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Mientras tantoMarcelo se cuela en Madferia 2022 (I)

Marcelo se cuela en Madferia 2022 (I)


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Me he plantado en Madferia sin que Finea lo sepa. Os pongo en antecedentes: Finea es una murciélaga (como yo) que era mi novia allá en nuestros tiempos mozos en Almagro, pero ya no, porque yo en la capital he visto que hay teatro más allá de Almagro. Así que me he venido a Madferia, la feria de artes escénicas de la Comunidad de Madrid, porque yo sabía que empezaba hoy día 14 de junio. Es la XVIII edición, y dicen que Madferia cumple la mayoría de edad. No entiendo muy bien a qué se refieren con esto… Serán cosas de humanos. En fin… Tampoco he investigado. Me he limitado a colarme en las funciones y a escuchar por allí por Matadero y Cuarta Pared, las dos sedes de la feria…

Todo empezó temprano. En Matadero los asistentes se iban acreditando y pasando después al ambigú, donde los de Artemad (asociación de empresas de artes escénicas de la Comunidad de Madrid) habían colocado un bonito árbol de navidad con los logos de las 48 compañías. Creo recordar que alguien dijo que eran 48, no las he contado… Y los de las compañías se hacían fotos delante del árbol…

Pero, de repente, alguno salía corriendo porque tenía rueda de negocios, que no es otra cosa que una serie de pequeños encuentros entre programadores y compañías o distribuidores: los programadores se sientan en una silla y delante de ellos va pasando una compañía detrás de otra y cuando acaba la actividad los programadores tienen ganas de emborracharse para olvidar. Esto último no sé si es cierto, se lo he oído a uno de una compañía; no sé si lo que los programadores tienen que escuchar es mucho o no…

También a la misma hora había una charla organizada por Cofae (Coordinadora de las ferias de artes escénicas del estado) con consejos para aprovechar bien las ferias, consejos como por ejemplo “que no se te pase el plazo”, o “mira bien qué tipo de obras programa esa feria antes de enviar nada”… Es una muy buena actividad para los que van a una feria por primera vez, según afirmaban las que se encargaban de la charla, Abigail Ballester y Margarida Troguet.

Y justo después de esta charla la gente se fue hacia la sala Fernando Arrabal B (porque la sala Fernando Arrabal está partida en dos, para poder hacer dos espectáculos el mismo día, uno en la A y otro en la B) a ver Cómo hemos llegado hasta aquí, del Teatro del Barrio, pero no había sitio para todos. Ha sido emocionante, porque mucha gente quería verla y no cabían todos, y alguno se ha tenido que quedar fuera, y a mí me tentaba entrar, porque, bueno, ya la he visto, pero… Es que es tan tentador colarme sin que nadie me lo impida, y colgarme de una vara… Esto de ser un murciélago es ideal para pasar desapercibido delante de cualquier jefe de sala y de los encargados de Artemad y de Madferia… Pero, no, he pensado “ya la has visto, Marcelo, y a ver si va a ser más interesante observar lo que sucede fuera”. Y así ha sido, me he quedado fuera y me lo he pasado muy bien. Todos se abrazaban con todos… Beso por aquí, beso por allá… “hola, cuánto tiempo”, “pues yo soy de tal sitio o tal otro”. Me apasiona escuchar cómo se presentan y como las compañías o distribuidores intentan que los otros muestren algo de interés en sus espectáculos… Y, bueno, en ocasiones alguno sí que muestra interés, otros, pues no… Vale, que me enrollo…

Algunos estaban ya comiendo en el ambigú, cuando salieron los espectadores que estaban viendo Cómo hemos llegado hasta aquí, y entonces el ambigú se llenó de gente, todos tratando de comer a la vez. Yo me puse a chupar los restos de un café que alguien se había dejado, porque me había entrado sueño después de comerme un muslo de pollo que había en un plato. Y entonces vi que se empezaban a ir casi todos. “¡A la Cuarta Pared!”, dijo alguien, y hacia allá subieron, achicharrados de calor, quejándose bastante todos. Todos. Uno muy impertinente dijo bien alto: “¡Estamos en junio! ¿Os molesta una ola de calor? ¿Qué preferís, entonces? ¿Una ola de crímenes?”

