
A mi estas cosas me pasan o por ser una berzas o por ser una bocas, vaya usted a saber, el caso es que me pasan y son de lo más extrañas. Y aunque, en general, la gente ha perdido la perola yo miro a mi alrededor e interrogo a amigos/as y a ellos no le suceden estas cosas tan kafkianas. Perdonad que inicie este post comunicándoos mi indignación sin contaros antes por qué estoy indignada, pero es que la situación me supera. A lo que voy: hace unos meses escribí un post titulado chicos ambiguos aludiendo a un artista gráfico que había conocido y que me había mandado un mail diciéndome que le gustaría conocerme más.
Huelga decir que no estuve fina en mi respuesta y que tendría que haberle contestado “¿conocerme desnuda o vestida?”, como apunta mi colega Yolanda. Al menos así no hubiera habido lugar a malentendidos. O simplemente a no entendidos porque después de decirle que me invitara a un café para conocerme más (que era lo que afirmaba desear) nunca más se supo….
Total que en aquel post divagaba sobre esos chicos ambiguos que si pero no, que parece que tal pero cual y que una no sabe a qué atenerse. Y toma, recibo un mail de un colega de profesión que me hace caerme de la silla. Literal. Porque éste de ambiguo nada, más bien con el hacha en la boca. Y ni lo uno ni lo otro coño.
Pues me dice el colega, con el que tenía que quedar por motivos profesionales, que tiene ganas de verme y, cito literalmente, “que quiere invitarme a gazpacho para seducirme y poder así comerme los morros sin piedad y tener luego un rollito de verano guapo”: “Tócate los cojones MariLoli”. ¿Qué? ¿Es para caerse o no de la silla? El tío me suelta esto por correo electrónico y le he debido de ver cinco veces en mi vida y nunca hemos tenido alguno.
Los tíos, yo creo, que con los mails se les calientan las yemas de los dedos, como dice mi amiga María. Ahora que recuerdo es verdad que en una ocasión hubo un tipo cuyo nombre ahora mismo no me apetece recordar (hola Joaquín) que me habló de matrimonio y de tener hijos también por correo electrónico. Poco convencional el chaval. Y nada, claro, ni lo uno ni lo otro…Pero, aparte de esa propuesta matrimonial, nunca antes me habían invitado a una sesión de morros por mail. Hasta ayer. Y digo yo, ¿a la gente qué hostias le pasa? ¿Esto no se puede hacer siguiendo el método tradicional, es decir, cara a cara, en un bar o en una terraza, después de haber hablado al menos, media hora? ¿El personal sufre de euforia o qué hostias es esto? ¿Acaso es la estrategia de este colega y ha enviado ese mail a 200 redactoras en lo que va de semana o qué?
Mi amigo Dani, que aunque es gallego y de pueblo, es un lince para estas cosas me apunta teorías interesantes. Llama su atención poderosamente que me diga “comerte los morros” y me dice que ni que fuésemos marranos. Es verdad joder, se pueden decir cosas más delicadas, ¿no? Tipo “besarte, comerte la boca”. Hombre, no pido una poesía pero otra cosa que comerte los morros. Pero, donde Dani lo borda (y tengo que reconocer que la idea es suya porque si no luego me ladra desde Porriño) es cuando me pregunta si el chico es temporero. Porque claro, habla de tener un rollito de verano. Y es verdad, yo pensaba que era del sector periodístico pero va a ser que trabaja en la recogida de la fresa. Lo digo por lo de aquella canción de Sabina de “princesa con la boca de fresa”.
Ah, y para los siguientes que queráis enviar propuestas por mail que sepáis que no me gusta el gazpacho. Es más, lo aborrezco. Así que intentadlo con otra cosa.