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¿Merece la pena pagar 200.000 dólares por un máster en gestión de empresas en Harvard?

 

¿Por qué quieres realizar un MBA (master en gestión de empresas) en Harvard?, le pregunté a Yael Farache, una joven francesa y futura candidata a ingresar en esa universidad estadounidense.

—Porque quiero fundar mi propia empresa.

—Una empresa… ¿de qué? 

—Mi pasión es la danza. Me gustaría enseñar a mujeres de todas las nacionalidades del mundo a bailar y que a su vez utilicen su aprendizaje para enseñar a otras profesionales.

—¿Y gastarías 200.000 dólares (145.000 euros) en hacer un máster en Harvard Business School (HBS) para emprender tu negocio? 

—Esa pregunta me recuerda a una conversación que mantuve con un hombre cuando estaba en el último año de mi universidad. Le comenté que quería estudiar un MBA (máster en gestión de empresas), él me dijo: “Tú no quieres estudiar un MBA, tú lo que quieres es estudiar el mejor MBA del mundo” (refiriéndose a Harvard).

 

¿Ofrecía Harvard el mejor MBA del globo o los estudiantes pagaban 200.000 dólares por poner en su currículo Harvard graduate (graduado en Harvard)? 

 

La pregunta me cautivó desde su inicio. Supongo que por eso decidí realizar este reportaje financiado por microfinanciación con la ayuda de la plataforma Información Sensible.

 

Estaba en París trabajando como periodista freelance y como becaria en la Cámara de Comercio Internacional (ICC). Vivía con mi hermano pequeño, José Ramón Mantiñán Búa, quien también estaba de prácticas en la ICC. Sumando las dos remuneraciones que recibíamos cada uno no llegábamos a los 1.000 euros mensuales, teniendo en cuenta que pagábamos 700 euros en la renta de nuestro apartamento situado en la La Motte-Picquet-Grenelle, a cinco minutos andando de la Torre Eiffel: “La gente paga por prestigio, por tener grandes nombres en su CV”, me comentó un día mi hermano.

 

—Hoy Harvard organiza unas charlas en la sede de la multinacional Deloitte, en París, para informar sobre su MBA. Yo voy a ir, ¿quieres venir?, me dijo José Ramón.

—¿Por qué no?, le respondí.

 

Durante la conferencia tuve la oportunidad de conocer a futuros candidatos interesados en ingresar en Harvard Business School, como la joven Yael, así como a estudiantes franceses que ya habían pasado por el campus de Boston (Estados Unidos) de Harvard, tales como Frederik Genta y Camille Thyan.

 

—Siempre supe que quería abrir una empresa, desde que estudiaba en el instituto, solo me hacía falta saber cómo hacerlo. Por eso decidí empezar un MBA. Solicité mi ingreso en las universidades de Harvard y Standford. Me aceptaron en Harvard, así que lo acepté sin pensármelo dos veces, dijo el joven empresario, Camille Thyan, durante el evento.

 

Después de finalizar su máster en Harvard en el año 2012, Camille logró su objetivo. Ahora es co-fundador y director ejecutivo de su propia empresa: PayPlug. Sin embargo, su currículo era bastante más que impresionante antes de que fuera aceptado en la universidad americana. Había trabajado como analista para la multinacional americana McKinsey & Company, así como en el equipo de estrategia de ventas de Google, además estudió en McGill University, la universidad más prestigiosa de Canadá. Pero la experiencia no le resultó precisamente “barata”.

 

Cursar un MBA en Harvard tiene un coste de 91.200 dólares anuales, teniendo en cuenta que el programa tiene una duración de dos años, el coste total asciende a 182.400 dólares (incluidos los gastos de vivienda, dietas y seguros médicos). 

 

A esos 182.400 dólares ha de sumarse los “gastos extra como los viajes, salidas nocturnas, cenas y comidas que se organizan en los clubs estudiantiles; esenciales para hacer contactos”, asegura Thyan. Es decir el costo total rondaría los 200.000 dólares (145.000 euros).

 

Es cierto que más del 50% de los estudiantes consiguen algún tipo de financiación; pero aún así la mayoría de las ayudas no cubren el 100% de los gastos. “Formé mi empresa en 2012, justo al acabar mi MBA en Harvard. La compañía está creciendo, estamos contratando a nuevos trabajadores pero sigo teniendo deuda”, afirma Thyan y asegura que cuenta con solventes préstamos para afrontarla. “La mayoría de los graduados de Harvard consiguen ayudas para sus estudios o préstamos familiares. Cuando finalizan el programa su deuda no supera los 80.000 dólares (58.000 euros)”, añade Thyan.

