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Me llamo Perú, con R de racista

 

Sólo una vez, el Perú ha tenido una película entre las cinco nominadas al Oscar para la mejor película extranjera. El filme se llama La teta asustada y la protagonista es la actriz peruana Magaly Solier. En marzo del año 2010, esa noche en que la película peruana perdía la estatuilla dorada ante la magnífica El secreto de tus ojos del director argentino Juan José Campanella, los medios de comunicación anunciaban records de sintonía para la ceremonia transmitida desde Los Angeles y el Presidente de la República le rendía su homenaje a esa bella muchacha de la sierra peruana que se había robado la atención del jurado. Las cámaras de televisión transmitían desde la ciudad de Huanta, orgullosa cuna de Solier; hasta Manchay, el humilde asentamiento humano en la zona suburbana de Lima donde se había rodado el filme.

 

Hace unos días, el tabloide Perú21, una empresa del grupo El Comercio, publicó una nota donde Solier, aún fresca en la experiencia de ser madre declaraba que «no haría desnudos a menos que me paguen bien». Pronto, los lectores de la edición en Internet llenaron la sección de comentarios con una andanada de insultos. Acá una lista de los comentarios (que estuvieron colgados durante algunos días) y que recopiló el sociólogo Jorge Bruce en su columna de esta semana en el diario La República

 

1. «¿Y qué tienes para mostrar? Wanaca porque no te regresas a tu tribu a rascar la tierra?»

2. «A nadie le interesa ver un cuy caviar (sic) desnudo»

3. «La chica que ayuda en la casa está más ricotona que esta llama flaca. Arranca atorrante, quién va a querer verte calata??? Fuira pedorra»

4.»Jajaja que repugnante ver a una auquénida metamorfoceada (sic) calata!!!»

5.»Si con ropa eres para correr, sin ropa ver su asnasiqui… va a dar pesadillas y arcadas»

6.»Bacán, pero te afeitas esa papa».

 

Si asquea el espantoso nivel al que pueden descender los lectores de un diario que se precia de ser «la versión económica del diario El Comercio», indigna que los editores encargadas de velar por cierta altura en las discusiones, tarden tanto en reaccionar ante estos ataques.

 

Más me preocupa la opción –no tan descabellada, si has vivido en el Perú– de que quienes velan por el nivel de los comentarios en Perú21 hayan considerado estos ataques a Solier dentro de los límites de «lo que en el Perú está permitido». Total, lo que estos racistas anónimos le han dicho a ella, no es peor que lo que se dicen en las agitadas calles de Lima, a diario, pasajeros y transeúntes exaltados.

 

«El que no tiene de Inga, tiene de mandinga» cantaba Arturo «Zambo» Cavero, manifestando nuestra orgullosa condición de mestizos. «Todas las sangres» titulaba su novela José María Arguedas, luchando por abarcar aquella mezcla de culturas que significa la peruanidad. Sin embargo, en cualquier día del año 2013 no es poco común escuchar por las calles de esa ciudad que se autocalifica de «moderna», los vituperios, los obscenos simplificadores que igualan la ignorancia, la falta de cultura y/o la estupidez, con la raza de quien es atacado.

 

Magaly Solier además de actriz es cantante. Además de artista es una luchadora que ha prestado su imagen para una serie de campañas que promueven sus ideales políticos. Es una mujer de izquierda a quien le preocupa hablar en quechua cada vez que se le permite y dar su opinión a favor y en contra de los políticos que admira y/o desprecia.

 

Tal vez por eso la virulencia.

 

Sin embargo, es patético que para establecer una posición política contraria a la de ella, los comentarios ataquen su color de piel o su cultura. Que aquella gente apueste a que el insulto racista le provoque malestar, la silencie o, por lo menos, se gane la risa cómplice de algunos lectores peruanos.

 

«Land of the Incas» dice un comercial que he visto en las revistas y en los cartelones de Nueva York,  promoviendo el turismo con la imagen más famosa de lo que hicieron nuestros antepasados: Machu Picchu. Esa magnífica ciudad entre las nubes que construyeron esas llamas flacas, esos auquénidos, esos huanacos, esos cuyes, cuyas grandes virtudes y posibilidades, Solier representa.

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