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Milton Rogovin: imágenes con conciencia social

 

«La finalidad de la optometría es corregir defectos físicos en

nuestra vista. La de la fotografía podríamos decir que es también

la de corregir o analizar la forma en la que vemos las cosas».

Milton Rogovin (1976)

 

 

Conocí el trabajo de Milton Rogovin por casualidad en 1994. Tenía que viajar a la ciudad de Buffalo (Estados Unidos), con motivo de una exposición de mi marido en el Albright-Knox Museum, y una amiga me dijo que no dejara de preguntar por su obra. Una vez allí, solicité ver las fotografías de Rogovin y me enseñaron una buena selección de los fondos de la colección permanente. Me parecieron impactantes. Aquellos retratos cargados de dignidad mostraban la vulnerabilidad y las dificultades a las que debían hacer frente las personas retratadas. Me recordaron el trabajo de Dorothea Lange y Margaret Bourke-White. Pero estos retratos no pertenecían a la Gran Depresión Americana de principios de siglo. Estas caras se encontraban a unas cuantas manzanas del museo, eran contemporáneas nuestras, personas que vivían al margen de la sociedad. Milton las había colocado en el centro de su visor y nos las presentaba.

       Milton Rogovin (Brooklyn, 1909) no empezó a tomar fotos hasta 1958, cuando tenía 48 años. Sus padres eran judíos que emigraron desde Lituania a Nueva York. Se vieron obligados a echar el cierre a su pequeño negocio familiar por culpa de la Gran Depresión. Poco después murió su padre y Milton, que se acababa de graduar como optometrista en la Universidad de Columbia, fue testigo de una realidad social difícil de asimilar. “No podia permanecer indiferente ante la situación y como muchos otros luché por obtener un porvenir mejor para todos a través del socialismo”.

       Encontró trabajo en su sector, pero no podía apartar la mirada de los acontecimientos ni del sufrimiento que observaba a su alrededor. Poco a poco se involucró en la actividad política de izquierdas, luchando por lo que consideraba falta de justicia social. Fue uno de los fundadores del sindicato de trabajadores de optometría en Nueva York. Organizó huelgas en el sector, siempre luchando para frenar despidos y el hambre de los trabajadores. Como resultado se le fueron cerrando puertas y finalmente él también perdió su empleo.

       En 1939 se trasladó a Buffalo, donde abrió su propia consulta de optometría en una calle lindante con uno de los barrios más pobres y étnicamente diversos de la segunda ciudad del estado, el Lower West Side. Enseguida conoció a la que se acabaría convirtiendo en su compañera y colaboradora a lo largo de toda su vida. “Anne y yo nos conocimos en una boda. Recuerdo que nuestro tema de conversación fue la Guerra Civil española. Ella no era muy activa políticamente hablando por aquel entonces, pero pensé que las cosas podrían cambiar”. Anne ha comentado muchas veces que después de ese encuentro sabía que acabaría siendo Mrs. Rogovin. Y así fue. Se casaron en 1942 y poco después Milton se alistó voluntariamente. Le destinaron a Inglaterra, donde trabajó como optometrista durante tres años.

       A su regreso a Buffalo, Milton Rogovin siguió con sus actividades profesionales y políticas. Se hizo miembro del sindicato de optometría de la ciudad, bibliotecario en la sede del partido comunista de la ciudad situada al oeste del estado de Nueva York. Aunque la Gran Depresión había quedado atrás para muchos, Milton seguía viendo pobreza e injusticia a su alrededor.

       En 1957, en plena era McCarthy de caza de brujas, fue denunciado y tuvo que presentarse ante el Comité de Actividades Anti-Americanas. Se negó a testificar y el periódico local le calificó como “the top red” (el más rojo) de la ciudad. La acusación afectó seriamente a su negocio de optometría. Los vecinos le rehuían, y no permitían a sus hijos mezclarse con los de Rogovin. Tuvo que dejar su profesión y, con el apoyo de Anne, que era maestra, empezó a hacer fotografías. Descubrió que podía hablar, denunciar la injusticia social a través de la cámara.