 

En este sentido, Iñigo Amoribieta –español graduado en Harvard en 2006– me dijo en una entrevista telefónica que “sí que merece la pena” estudiar en Harvard. “Antes de ingresar en Harvard cobraba por debajo de las seis cifras y después de Harvard llegué a ganar ampliamente por encima de 100.000 euros anuales”, asegura Amobirieta. Además, añade que la consultora para la que trabajaba McKinsey, en Estados Unidos, le financió todos los costes del MBA. “La mayoría de los españoles con los que coincidí tenían becas, y consiguieron pagar la deuda dos o tres años después de finalizar en Harvard. Me acuerdo que en la primera cena de graduados, organizada cinco años después del máster, la mayoría de ellos habían comprado su vivienda (a precios elevados) y no tenían problemas financieros”, afirma Amoribieta. Acorde a las estadísticas de la página oficial de HBS, en el año 2012 el 89% de los alumnos consiguieron trabajo al finalizar su MBA. La media de sus ingresos salariales es aproximadamente de 120.000 dólares anuales (87.000 euros).

 

En cuanto a la financiación, hay distintas posibilidades: Harvard ofrece subsidiar parte de los estudios 32.000 dólares anuales (becando al 50% de los alumnos), una vez que el estudiante ha confirmado su ingreso. Además, en cada país hay organizaciones que tienen fondos destinados a becar a graduados de Harvard. 

 

Por ejemplo, en Francia es posible acceder a la beca de Arthur Sachs (5.000-40.000 dólares) o la beca Fulbright (20.000 dólares anuales más la renta y los gastos del viaje). En España son conocidas las becas de la fundación Rafael del Pino, así como las de Real Colegio Complutense.

 

 

El dinero no basta

 

—En París hay un club de Harvard Business School (HBS), os recomiendo que os paséis si queréis recibir más información, dijo Camille Thyan antes de terminar la conferencia en Deloitte. Así que me acerqué hasta el club.

 

Ubicado en el número nueve de 9 la avenida Franklin D. Roosevelt de París, en la majestuosidad de los Campos Elíseos, bajo la hojarasca otoñal esparcida por sus aceras, está la oficina de Harvard Business School Club de France. En un pequeño  despacho, escondido en el edificio, trabaja Claire Delaunay, la delegada general de HBS Club de France. Me acerqué hasta su oficina para pedir información.

 

—En Francia, ¿cuántos alumnos suelen presentarse para estudiar el MBA de Harvard?, le pregunté a Claire Delaunay

—Unos 150.

—¿Cuántos son escogidos?

—Solo entran diez o incluso menos, me respondió

—¿Considera que solo ingresan los que han estudiado en las mejores escuelas o los que provienen de buenas familias?

—No lo creo, me dijo. (Su mirada resultaba sincera). Creo que Harvard busca perfiles muy concretos, que no son fáciles de encontrar.

 

El proceso de ingreso de Harvard es uno de los más difíciles del mundo. De entrada, se requieren cuatro años de experiencia laboral. Tan solo 932 candidatos de todo el globo accederán al deseado campus de Boston en el año 2015, de un total de las 9.315 solicitudes que el equipo de admisiones recibe cada año. Es decir, solo acceden un (12%), según informa HBS en su página web.

 

“Del total de estudiantes que ingresan suele haber 600 americanos (66%) y 300 internacionales, que la gran mayoría son indios y chinos (15% de asiáticos), porque estas dos potencias no paran de crecer y porque están llenas de futuros talentos. El resto se divide en una gran número de británicos, 10 franceses, 5 españoles, 5 italianos (9% de europeos)… A veces pienso que el número fluctúa según la situación económica del país”, me dijo otro de los graduados del máster de Harvard, Frederik Genta (Francia, 1981), bromeando durante la entrevista realizada en la sede de Google en París, donde trabaja como manager en gestión de venta.

 

Los entrevistados recomiendan ser honesto a la hora de escribir las cartas de presentación (essays) para acceder a la universidad. “Si escribes que tu objetivo es crear tu empresa, debe aparecer algo en tu currículo que muestre que tienes iniciativa propia, aunque solo hayas sido el presidente del club de debate de tu universidad”, asegura Thyan. También aconsejan que los candidatos pidan a profesionales, que les conozcan de cerca, redactar sus cartas de recomendación (algunos incluso sugieren que el candidato escriba su propia carta y luego se la entregue a su referente para que la firme). “El proceso de admisión lleva una media de seis meses, dedicando tiempo completo. Si no estás seguro que quieres entrar en Harvard, recomiendo que ni empieces, porque no creo que te acepten”, añade Genta.

 

Cada año Harvard organiza tres rondas para que los candidatos envíen sus solicitudes: en septiembre, enero y en abril. Sin embargo, se recomienda empezar antes de abril para tener más posibilidades de acceder a becas.

