Los héroes clásicos reflejados en los espejos cóncavos y convexos del Callejón de Gato dan el esperpento. Para dar cuenta de la realidad de España se precisa de una estética sistemáticamente deformada. Si la palabra lúcida de Max Estrella sigue resonando en nuestros podridos magines cada vez que sube a escena, eso quiere decir o bien que don Ramón María del Valle-Inclán era un genio o bien que España no mejora. También podría ser por ambas cosas: la una no quita la otra. «Luces de bohemia» es una de esas obras de teatro tan plagada de intríngules políticos y estéticos que cada generación de españoles haría bien en enfrentarse a ella como lectores y espectadores. Oriol Broggi ha hecho algo más llevándola a escena en la Biblioteca de Catalunya.