también el formato y el dispositivo son el mensaje. Sin duda estamos ante la edad de oro de la lectura, pero hay que matizar acerca de lo que se lee. Es por ello que en muchos países de Europa ya no se habla de  planes de lectura, sino de planes de calidad en lectura. La irrupción masiva de la lectura digital en pantallas nos prefigura como primitivos de una nueva era si el smartphone hoy es la puerta de acceso a los contenidos. El proceso de lectura cambia radicalmente, como así lo ponen de manifiesto todos los estudios de neurociencia cognitiva acerca de la nueva plasticidad del propio cerebro. Es obvio que debemos avanzar en una combinación de lectura en papel para preservar la reflexión, la comprensión y la profundidad del contenido junto con lectura en pantallas. La educación sobre las habilidades de lectura digital  es un reto al que se enfrentan todos los sistemas educativos. Estamos ante un proceso de cambio cultural en el que la digitalización de la información conlleva que se modifique la forma en la que se afronta la lectura. La mezcla de imagen, texto y sonido en los contenidos lleva a pensar que el cerebro desarrollará nuevos circuitos neuronales. Lo ideal sería también preservar lo adquirido a través de  quinientos años de lectura en papel.

¿El libro electrónico quita protagonismo al papel? 

De ninguna manera. Vamos hacia un futuro donde todo lo que pueda ser digital será digital, un futuro donde el contenido será transmedia. Me da igual que hablemos de libros en papel, libros digitales, audiolibros, o cualquier otro formato que pueda surgir. Es el lector el que decide no solo lo que quiere leer o escuchar, sino el formato y el dispositivo. Pensemos también que en un mercado hay muchos mercados y la industria debe adaptarse a los nuevos hábitos de consumir contenidos que se vislumbran, por ejemplo, el de acceso ilimitado. Es decir, sin propiedad, y posiblemente en régimen de suscripción. Creo que la lectura será un servicio y no un producto.

¿Cómo es el perfil de los lectores en España?

En cuanto al perfil de los lectores frecuente en España debemos decir que la mujer lee más que el hombre, con un perfil asociado a estudios universitarios, de área urbana, y de entre 24 y 45 años, superando a los hombres en una media de 10 o 12 puntos porcentuales en cuanto a grupos de edad. Los índices de lectura en España siguen mejorando, el porcentaje de lectores de libros alcanza el 68,5 por ciento de la población. Desde 2010 se ha producido una mejora de 8,2 puntos en los índices de lectura. El 62,2 % de los españoles mayores de catorce años lee libros en su tiempo libre, cifra que ha mejorado un 5,2% desde 2010. Un 50 % es lector frecuente, lee al menos una o dos veces por semana. Aunque mejoran las cifras, sigue habiendo un alto porcentaje de población que no lee libros nunca o casi nunca (37,8 %), y crece el porcentaje de lectores de libros en soporte digital hasta el 29,1 %. En los gustos de los lectores/as predomina la narrativa, aunque en estos últimos años ha aumentado mucho la lectura de ensayo.(Fuente de datos: FGEE)

A Manuel lo visité más de una vez en su oficina de Madrid. Me  invitó, generoso, cada vez que fui, a un café con bollería, como le dicen en España. Siempre tiene tiempo aún cuando no tenga tiempo para nada. Los viajes le gustan pero a veces cansan. La familia, las distancias, los pequeños placeres delimitados por la dimensión de un hogar. Los suyos, el descanso.

 ¿Sos una persona feliz, realizada? 

Si pensamos en la felicidad en términos de estar bien contigo mismo y con los que te rodean, entonces soy muy feliz. Después de una trayectoria en la que he pasado por librerías, editoriales especializadas y de consumo, empresas tecnológicas del libro, para llegar a dirigir la Feria del Libro de Madrid, obviamente he realizado un viaje que colma todas mis aspiraciones y desvelos. El libro me lo ha dado todo y yo he intentado corresponderle.

 ¿Cuáles son tus formas de descansar?

Desde hace varios años la forma de tengo de descansar es hacer enoturismo, es decir, visitar bodegas y asistir a catas de vinos. Es bastante habitual que cuando voy a un país adquiera algún repertorio sobre bodegas y vinos. Y por supuesto viajar. Te abre la mente, evocas nuevas realidades y te hace ver que el ombligo del mundo no existe.

 ¿Algún evento o circunstancia puntual que te haya sorprendido mucho de todos tus años de trabajo entre libros, editores y editoriales? 

Hay dos elementos que nunca he comprendido del sector: su individualismo y su incapacidad para pensar en términos de procomún colectivo. No sé si se debe a que una editorial o una librería es un proyecto unipersonal y una burbuja en el tiempo, lo que lleva a esta incapacidad. Y hay un segundo elemento que es el de la conservación de la memoria del sector y de la industria. Me refiero a que no es habitual que la industria preserve sus cartas y documentos. Creo que un archivo de la industria sería importante de cara a estudios académicos, y pensando hacia el futuro para preservar el conocimiento del sector.

“Un libro abierto es un cerebro que habla; cerrado, un amigo que espera; olvidado, un alma que perdona; destruido, un corazón que llora”. Proverbio hindú.

