De acuerdo con Bertelsmann, España suspende en justicia social, nada menos que ocupando el puesto 25 dentro de los 28 países de la Unión Europea. Y el retrato que hace la OCDE no es mucho más favorable. De acuerdo con sus últimos datos, España se coloca entre los países más desiguales de la organización, con un índice Gini situado en los 0,35, por encima de la media, y por encima de los niveles que tenía tanto en 2007 como en 2010. Sólo superan a España en desigualdad Letonia, Reino Unido, Estonia, Israel, Turquía, Estados Unidos, México y Chile. Los mejores registros son para Islandia, Noruega, Dinamarca, Eslovenia y Finlandia, con un índice Gini que ronda el 0,25. La recuperación económica no ha favorecido una reducción de la desigualdad ni en España ni en el conjunto de la OCDE. (Si pincha sobre el gráfico lo podrá ver más grande).
España también sale muy mal parada cuando se analiza los ingresos reales medios procedentes del trabajo. El 10% que menos renta recibe ha sufrido una caída de sus ingresos del 15% de media anual entre 2010 y 2014, mientras que tanto los ingresos medios como el 10% más rico ha sufrido reducciones de un 5% anual. Según describe el documento de la OCDE, en España, a pesar de un largo periodo de fuerte creación de puestos de trabajo, la persistencia de altas tasas de paro de larga duración, la caída de los salarios reales y la segmentación del mercado laboral han dado lugar a una fuerte caída de las rentas del trabajo, especialmente para quienes tienen menos ingresos.
En Grecia, como se observa en el gráfico bajo estas líneas los descensos han sido más similares entre todos los niveles de ingresos. Pero en Portugal la situación ha sido peor que en España, puesto que el 10% de la población que menores rentas del trabajo recibe ha sufrido un recorte del 20%, debido al elevado paro de larga duración y a la congelación del salario mínimo, frente a la media y al 10% que más rentas recibe, cuyo descenso ha rondado el 5% anual.
En países como Chile, Hungría, Turquía, Corea, Islandia, Nueva Zelanda, Polonia, Reino Unido o Estados Unidos, el 10% de la población con menores ingresos ha registrado mejoras que superan tanto a la media de la población trabajadora como al 10% más rico.
En el conjunto de la OCDE, entre 2007 y 2014, los ingresos mermaron más para quienes reciben menos rentas salariales que para la media, y frente al ascenso registrado por el 10% de la población con mayores ingresos. Ello implica que el crecimiento de la desigualdad se explica más por la caída de las rentas de quienes ya recibían los ingresos más bajos, que por el deterioro de las clases medias o por la mejora de los ingresos salariales de quienes más cobran por su trabajo.
Políticas de redistribución
Ésta es la desigualdad que genera el mercado de trabajo. Pero, ¿qué ocurre cuando interviene el Estado?, ¿en qué medida los impuestos y las transferencias de rentas tal y como están diseñados en cada país son eficaces en la reducción de la desigualdad?, ¿qué países son más eficaces y cuáles menos?
El gráfico bajo estas líneas muestra que, de media, en la OCDE, la intervención pública reduce la desigualdad en un 27%. Aunque hay países que lo hacen mucho mejor, como Irlanda, Eslovenia o Finlandia, donde se reduce en cerca de un 40%. Mientras que hay otros en los que la intervención estatal es prácticamente inapreciable, como en México o en Chile.
España reduce la desigualdad en algo menos del 30% con la intervención pública, niveles en los que coincide en la tabla con Suecia, Italia o Islandia. Lo bueno en nuestro país es que el Estado es más eficaz en 2014 que en 2007 en la reducción de desigualdades, pero lo malo es que no ha progresado desde 2010, lo que implica que no se está aprovechando la recuperación económica para poner en marcha políticas redistribuidoras más eficaces. (Si pincha sobre el gráfico lo podrá ver a mayor tamaño). La desigualdad crece, pero la redistribución se estanca.
Como resumen, la desigualdad de mercado en los países de la OCDE ha crecido casi cuatro puntos desde 2007 hasta 2013. La que tiene en cuenta las transferencias y nos los impuestos ha subido dos puntos en este periodo, y casi en esa misma dimensión la que contabiliza tanto transferencias de rentas como impuestos. Ello implica que los Estados no han hecho lo suficiente, no se han esforzado en el diseño de políticas redistributivas para compensar en su totalidad los efectos de la crisis.
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