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Mientras tantoMESSIANISMO

MESSIANISMO


Creo que desde la «mano de Dios» de Maradona en México no se había creado tanto estruendo en el mundo del fútbol como después de la soberana actuación de Messi anoche contra el Arsenal. Realmente es para frotarse los ojos y no salir de asombro. Incluso Mr. Wenger no tiene dudas después de plantear un partido a cara de perro que a punto estuvo de llevar el traste las aspiraciones blaugranas. «Es un jugador de playstation», dijo el alsaciano nada más acabar. A mí me recordó más a Harry Potter montado en una escoba, tal fue la magia del pequeño diablo.

 

Sin embargo todavía hay quien tiene dudas sobre este alienígena. Dudas que vienen de no tener tatuajes, ni novias con silicona, ni automóviles deportivos, sino una humilde infancia provincial con muchos problemas de crecimiento. No habla Messi. Ni se le entiende. Sus entrevistas son como una pieza de Beckett. Quiere jugar al balón como un chiquillo. Anoche tras la fiesta se acercó al colegiado como un alumno de primaria y tímidamente le pidió el balón con el que había marcado cuatro goles. Absorto se fue botando por el césped dando la impresión de que jugaría otro partido, de que su felicidad está en el cuero y nada más que en el cuero.

Hace años Messi tuvo un bautismo de fuego en la pradera de Stamford Bridge jugando un partido de hombres con tacos de acero contra el Chelsea de Mourinho. Del Horno le hizo una entrada de karateka y el argentino describió una parábola de acróbata partido en dos. El portugués dijo que fue teatro. Messi supo que en el Champions iba a vivir muchos momentos similares con esos perros de pelea que le van a roer los tobillos. De momento ha salido airoso de las embestidas. Guardiola ha entendido además que el juguete puede romperse en cualquier momento y le tiene entre algodones. Además sabe que las comparaciones le hacen daño al chaval cuya mejor arma es disfrutar y mirar al cielo pensando en su abuelita como en un cuento. A la vuelta está otra vez el Anticristo, o sea Mourinho, con un dispositivo para detenerle cueste lo que cueste. Si Guardiola le saca de la banda y le deja corretear por el centro a sus anchas será imposible detenerle. Ni con Materazzi en el campo.

Este sábado se juega además el clásico. Es muy probable que sea más un partido para Henry e Ibra, para Xavi e Iniesta que para Messi, eso si las cosas no se le ponen torcidas al Barça, en ese caso Leo cogerá la escoba y de nuevo emprenderá el vuelo que para eso es un mago.

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