Desde hace años, el mercado del carbono está siendo aprovechado por instituciones públicas y privadas en todo el mundo con el único objetivo de especular y robar tierras, creando en torno a ello una de las violaciones de los derechos humanos más silenciadas y amparadas bajo el paraguas de la crisis climática o movimiento verde.
Sin embargo, la realidad es muy distinta de la que nos quieren mostrar, ya que ha dado origen a provocar daños graves a los pueblos originarios más expuestos a los impactos de las industrias extractivas y a los efectos de la crisis climática. Así lo denuncia en un comunicado de prensa el Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales junto a numerosas otras organizaciones internacionales de defensa civil.
La COP 28 muestra la realidad que durante años vengo denunciando año tras año y que solo sirve para negociar entre países, como bien han revelado diferentes medios de comunicación. Se llegan a tomar acuerdos pobres que después ni siquiera se cumplen hasta de nuevo la próxima COP, y así sucesivamente sin solucionar nada.
El comunicado de estas organizaciones avisa que la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático en los Emiratos Árabes va en camino de convertirse en el más grande evento de promoción de los mercados del carbono de todos los tiempos. El fraude y el daño a las comunidades locales provocados por los proyectos de compensación de carbono han sido ampliamente estudiados. Ejemplos recientes son el desplazamiento forzoso del Pueblo Ogiek de la Selva de Mau en Kenya para dar cabida a proyectos de compensación de carbono.
Las víctimas silenciosas son, como de costumbre, las poblaciones locales y los pueblos indígenas a quienes se les despoja de su territorio con la disculpa de proteger una zona que siempre ha estado protegida por los mismos pueblos a quienes se expulsa. Las violaciones de los derechos humanos en nombre de “soluciones basadas en la naturaleza “o “soluciones climáticas naturales” o el llamado “carbono azul”, deben de pararse de forma inmediata en aquellos lugares donde afecten a poblaciones humanas.
Los mercados de carbono, termina diciendo el comunicado de prensa, no son una solución al cambio climático. Lo que se necesita de manera urgente es un énfasis renovado en mantener los combustibles fósiles en el suelo, y compromisos por llevar a cabo acciones climáticas reales basadas en la equidad y la justicia.
Por otro lado, en todos los eventos internacionales donde se discute la crisis climática, sólo se habla del CO2 como principal componente que contribuye al efecto invernadero. Pero ocultan a sabiendas que existen otros de igual importancia con los que no se realiza ningún esfuerzo para disminuir sus efectos al clima, como son: los compuestos químicos artificiales muy potentes en múltiples usos industriales, los aerosoles, la producción de aluminio, de aislantes eléctricos, los clorofluorocarbonos, el óxido nitroso, motores de avión, fabricación de nailon y ácido nítrico, el uso masivo de fertilizantes nitrogenados en agricultura intensiva, el vapor de agua producido por el calentamiento del mar, el metano, los cultivos de arroz, emisiones del tracto intestinal de ganado entre otros.
Jutta Kill, del Movimiento Mundial por los Bosques ha exclamado: “El comercio de bonos de carbono es temerario e irresponsable. Se ha perdido demasiado tiempo intentando mejorar un concepto que está estructuralmente errado. Demasiados proyectos han llevado al acaparamiento de tierras y han causado conflictos y daños a comunidades locales, campesinas e indígenas”.
Por otro lado, Devlin Kuyek de GRAIN ha denunciado que “los mercados de carbono, los mecanismos de compensación y las remociones de carbono no pueden brindar soluciones a la crisis climática. Estos han creado un sistema que permite a las corporaciones contaminantes y los países ricos retardar la acción y obtener ganancias de la crisis. Aunque sigan regulaciones de Naciones Unidas o cuenten con su aprobación, la compensación de las emisiones de carbono en todas sus formas, incluyendo REDD y las llamadas “soluciones basadas en la naturaleza” o el “carbono azul”, son un fraude y deben abandonarse.”
Según Survival, la COP 28 amenaza a los pueblos indígenas. Los derechos, los territorios y los medios de vida de los pueblos originarios deben respetarse y protegerse en cualquier propuesta de mitigación del cambio climático, y esto no ocurre en la actualidad.
Aunque el artículo 6.4 del Acuerdo de París, prevé la posibilidad de establecer un mercado mundial de compensación de carbono, para Survival es una propuesta extremadamente peligrosa ya que como está ocurriendo en la realidad, se puede incurrir en el robo de tierras, mediante sistemas que no garantizan los derechos humanos ni la calidad y provocan nulidad de consulta o sometimientos reales a los dueños de las tierras.
Esta organización en defensa de los pueblos indígenas hacen un llamamiento a la COP28 para reconocer y respetar los derechos territoriales de los pueblos indígenas, excluir los sistemas de compensación de carbono basados en la tierra de todos los acuerdos mundiales sobre el clima, desarrollar sistemas más sólidos para los derechos y la calidad, consulta y consentimiento genuinos ante cualquier propuesta que pueda afectar a los pueblos originarios y rechazar estándares débiles.
Sin embargo, estas peticiones que deberían ser cumplidas debido también a la declaración de los derechos de los pueblos indígenas formulada por Naciones Unidas, seguramente ni se tratarán ni se tomarán en cuenta. Los representantes de los pueblos indígenas que han acudido a todas las COP, han sido siempre desplazados para no ser escuchados y nunca han intervenido de forma directa en las negociaciones ni tampoco se les ha tomado en cuenta de sus peticiones. No hay que olvidar que se siguen asesinando a líderes indígenas y protectores del medio ambiente por defender sus tierras y se siguen expulsando a pueblos indígenas enteros de asentamientos que son de su absoluta propiedad.
Al igual que no se puede declarar una zona protegida expulsando a sus habitantes y sin contar con ellos, tampoco se puede realizar ningún proyecto verde sin contar con su consentimiento y aprobación.
Los políticos, al igual que algunas corporaciones multinacionales y conservacionistas, necesitan de una reconversión de sus mentes y en lugar de fomentar este mercado de carbono que se convierte en dolor y sangre para muchos pueblos indígenas, concederles la propiedad de todas sus tierras y su protección. Todos ellos viven en el 80% de los territorios de alto valor ecológico para nuestro planeta. Reconocerles sus tierras es el mayor y mejor mercado que se podría realizar para paliar la crisis climática y de esta forma evitar también la especulación y el negocio existente en corporaciones y gobiernos.