En un sublime artículo interactivo del New York Times, el crítico de arte Jason Farago nos desvela uno de los secretos más sorprendentes de la historia del arte estadounidense: lo que hay detrás del austero trabajo de Jasper Johns con el título In Memory of my feelings. Cuando Johns volvió de la guerra en Japón para establecerse en un espartano estudio de Pearl Street en el Lower Manhattan, el panorama artístico del momento estaba repleto de efusivas y excéntricas demonstraciones de la genialidad de pintores del calibre de Bernett Wellman, Mark Rothko, Jackson Pollock o Willem de Kooning. Al expresionismo abstracto de sus colegas y a los “grandes gestos visibles” Johns prefería la introversión y refinada sutileza del gris: “no quería que mi trabajo fuera una exposición de mis sentimientos”, dijo en una ocasión el artista.
Jason Farago se detiene sobre todo en las obras del primer período donde la “calidad antipictórica” desvelaba solamente en parte aquellos objetos introducidos por el pintor que rompían de forma sorprendente con la ilusión visual. En la famosa representación de la bandera americana, por ejemplo, Johns decidió añadir cera de abeja al pigmento habitual. El resultado le proporciona más materialidad al lienzo que, según Farago, recuerda a la pintura de los retratos funerarios egipcios. Y si la mirada se acerca un poco más podrán verse entonces pedazos incrustados de papel que confunden y al mismo tiempo rechazan la impresión tradicional de la obra de arte. A través de un análisis riguroso de las obras más significativas de Jonhs y de sus contemporáneos, Farago nos ofrece no solamente una interesante lección de arte sino sobre todo la posibilidad para el lector de enfocar la mirada donde no suele detenerse.
Dónde: Whitney Museum of American Art, Nueva York
Cuándo: Hasta el 23 de febrero