Y así, aunque alguno iba arrastrándose por el asfalto, fueron llegando a Cuarta Pared, que les recibía con los brazos abiertos, y café, té y agua fresquita en la entrada. ¡Todo un regalo! ¡Hasta hilo y aguja le prestaron a una chica para que se cosiera un botón! ¡Y como mínimo dos móviles de programadores se dejaron enchufados cargando mientras todos veían la función!

Del placer y de la muerte se llamaba. Salía Boccaccio, se hablaba de la peste, se bañaban en bañador, representaban momentos de El jardín de las delicias de El Bosco. Era, como dicen en la web, “una danza de la muerte medieval en el aparcamiento del Carrefour un sábado por la tarde”. La compañía era gallega, A Feroz.

Después llegó la hora de volver a Matadero. “¡No! ¡Qué calor va a hacer ahí fuera! ¡Quiero morir!”, dijo uno tan desesperado que ya se estaba subiendo por las paredes. “Ahora es cuesta abajo”, dijo otro. Entonces, el que se había subido por las paredes y estaba ya llegando al techo, con un simple “ah, vale”, se dejó caer al suelo, se incorporó sobre sus dos piernas, y salió por la puerta de la sala. Comenzaron a bajar a Matadero en grupos de dos, tres, cuatro personas… Uno dijo “qué calentito está el suelo”. Otro dijo “es que Ayuso ha puesto un suelo radiante, pero funciona a destiempo”. Y cuando menos se lo esperaban, ya habían llegado de nuevo a Matadero y estaban viendo danza, en la sala Max Aub, Fridge, de la compañía de Arnau Pérez. Mucho abanico durante la representación, mientras los bailarines salían de una nevera, o fridge… Alguno seguro pensó que le gustaría estar ahí dentro.

Cuando Fridge terminó, todos fueron hacia la sala Fernando Arrabal A cantando cosas como “Esto no es el final, esto no es el final…”, o algo así, que acabañan de escuchar en la función. Y entonces, tras meterse en la sala, comenzó la inauguración. Presentada por Marta Alonso, habló el primero Emilio del Valle, presidente de Artemad, agradeció a todos, y recordó a Chete Lera, fallecido hace menos de un mes. Tras ver un bonito vídeo de imágenes de Chete Lera con música de Mozart, hablaron los políticos, una de las cuales, la Levy, hizo un número cómico un poco menos gracioso que el que nos tiene acostumbrados, y luego habló Javier Pérez Acebrón, director artístico de Madferia,  que arrancó varias carcajadas, por ejemplo, cuando dijo que estaba siendo una cálida inauguración (todos habían notado ya el insoportable calor a lo largo del día).

Y entonces dio comienzo la función, Sopla!, una de esas cuyos títulos me ponen de los nervios y me dejan a punto de sacar los ojos a cualquier murciélago que pase por allí, pues ya viene con faltas de ortografía. Pero, bueno, menos mal que el espectáculo estuvo bastante bien. Era circo, con 7 intérpretes, acróbatas, malabaristas, músicos… La compañía venía de Andalucía, Trucacircus, e hizo reír mucho a los asistentes.

Y después, en el ambigú, el anunciado piscolabis ofrecido por Artemad. Javier Pérez Acebrón había dicho que la gente se podía abrazar y besar en el piscolabis, y eso estaban haciendo la mayoría. Y no diré más sobre esos besos y abrazos, que uno es discreto. Me puse a comer unos sándwiches verdes que había sobre las mesas, y mientras pensaba que se me había pasado volando el primer día de Madferia 2022, vi que la mayoría de la gente se estaba yendo a cenar a los bares de alrededor, y yo a dormir a mi caja de cereales (por si no te acuerdas, duermo en un supermercado, dentro de una caja de cereales) y a soñar con los otros tres días de feria que quedaban.

Marcelo, el murciélago

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