 

 

       W. E. B. Dubois (fundador de la Asociación Nacional para el Progreso de la Gente de Color) animó a Rogovin a que llevara a cabo lo que sería su primer proyecto fotográfico: Store-front churches (fachadas de iglesias) y además escribió la introducción al libro que se publicó con sus imágenes. Durante meses se dedicó a retratar a la comunidad afroamericana en sus iglesias. “Quería presentar a los más pobres con toda la dignidad posible y mostrar su lucha por sobrevivir. Mucha gente permanece del todo ajena a la realidad de otros”.

       Al principio fue difícil para Rogovin ganarse la confianza de la gente, pues pensaban que trabajaba para el FBI o la policía. Dado que fotografiaba en zonas marginales de la ciudad, nunca hacía preguntas a nadie, ni siquiera les preguntaba el nombre a los que posaban para él. Tampoco les decía nunca cómo ponerse ante la cámara, solo que la miraran. Tomaba cuatro o cinco fotos y regresaba a las tres semanas para entregar una copia como muestra de gratitud a las personas que había retratado. Rogovin, siempre discreto y cordial, se fue ganando poco a poco la confianza de la comunidad y así unos animaban a otros a dejarse fotografiar.

       Julie Salamon decía en una crítica que hizo sobre el trabajo de Rogovin para The New York Times en 2003: “Estas no son bonitas fotografías sociales, sino una intensa evocación personal de un mundo cuyas caras no se incluyen nunca en una cultura que solo celebra la belleza y el poder”.

       Rogovin era un autodidacta con la cámara. Admiraba el trabajo de los fotógrafos de la Gran Depresión, especialmente el de Bourke-White y Lange, así como el de su amigo Paul Strand, quien escribió el prólogo del libro The Lower West Side con las imágenes que Rogovin había tomado en ese barrio de Buffalo. Compartían opiniones y se intercambiaban fotografías y aunque Strand emigró a Francia a principio de los años 50 debido a sus convicciones políticas siempre se mantuvieron en contacto.

       Cuando Minor White vio las primeras fotografías de Rogovin le animó a que siguiera trabajando y durante un tiempo le estuvo asesorando sobre cómo mejorar técnicamente sus imágenes. Fue su mentor y apostó tanto por su trabajo como por su ideología. White, socio fundador y editor de la célebre revista Aperture, publicó 48 fotografías de Rogovin. Eso le sirvió de reconocimiento en el mundo de la fotografía. Al poco tiempo le concedieron un premio que otorgaba el W. Eugene Smith Memorial Award for the Humanities. Rogovin y su familia habían estado viviendo del salario de maestra de Anne y de algún trabajo esporádico de optometría que conseguía Rogovin. La dotación económica del galardón le permitió trabajar de forma más desahogada. Se decidó a retratar a mineros en su entorno laboral y familiar. Empezó con los trabajadores de los Apalaches en el verano de 1962. Él y Anne convivieron con varias comunidades mineras en la zona durante nueve veranos. Rogovin quiso profundizar en el asunto y viajó a otras partes del mundo para documentar la realidad de la vida en las minas de China, Cuba, México, Escocia, España y Zimbabue. El libro Portraits in Steel (Retratos de acero) recoge muchos de los retratos de esta serie.

       Cuando no estaba viajando, Rogovin seguía fotografiando la vida de la gente en las reservas de nativos americanos cercanas a Buffalo, o Lower West Side de la ciudad. Como persona metódica que era, tenía claro los formatos que debía usar, qué papel era el más adecuado para imprimir las imágenes, etc. Durante toda su vida profesional utilizó exclusivamente una cámara de medio formato y negativo en blanco y negro. “En mi opinion el color en una fotografía estorba a lo que yo creo que es importante, por lo tanto lo elimino”. Rogovin reveló e imprimió todas sus imágenes en un sencillo laboratorio que tenía en el sótano de su casa.

 

 

       A mediados de los años sesenta, Pablo Neruda le invitó a que le visitara en Chile y fotografiara el paisaje y sus gentes. De aquí salió el libro de poemas y fotografías que hicieron conjuntamente: Windows That Open Inward: Images of Chile (Ventanas que se abren hacia dentro: Imágenes de Chile). En la introducción al libro, Neruda cuenta que Milton le había dicho que quería fotografiar la verdad. “Llegó al sur de Chile cargado de lentes, cámaras y mucho material fotográfico, pero sobre todo trajo unos ojos pacientes y un deseo de búsqueda. Cuando se fue se llevó un bouquet de maravillosas imágenes, el retrato de la humilde verdad que permanece perdida en la inclemencia de las islas”.