 

Durante mi conversación con Claire Delaunay, así como los distintos entrevistados, y después de analizar que solo un 10% del total de los candidatos son admitidos, me llevó a la siguiente conclusión: no solo por tener dinero se entra en Harvard.

 

 

La formación de un líder

 

—¿Has estudiado en Harvard?, le pregunté a Claire al final de la entrevista.

–No, me hubiese gustado, pero no tuve la oportunidad. Dicen que es una experiencia muy especial. Todos los estudiantes que he conocido son…, como diría yo… tienen algo distinto, creo que se puede decir que son brillantes.

—¿Qué es lo que busca Harvard?

—Quiere formar líderes.

 

La creación y formación de un líder siempre fue y es la filosofía de Harvard, aunque lo importante es encontrar una definición que explique qué es un líder. “En Europa tenemos la idea de que el liderazgo lo lleva cada individuo de manera natural, como Napoleón. Yo creo que un líder se puede formar, se puede enseñar a hablar en público, a debatir, a expresar las ideas, a tomar decisiones. Y eso es lo que te enseña Harvard”, me dijo Genta durante nuestra entrevista en Google. 

 

“Te puedo asegurar que en mi caso la capacidad de liderazgo la he adquirido a base de formación, yo no era uno de esos líderes absolutos de patio de colegio. Pero a día de hoy, tengo la responsabilidad de coordinar a un gran número de personas, y muchos de esos chicos populares de instituto no han llegado tan lejos”, asegura Amobirieta.

 

—¿Qué es un líder?, le pregunté a Thyan

—Alguien que sabe tomar una decisión con poca información y que es capaz de inspirar a otros.

—¿Por qué crees que solo el 10% de los candidatos consiguen ingresar en Harvard?

—Porque no todo el mundo tiene la capacidad de ser emprendedor, de tener liderazgo empresarial. Muchos piensan que sí son capaces, pero Harvard busca a aquellos que puedan de tomar decisiones pensando a largo plazo.

 

Algo que me sorprendió durante mis entrevistas es que cuándo les preguntaba por qué escogieron Harvard, la mayoría me respondía: “Porque es una experiencia única”, “porque quería tener más confianza en mí mismo”, “porque quería emprender mi negocio y no sabía como…”, pero ninguno me respondió: “Porque quería ganar más dinero”. Lo que me llevaba a pensar que la mayoría de los estudiantes querían ingresar en Harvard por criterios emocionales, y no racionales.

 

—Harvard no me sirvió tanto para aprender conceptos intelectuales, sino interpersonales, para saber marcar la dirección de una empresa, me dijo Iñigo Amoribieta.

—¿Y para las relaciones interpersonales hace falta Harvard o una vida llena de  experiencias?, le pregunté.

—Si eres trabajador y te rodeas con gente más inteligente que tú, siempre vas a sacar provecho. Se puede decir que Harvard acelera esas experiencias ya que en dos años tienes la posibilidad de analizar con tus compañeros más de 700 casos de decisiones empresariales. Son esas conversaciones las que me han ayudado cuando tenía que tomar decisiones años más tarde, como CEO de una empresa.

 

 

La idea del prestigio

 

Harvard es conocida por ser la institución de enseñanza superior más antigua de Estados Unidos. De hecho, se fundó antes que el propio país en el que se encuentra. Sus primeras clases empezaron en 1636, cuando la Unión Americana aún era una colonia inglesa y su primer nombre fue New College. Su antigüedad, así como su obsesión por el liderazgo han sido su marca distintiva. 

 

Miembro la Ivy League, que agrupa a las ocho universidades más antiguas y prestigiosas de Estados Unidos. Sin embargo, Harvard tiene un nuevo y joven competidor: Standford.

 

“Los programas de MBA de Harvard y Standford me parecen de los mejores del mundo, más allá de las clasificaciones internacionales, creo que su calidad se mide por el número total de candidatos contra el número de solicitudes que reciben”, afirma el directivo español.

 

Examinando el número de admisiones, es más difícil entrar en Standford que en Harvard. Los datos confirman que solo un 5,7% de candidatos ingresan en Standford, frente al 12% de Harvard. Además, el salario medio en Standford es de 125.000 dólares anuales, superando los 120.000 de Harvard, y el 94% de sus estudiantes consiguen un trabajo a los noventa días de terminar su MBA, porcentaje también superior al 89% Harvard.

 

Entre 1983 y 2004, Harvard consiguió más dinero que cualquier escuela de enseñanza superior, pero Stanford encabezó en 2005, y cada año desde entonces, la lista de ingresos. En 2012, Stanford se convirtió en la primera universidad en recaudar mil millones de dólares en un solo año. Harvard recaudó solo 650 millones de dólares.

