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AcordeónMarco Aurelio. Una vida contenida

Marco Aurelio. Una vida contenida

 

Todas las escuelas de sabiduría, desde los estoicos hasta Montaigne y Spinoza

 (pero también hasta Alain y Camus) tienen en cuenta por una parte

 la aceptación alegre de lo real y, por otra,

 la lucha contra lo que, en el seno de lo real, puede y debe ser transformado.

 

André Comte-Sponville, La sabiduría de los modernos

 

 

Mantener y sostener aquello el individuo logra por sus propias fuerzas representa el principio máximo de la ética. Ciertamente, el crecimiento moral del individuo no puede quedar circunscrito a un universo clausurado y solipsista, pues necesita de la presencia y del contacto de otros seres humanos en los que reconocerse y con los que completarse. No se vive plenamente una vida humana en soledad, pero sí se elige la vida que quiere vivirse desde la sola instancia de la reflexión y sí se afirma o se niega la dirección de la conducta desde la sola estancia de la conciencia.

 

Marco Aurelio fue capaz de componer sus primorosas Meditaciones, ese vigoroso ejercicio de contención en el dominio de la vida y de vivacidad en el corazón de un contemptus mundi (Ernest Renan), sin renegar por ello de las responsabilidades inherentes a la condición de ciudadano romano y emperador. Durante los veinte años que gobierna Roma y el Imperio, el césar que no quiso serlo tuvo que ocuparse de tareas ingratas, y aun amargas, a lo largo de años de luchas interminables contra la traición y la sublevación interna, contra los bárbaros, las facciones y las sectas. Con todo, Marco Aurelio siempre, en la guerra y en la paz, en la política como en la filosofía, supo discriminar entre barbarie y civilización, entre fanatismo y tolerancia, entre deber para con las costumbres y educación del hábito, entre interés de Estado y sentido de la lealtad.

 

Séneca fue noble señor y hombre de acción (se ocupó in extenso en reflexionar acerca de los conflictos del alma de aquel que se dedica expresamente a los negotia); Epicteto, esclavo y filósofo contemplativo. ¿Cómo pudieron vidas tan poco paralelas llegan a converger en una noción tan próxima de la existencia? Enseñan estos personajes ejemplares que la apertura al mundo compartido, mundo de la vida o mundo común, no contempla una vía de acceso de dirección única, sino un itinerario personal con mapa y brújula propios: el aprendizaje y la vivencia del itinerario no son nunca intercambiables, si de lo que se trata es de vivir la propia vida.

 

Dicho de otra manera: de la proclamación de una ética, cuyo máximo fin es el contento de sí mismo, no se colige necesariamente una ética ensimismada y de estrechas vistas, sino todo lo contrario: un continente que se recorre con generosidad, aunque no a la carrera, porque en él manda la voluntad y la libre decisión, no el frenesí ni la coacción. Con estas garantías, el sujeto puede avanzar hacia cualquier parte, sabiendo en cada momento dónde está y con la seguridad de que es capaz de reconocer el camino de vuelta a casa, a la morada de la moral.

 

 

Este texto corresponde al capítulo quinto del libro Marco Aurelio. Una vida contenida, publicado por Ediciones Evohe

 

 

Fernando R. Genovés (Valencia, 1955), escritor y ensayista, es doctor en Filosofía y premio Juan Gil-Albert de Ensayo, 1999. Ha ejercido la enseñanza durante veinticinco años y es autor de numerosos artículos en revistas especializadas, entre ellas Claves de Razón Práctica, Debats, Revista de Occidente y El Catoblepas. Anima el blog Los viajes de Genovés

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