Hoy no vamos a hablar de la tradición, pero sí de la Religión.
Aquí en Burkina todo está empapado de creencias, a veces tradicionales africanas, a veces de importación de otros continentes, de medio oriente sobre todo.
Es decir que a la tradición autóctona se le unió la religión de importación: Islam, catolicismo y, para colmo, los protestantes-espectáculo importados de los EEUU.
Y, cómo no, con sus aquellas pequeñas cosas que sirven para ganar adeptos: milagritos.
Os pego un pequeño ejemplo
Supongo que el periodista que desplazó el periódico tendría que escribir sobre algo. También podía haber contado que se les considera, a los ‘peregrinos’, de extrema derecha y antisemitas. Supongo que no serán racistas indiscriminados y que a los negros los aceptan por su toque de color…
El Arzobispo de Ouagadougou, la capital de Burkina Faso, Monseñor Philippe Ouédraogo, ha librado a un francés, Bertrand Girardin, del vicio del tabaco.
No reírse que la cosa es en serio y, la verdad, lo más llamativo no es el hecho en sí, que está muy bien, vaya que yo no tengo nada en contra de la salud, aunque cada vez que vengo a España salgo menos porque ya está prohibido fumar en cualquier sitio, y no quiero dejarlo.
Lo más llamativo resulta el hecho de que un milagrazo de este porte, fuerza 3-4 de la escala Ritcher de los milagros, dé para media página, impar, en periódico de difusión nacional.
La secuencia del milagro es simple:
Encuentro en un pueblo de Canada, Rougemont, de los “Peregrinos de San Miguel” sobre la “Democracia Económica a la luz de la Doctrina Social de la Iglesia”. Lo de celebrar en Canada encuentros sobre economía resulta un poco lejos para los burkineses, aunque no sé quién puso la pasta para pagar el viaje y estancia a esta ONG-Asociación, pero seguro que alguna ONG u Organismo Internacional la puso.
Y el buen francés, que también los hay, al comulgar se encomendó a Dios para que le enviara a alguien que le ayudara a dejar el vicio, este vicio (no se menciona nada sobre los otros, si los hubiera o hubiese).
Monseñor se cruza en su camino (los caminos del Señor son inescrutables, y si no que se lo digan al Beato-Santo del OPUS) y le pide rezar por él para abandonar el vicio. Éste promete hacerlo…
Luego ya no he entendido muy bien que pasó, si a Monseñor se le fue el santo al cielo con el seminario sobre la pasta y se olvidó de los rezos o qué, el caso es que a los 2 días el bueno de Bertrand seguía fumando. Pero al 4º día resucitó, por así decirlo, como hombre sin vicios (este vicio, al menos).
Y, en el desayuno, se levantó como impulsado por una ‘fuerza invisible’, fue a la mesa de Monseñor, le cogió por la mano y se dirigió a la papelera del refectorio y, abriéndola, tiró su paquete de cigarrillos y se produjo el diálogo que puede que acabe formando parte de la documentación para la canonización de Monseñor:
-“Voilà, no voy a fumar más”, dijo Bertrand, y feliz el Arzobispo, y deseoso de poder volver a su mesa a terminar los cruasanes que le quedaban, le contestó con esa frase que ya forma parte del acervo católico burkinés:
-“Felicidades. Eso está bien”
y, claro, lo normal, agradecido, Bertrand Girardin, francés, ha querido compartir, urbi et orbi, la buena nueva:
-“Es más agradable hablar con la gente sin sentir el olor a tabaco”
¡Aleluya, hermanos!
Miedo me da pensar en las portadas de los periódicos el día que Monseñor cure a alguien de un catarro…
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