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Mientras tantoMarcelo se cuela en Madferia 2022 (III)

Marcelo se cuela en Madferia 2022 (III)


 


Sara Calero en La finitud

(Para leer otras entregas de esta crónica, pulsar aquí.)

Que me están metiendo prisa, que a ver si sigue esta crónica de Madferia, que qué pasó con Ramón y Jorgito, que si tal, que si cual… ¡Qué agobio! Vamos, que tendré que contároslo…

Nos habíamos quedado el segundo día de feria por la noche, en que al salir de una función esos dos impertinentes murciélagos del otro lado del río, Ramón y Jorgito, me atraparon y me amenazaron. Pero todo se quedó en nada… ¡Si ahora incluso están viniendo al supermercado a ensayar un clásico que vamos a hacer! Esa noche me ataron a una viga del ambigú de Matadero y me torturaron leyéndome todos los títulos de las obras de Lope, luego pasaron a las de Tirso, y después a las de Shakespeare. Y cuando acabaron con todo eso, a las de Benavente, y hasta empezaron a leerme una obra de Galdós interpretando todos los personajes entre los dos (Finea ya se había marchado). Y así nos dio la mañana del tercer día de Madferia, sin dormir. Y por la mañana yo tenía que ver un infantil, ese jueves día era el turno de Latas, de la compañía D’Click, un gracioso espectáculo de circo con muchas latas, por todos los rincones. Debajo de los espectadores aparecían latas. Arriba del todo de la grada… En el hall…


Latas a punto de empezar

Estos murciélagos traidores me dejaron ver Latas, y luego me volvieron a agarrar y me ataron a una viga del Plató de Cineteca para que no me perdiera ni una de las compañías que exponían su trabajo en el pitching. Ya me sonaba de otras veces, cada uno habla unos 5 minutos. Es una actividad de esas que molan. Lo digo por el nombre en inglés. Cuando algo mola le ponen el nombre en inglés o le ponen la terminación “ing”. ¿No? Cuando estos días de feria oía decir a algunos que ahora iba menos público al teatro, me daban ganas de sugerirles que lo llamaran “teatring”, a ver si así llenaban las salas…


Una de las compañías de títeres presentado un espectáculo

En el pitching muchas compañías (Titiriguiri, Tarambana, La canica, Montajes en el abismo, Le guignol orthopédique, Navel Art, Periplo, Becuadro, Vidas de alambre, Clásicos de la lírica, Percutor y Telón corto) contaron sus propuestas. Ramón y Jorgito me obligaron a verlas todas, como si fuera una tortura más, ya ves tú… ¡Pero si eso para mí no es tortura! No se lo dije, para que pensaran que estaban triunfando con su tortura…

Después se hizo una presentación de Assitej y Te Veo de proyectos de teatro para la infancia y juventud, y yo ahí empecé a notar algo de cansancio. Recordad que estos plastas no me habían dejado dormir (ellos sí habían dormido, pues se habían turnado para leerme los títulos…) Se me cerraban los ojos. Y mis torturadores cogieron dos palillos del ambigú y al modo La naranja mecánica, pero con palillos de bar, me mantuvieron abiertos los párpados. Después también vi la presentación de una propuesta de la ADE (Asociación de Directores de Escena de España) llamada Por la residencia teatral, que consiste en proponer a los espacios que acojan a una serie de compañías residentes. El proyecto se puede leer aquí.


Guillermo Heras y Carlos Rodríguez presentando
Por la residencia teatral

Tras esas dos actividades, llegó un momento muy emotivo, el de la presentación del libro de los 30 años del Festival Don Quijote de París, a cargo de Luis Jiménez, director artístico de dicho festival, y de Rosana Torres, periodista que guarda memoria de muchas ediciones de muchos festivales de España y del mundo. Parece ser que el día anterior había llegado a todos los asistentes a Madferia la nota de prensa de la despedida de este festival que promociona las artes escénicas y la música española en París, debido a la falta de ayudas institucionales españolas. Y al hablar de ello Luis Jiménez se emocionó. Yo quería emocionarme también pero como no había dormido, y estos dos bestias me habían puesto unos pedazos de palillos de bar para mantener abiertos mis párpados de murciélago (los hay que escriben en servilletas de bar, y los hay que ponen palillos de bar en los ojos a otros murciélagos…), pues no podía. Con los palillos ahí no me salían las lágrimas. Bueno, tampoco es que los murciélagos lloremos con facilidad, pero…


Rosana Torres y Luis Jiménez

En fin, que aquello terminó y mientras los asistentes se iban a comer al ambigú, y aprovechando que entró Finea en la sala y Ramón y Jorgito se la quedaron mirando, escapé para dormir durante un buen rato. ¡No se dieron ni cuenta! Se debieron quedar los tres ahí pasmados, al no encontrarme. No voy a decir dónde me metí, para que no me busquen ahí la próxima vez. ¡Que les den morcilla! Tenía sueño. Eran casi las 15h., y no volví a aparecer hasta las 18h. Es que la función de las 16.30h., Turistas, de Meridional, ya la había visto, así que aproveché para hacer lo que no había podido hacer de noche: dormir a pata suelta. Y así, a las 18h., me metí a ver La finitud, de Sara Calero, un espectáculo de danza con una parte plástica muy potente, y con un vestido en la primera escena que no cabe en muchas fiestas.


Eso del suelo del escenario es la cola del vestido de
La finitud. Los de delante serán programadores. Quizá venidos de lejos.

La siguiente función fue Freak, que ya había estado en el Pavón Teatro Kamikaze y en el Teatro del Barrio, y en ella hay dos mujeres que no se levantan del sofá, y hablan al público, al que le cuentan sus cositas íntimas. A veces demasiado íntimas. Una de las actrices tiene 13 años, se llama Lara Serrano, y la otra es Lorena López, y no sé su edad (si me la encuentro se la preguntaré ni se la preguntaré), pero, eso sí, tiene más años que la otra. No os diré nada más, solo que ambas están fantásticas.


Lara Serrano y Lorena López esperando que entre todo el público para comenzar a contarle sus cosas en Freak

Y el cierre de la jornada fue con un espectáculo de calle en colaboración con 21 Distritos, que se tuvo que celebrar dentro de la Nave de Terneras porque estaba a punto de llover. Sorriso, de la compañía portuguesa , es una tierna historia de dos viejecitos con máscaras y zancos que yo ya había visto en Fundao (por cierto, y no se lo digáis a Finea… me iré a la tercera edición de la Feria Ibérica de Fundao en pocos días…)

No pude entrar a ver Sorriso, porque esos tres malditos murciélagos estaban oteando el horizonte en la puerta de la Nave de Terneras, subidos al tejado de la Casa del Reloj. Así que salí volando a dormir a mi caja de cereales, que no pensaba yo pasar otra noche como la anterior, siendo torturado por dos memos… Y como me fui, no sé muy bien qué pasó esa noche entre los programadores y los distribuidores. ¿Harían negocios?

Continuará…

Marcelo, el murciélago

 


Una lata de 
Latas de la compañía D’Click

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