¿Tienes pensado escribir una autobiografía que cuente toda tu experiencia en el mundo editorial? 

Cuando llegué a la dirección de la Feria en 2017 me marqué un ciclo de 5 años en ese puesto, que terminarán con la Feria de 2021, pues bien, creo que ese será el momento de publicar un libro que aúne reflexiones sobre escenarios de evolución de la industria, probablemente muy discutibles, junto a una parte memorialística de mi trayectoria. Después de haber escrito varios libros sobre el sector y cientos de post en mi blog, después de haber impartido clases en masters de edición, después de numerosas ponencias en ferias y eventos, considero que debo cerrar mi paso por el mundo del libro con un texto final. Compartir errores – que he cometido muchos – junto con aciertos, que también ha habido algunos. Me lo debo a mi mismo y no tanto a los que vengan detrás. Creo que un ejercicio autoreflexivo de toda una vida dedicada al libro sería interesante, aunque no creo que pudiese ser un bestseller.

¿Qué país te ha sorprendido por su trabajo con los libros? 

El país que para mí es un referente en protección del libro y las librerías es Francia. Su concepto de considerar el libro como “excepcionalidad cultural” conlleva a que todo el engranaje ministerial púbico esté al servicio de la protección del libro y sus industrias, así como en defensa de los derechos de autor. También admiro mucho a Alemania por el sistema de organización del sector, todas las industrias integradas en un solo organismo vertebrador, el Borsenverein. Se trata de un modelo que creo muy útil para cualquier país.

En el caso de América Latina – y pensando que he viajado allí en numerosas ocasiones durante los últimos 15 años – he visto avances muy interesantes en muchos países sobre la conformación de sociedades lectoras, pero observo un problema general en el continente que es la dependencia del libro de los vaivenes políticos. El sector está siempre preso de la influencia política. No observo políticas nacionales independientes de quien gobierna. Creo que el libro es una cuestión de estado y no de gobiernos.

Has viajado mucho. ¿Qué es lo mejor y lo peor de los viajes? 

Efectivamente he viajado mucho, y lo primero que descubres es el enorme tejido creador que hay en todos los países, sobre todo en América Latina. Lo segundo que descubres es lo que denomino “asimetría cultural”, el desconocimiento desde España del mundo del libro y sus creadores de América. Es una lacerante disonancia en la reciprocidad. América conoce mucho mejor la literatura y la creación española que nosotros la de América. Es más que extraño encontrar una biblioteca pública en España que tenga libros de América Latina, sin embargo he visto en numerosas bibliotecas de allí muchísimos libros españoles. Como veo muy difícil que los átomos viajen, creo que Internet y la web son una oportunidad imprevista para la industria del continente americano. Colocar la producción en plataformas de impresión bajo demanda y uno a uno es el futuro. Los viajes te hacen tener una visión internacionalista del libro.

 ¿Cuál es tu vínculo con Argentina?             

Argentina es para mí un país muy querido y admirado, y su presencia en Madrid sería importante en próximas ediciones. España presenta una fuerte asimetría de conocimiento de las realidades literarias y creativas de Argentina. Por tanto, y como forma de paliar esta asimetría, sería motivo de orgullo poder tener a ese país en nuestra feria. El público lector español podría empaparse y conocer la riqueza de un conjunto de nuevas creadoras y creadores que están impulsando  una eclosión editorial muy intensa y culturalmente muy importante, Nuestra intención para las próximas ediciones es mostrar la realidad cultural y editorial de América en Madrid y en España. La idea de mostrar este potencial creativo a la sociedad lectora española es nuestro desafío.

¿Qué novedades podemos adelantar para la edición 2020 de la feria prevista para octubre? 

La Feria va a continuar desarrollando ejes que hemos ido abriendo en estos dos últimos años: internacionalización, mujer, sostenibilidad, herramientas digitales de medición, etc… Pero este año vamos a abrir dos ejes nuevos, por un lado el tema de emergencia climática, y por otro la accesibilidad y atención a poblaciones con algún tipo de hándicap, tanto en niños como en adultos. También queremos presentar una máquina que produce en un libro en 7 minutos, y que viene a cuestionar el latiguillo del libro agotado, se trata de poner sobre la mesa que los libros se pueden producir uno a uno.

También debo reseñar que tendremos en esta edición a Colombia como País Invitado de Honor. Cuando nació la Feria del Libro de Madrid en 1933 se hizo con una declaración de intenciones de doce puntos, dos de los cuales hacen referencia explícita a la relación fraterna y de complicidad y colaboración que se debía mantener con América Latina. Es por ello que nuestra intención es que las próximas ediciones tengan países de América Latina como invitados, e incluso estamos trabajando ya para ver si se pudiesen tener editoriales del continente como expositores en nuestra Feria. He podido comprobar en mis viajes a las Ferias de América la riqueza bibliodiversa y creativa de todos los países hispanohablantes del continente He visto el esfuerzo que se realiza en apoyo de la lectura y la creación, la defensa de los creadores y de los derechos de autor. Es por ello que no tengo dudas respecto al enorme vivero de industrias creativas y culturales que allí se están desarrollando.

“El libro me lo ha dado todo y yo he intentado corresponderle”. Manuel Gil.

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