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Mientras tantoMáquinas de coser

Máquinas de coser

El dueño pálido de la tabaquería   el blog de Ernesto Pérez Zúñiga

Camino por el viejo barrio.

 

La sastrería sigue abierta, con un cartel que dice: «Vendo todas mis máquinas de coser».

 

Nadie va al sastre ya, claro, por lo menos a los sastres de estos barrios, especializados en cortes de andar por casa y en descosidos de patio de colegio.

 

Ahora la ropa se tira para comprar otra barata y a la moda.

 

Es una de las normas del consumo: la ropa ya no tiene arreglo.

 

Las tiendas están abiertas y tristes, jubiladas a las diez de la mañana, con carteles donde se venden sobre todo las herramientas del propio oficio.

 

Paso entristecido por delante de la iglesia de San Lorenzo y me sobresalta una bandera de España que asoma por el hueco de la puerta.

 

Me fijo mejor: es una Virgen de gran tamaño sobre un altar cubierto con los colores patrios. Me asusto pensando en esos viejos tiempos de antesdeayer, cuando la Iglesia y el Estado mantenían un matrimonio hasta la muerte.

 

Entonces caigo en que ha sido 12 de Octubre. 

 

Imagino que el 12 de Octubre es una larga y desordenada tela. Imagino una máquina democrática de coser.

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