Soy de las que llega tarde a todo: a su primera papelina, a su primer tampón de aloe vera, a su primera mamada en un callejón lleno de meadas…así que después de años de ardua resistencia finalmente he acabado abriéndome una cuenta en Facebook. Por supuesto con una identidad falsa, acostumbrada como estoy a moverme en la clandestinidad y el quebrantamiento de la ley.
No llevaba ni diez minutos con la cuenta abierta cuando Manolo, al que vi por última vez hace meses en una fiesta fregando el whisky del suelo con un calzoncillo paquetón y una camiseta de los del síndrome de Down a favor del deporte, solicita ser mi amigo. Me acojono del susto. Ya me han detectado cuando ni siquiera he colgado la primera foto de un cedro podrido. No quiero ni imaginarme lo que pasaría de incluir mi álbum “Saltos acrobáticos sobre Merkavas judíos destrozados por Hizbollah”…No me dejan visitar Jerusalén en mi puta vida.
El Facebook no termina de convencerme. A la primera semana me permití preguntarle a un amigo aficionado a la pesca, si se le daba igual de bien la pesca de chatis en el Mar del Norte y él solo me recordó que su familia y hermanas pequeñas leían todos los comentarios…Aturdida por la bronca estuve lloriqueando toda la tarde y expiando mi culpa leyendo las citas preferidas de muchos internautas de Paulo Coelho. A las dos semanas tenía ya 50 amigos cuando la mitad de mi vida me la he pasado sola gruñendo en mi habitación y tirando jarrones y vasos contra la pared. Mi prima Cristinita se niega a admitirme para que no me ría de su chihuahua de 17 gramos y su hermana mayor no hace más que escandalizarse por mis fotos de gordas aprisionando con las tetas al marido en el día de la boda antes de partir en luna de miel hacia Daguestán.
A los 20 días estaba hasta los cojones de la gente que no para de poner fotos de sus gatos, coño, que le abran una cuenta al gato para que sea él mismo el que dé por el saco, y aún más de las tías plastas que nos informan de que han comido ensalada de apio con un cacho de tofu, y por eso la vida es maravillosa. Anda y que le cuenten cuentos a su puta madre. Pero creo que los que me más me sorprenden son los que se solidarizan con todo y con quien sea con tal de que tenga pinta de oprimido. Desde Venezuela lanzan a la web una riada de exclamaciones porque han liberado, al parecer, a una señora psicoanalista siria y que por como luce en la foto, escotazo de cincuentona atrevida y tupé rubio marujil, esta ha ejercido el psicoanálisis pero en Londres y de tertuliana para alguna Ann Rose McQuintann. Que sí, que todos nos alegramos de que el señor Bashar Al-Assad tenga alguien menos al que torturar, pero ¿estas muestras de júbilo inaudito???. Me imagino al tipo que ha colgado esto, levantándose por la mañana y diciéndole a su mujer: No cariño, hoy no me la chupes que tengo una misión que cumplir en la red.
En fin..
Una amiga me ha aconsejado que esto del Facebook es como andar por la calle, con todo el mundo mirando y escuchando, pero si quisiera perder el tiempo en la calle, ahí estaría tomándome un café con el hocico pegado a una cristalera. Al Facebook se viene a hacer un poco el hooligan y a llenarle el correo de virus a todos los gilipollas que escriben Wapaaaaa.