 

Pero el factor más obvio que explica el ascenso de Stanford, es su relación íntima con Silicon Valley, cuyas empresas se han convertido en la tecnología y los motores de crecimiento de la economía estadounidense. Ken Auletta detalla en un artículo de la revista New Yorker que Standford y Silicon Valley crecen juntos. 

 

Se alimentan mutuamente. Estudiantes de Stanford fundaron HP, Yahoo, Google, Instagram y Snapchat. Mark Zuckerberg comenzó a crear Facebook en Harvard, pero dejó sus estudios y se mudó a Palo Alto para hacer algo más grande, según informa el periodista Will Oremus en su artículo: ¿Es Standford el Harvard del siglo XXI?

 

—¿Qué es para ti el prestigio?, le pregunté a Genta durante nuestra entrevista en la cantina de Google.

—Creo que la idea de prestigio ligado a la perfección y a la clase ha pasado de moda. Para mí el prestigio es la capacidad de innovar.

—¿Qué es lo más importante que has aprendido en Harvard?

—Lo que más me ha gustado es que en Harvard nadie te dice: “Esto no se pude hacer” cuando propones una idea, sino que alumnos y profesores te impulsan a crear.

—¿Y en Google ponen barreras?

—Tampoco, de hecho tiene una filosofía parecida a Harvard, me respondió.

 

Empezaba a entender por qué muchos de los graduados de HBS acababan trabajando para empresas como Google, donde solo unos pocos podían apreciar la importancia del proceso creativo, en una sociedad en la que por desgracia el talento ha dejado de ser la medida para valorar el trabajo.

 

 

Los contactos

 

Pero además de liderazgo, y seguridad en uno mismo, Harvard también ofrece una buena agenda de contactos. “Hay determinados puestos de trabajo a los que no tendría acceso si no fuera por Harvard. Simplemente porque si has estado en la universidad te encuentras con profesionales con carreras de éxito. El día que necesiten a alguien para una buena posición laboral, seguramente estarás en su lista de cinco o seis candidatos”, asegura Amoribieta.

 

“En Harvard siempre analizas los casos formando equipos con cinco o seis personas de tu sección, pasas tanto tiempo con ellos que al final se acaban convirtiendo en grandes amigos”, asegura el empresario francés, Camille Thyan.

 

Todos los entrevistados afirman que no encontraron competencia en Harvard y que disfrutaron de su tiempo estudiando con sus compañeros. Además, aseguran que la institución de enseñanza superior fomenta el trabajo en grupo. En el caso de Camille Thyan fundó PayPlug (empresa de gestión de pagos online) en 2012 en París, con uno de sus compañeros de HBS, Antoine Grimaud. Pero además, asegura que guarda una gran relación con sus compañeros de HBS. “Uno de los chicos de mi sección fundó una compañía similar a la nuestra en Indonesia y aunque la nuestra está en Europa solemos realizar video-llamadas para analizar como va el mercado, las cuales son una gran ayuda”, afirma Thyan.

 

 

Y… ¿después de Harvard?

 

—Entonces… ¿Qué tiene de malo estudiar en HBS?

—El tiempo, me dijo el trabajador de Google. Muchos de los estudiantes se quejaban porque pensaban que podían haber ascendido más rápido en su trabajo si no hubieran ingresado en Harvard, o porque podrían montar su propia compañía en los dos años de estudio…, como todo Harvard no deja de ser una elección. Puede ser buena o mala, según cada uno, me respondió Genta.

 

Eran casi las ocho y media de la noche. Apagué la grabadora, ya tenía las respuestas que buscaba. Me despedí de Genta en la sede de Google. Me extrañó ver a tanta gente por los pasillos hablando entre ellos a esas horas, cuando el resto de las oficinas habían cerrado a las seis de la tarde. Se percibía energía. 

 

Hacía frío en la ciudad de las luces, como de costumbre. Harvard no dejaba de ser una experiencia más en una mochila de viajes. Con aspectos positivos y negativos, como cada aventura.

 

Cuando terminé de transcribir las entrevistas me pregunté a mí misma: ¿merece la pena ir a Harvard? Puede que con iniciativa, dos años y 200.000 dólares muchos estudiantes emprendieran su propio negocio, pero a veces necesitas que alguien confíe en tu idea, alguien que te diga que nada es imposible. Y eso se puede conseguir a través de muchas experiencias, una de ellas es Harvard.

 

 

 

Iara Mantiñán Búa es periodista. Ha publicado el libro Conociendo al Cape Coloured. En FronteraD ha publicado Una habitación nueva para Sara y mantiene el blog La fábrica de historias

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