       Esta relación con Neruda le sirvió a Rogovin para conseguir visados y tomar fotografías en Cuba sin que las autoridades le pusieran muchas dificultades. Viajó varias veces a la isla, donde conoció a la poeta Nancy Morejón. Trabajaron juntos y publicaron un libro With eyes and soul: Images of Cuba (Con ojos y alma: Imágenes de Cuba), que incluye 38 poemas de Morejón y fotos de trabajadores cubanos.

       Anne tomó parte activa en los proyectos fotográficos de Milton. Normalmente era ella quien iniciaba el diálogo con la gente de Lower West Side, o donde quiera que estuvieran. Milton había dado por terminado el proyecto del Lower West Side hacía más de diez años cuando Anne sugirió y animó a su marido para que volviera al mismo barrio y buscara a la gente que había fotografiado antes para volverlos a retratar. En 1984, cargados con una caja de fotografías, Anne y Milton se pasearon por las calles del Lower West Side preguntando a los que pasaban por allí si conocían al retratado. En muchos casos ni Milton ni Anne sabían el nombre de la persona, o tenían muy poca información sobre ella. Con la ayuda de los vecinos fueron dando con el paradero de los que todavía vivían en la zona y enterándose del destino de los que ya no estaban.

       Una vez más, y después de haber superado una operación de corazón y un tratamiento de quimioterapia, Milton y Anne regresaron al Lower West side. Repitieron el mismo proceso que habían llevado a cabo ocho años antes para intentar localizar a la gente cuya imagen el optometrista había captado en el pasdo. Fueron capaces de localizar a sesenta familias. Con 83 años, Rogovin empezó el que sería su ultimo proyecto fotográfico: Retrató por tercera vez a aquellas personas que todavía seguían en el barrio, solas o con sus familias, dependiendo de la situación de cada una. Así completó una serie que llamó Tryptychs (Trípticos). Este trabajo es algo único en la historia de la fotografía documental, pues registró la vida de muchas personas durante un periodo de más de veinte años. A pesar de que las fotografías fueran tomadas en lugares no muy vistosos, en ninguna hay la menor muestra de superioridad por parte del fotógrafo, sino un sincero aprecio por la persona que tiene delante de la cámara.

       El día en que celebraba su su 90 cumpleaños Milton Rogovin escribió dos poemas, uno dedicado a su padre y el otro a su madre. De nuevo, y ya que Rogovin no veía bien y no podía utilizar la cámara, Anne le animó a que se volcara en otra de sus pasiones, la poesía. Para este nuevo proyecto, Rogovin hizo una selección de setenta de sus fotografías. Escogió imágenes que para él tenían un valor especial y de las que quería expresar por escrito algo más de lo que decía la foto. Todo quedó recogido en el libro Milton Rogovin, The lens and the pen. Photographs and Poems (Milton Rogovin, la lente y la pluma. Fotografías y poemas).

       “Creo que la motivación de escribir poesía le viene a mi padre como reacción a los años de la era McCarthy, en la que le silenciaron. Una época en la que nuestra familia sufrió mucho por haber sido rechazados e ignorados por su comunidad”, declaró su hijo Mark en una entrevista para Afterimage publicada en 2004.

       “Para mi la fotografía no ha sido una forma de ganarme la vida, sino una manera de expresar mis ideas sobre la gente, un intento de darles voz”, dijo Milton Rogovin en una ocasión. En 1999, el optometrista y fotógrafo donó todos sus negativos a la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos.

       Anne Rogovin murió en el 2003 y Milton Rogovin murió el 18 de enero de este año, a los 101 años. Su legado nos recuerda la necesidad de seguir luchando en favor de la justicia social.

 

Madrid, 27 de enero, 2011

 


 

Referencias:

 

The Rich Have Their Own Photographer (2007). Un documental de 60 minutos de duración dirigido y producido por Ezra Bookstein. 

 

Milton Rogovin: The forgotten Ones. Un corto de Harvey Wang sobre él y Anne cuando volvieron al Lower West Side.

 

Picture Man, the Poetry of Photographer Milton Rogovin

 


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