Fit to Be Tied, de Tom Brosseau
Había llegado la semana anterior a Nueva York y no estaba muy contento con el trabajo. Ese miércoles 22 de junio Robert Ellis presentaba su último disco en el Bowery Ballroom, uno de esos lugares míticos dentro del circuito de salas de la ciudad. No conseguí engañar a nadie para que me acompañase, aunque tampoco quise insistir demasiado. Cogí el metro cerca de casa, en la parada de Atlantic Avenue y me bajé en Grand Street, en pleno barrio de China Town. Anduve la calle Bowery en sentido norte pero me costó encontrar la sala. Google Maps me indicaba que el Bowery Ballroom estaba en esa misma calle pero en realidad se entraba por la calle Delancey. Enseñé mi pasaporte y bajé las escaleras. Pedí una cerveza y pagué los ocho dólares con ocho billetes de un dólar; la camarera torció el gesto, quizás por el estado de los billetes o porque simplemente tenía un mal día.
No éramos muchos en el público cuando salió a escena el telonero. No sabía de quién se trataba pero pronto me cautivó. Dijo que se llamaba Tom Brousseau y que era de North Dakota; pronto le imaginé como actor secundario en una película de los hermanos Cohen. Se me acabó la cerveza mientras sonaba una canción con una progresión de acordes y un arpegio muy bonitos. Apunté parte de la letra en el móvil; el estribillo repetía una y otra vez la frase we were meant to be together. Después presentó una canción nueva que iría incluida en su nuevo álbum. Se llamaba Fit to Be Tied.
Not for Nothing, de Mutual Benefit
Antes de ir a los Cines Princesa a ver la última de Mia Hansen-Løve me acerqué a Radio City Discos, una especie de templo para los melómanos de la capital. Jesús, el dueño de la tienda, le recomendó a Sergio varios discos, entre otros el de His Golden Messenger y el de Bendith. Cuando le pregunté qué era lo que sonaba me habló de Seth Swirsky. Era una de las últimas canciones del disco. Después cambio de disco, avisando de que nos iba a gustar, y fue directo a la sexta canción. La canción se llamaba Not for Nothing, del grupo Mutual Benefit, y es una de mis predilectas en este 2016.
Lucky Guy, de Those Pretty Wrongs
Conocí a Luther Russell cuando vivía en el Chaminade gracias al programa Islas de Robinson de Radio 3. En el año 2011 Russell lanzó un disco de veinticinco canciones, titulado The Invisible Audience, en las que demuestra su talento como compositor de canciones pop. Este 2016 Russell se alió con Jody Stephens, baterista y único superviviente de la formación original de Big Star. Juntos grabaron un disco y se esconden bajo el paraguas de Those Pretty Wrongs. Estas canciones no cambiarán el transcurso de la historia pero ese sonido límpido y las voces cristalinas de Russell y Stephens son más que suficiente. Esta canción se llama Lucky Guy y es ideal para levantarse tarde de la cama un domingo de verano.
I Got Off the Bus, de Richmond Fontaine
Las canciones de Richmond Fontaine nunca destacaron por la alegría pero sí por su belleza. Su último disco, You Can’t Go Back If There’s Nothing to Go Back To, ha llegado en 2016 después de cinco años sin publicar material nuevo. Estamos ante su mejor obra desde el inspiradísimo We Used to Think the Freeway Sounded Like a River (2009), ahora con un sonido más elegante pero igual de sombrío. Destacan, entre otras, Wake up Ray, Two Friends Lost at Sea y Got off the Bus.
Rusing, de Nada Surf
Hay bandas sobre las que uno oye a amigos hablar o lee en las revistas pero nunca encuentra el momento para escuchar. Algo así me pasaba con la banda neoyorquina Nada Surf hasta que vi un concierto suyo en una radio estadounidense. En el vídeo tocaban canciones como Cold to See Clear o Friend Hospital. Estuve escuchando esas dos canciones compulsivamente unos días. Después me enamoré de la sexta canción del disco, Rushing. Esta canción, como contaba The New York Times este verano, habla sobre las dudas del líder de la banda, Matthew Caws, antes de pedirle una cita a su actual mujer, Emily Bidwell. Matthew y Emily se conocieron en el año 2000 en Earwax Records pero las circunstancias les mantuvieron alejados hasta octubre de 2012. Este verano, el 27 de agosto, se casaron en Brooklyn; Matthew y su amigo Dan Wilson cantaron esta canción en la boda. Tres semanas después vi a Nada Surf actuar en el Music Hall of Williamsburg, a pocos metros de la antigua Earwax Records y con Emily Bidwell entre el público. La canción sonó en acústico porque el bajista estaba metido en un atasco y tuvieron que empezar sin él.
Two Seconds, de Laura Cantrell
No tengo ni idea de cómo llegue a The Volebeats. Si tuviera que apostar diría que fue gracias a Hotel Arizona, el gran tesoro radiofónico que dirige Pepe Prieto los sábados y domingos. Siempre que he querido saber más de ellos he acabado en su entrada de Wikipedia, donde se afirma que Ryan Adams se ha referido a ellos como “la mejor banda en Estados Unidos”. En su disco Sky and the Ocean (1997) se esconden canciones de altísima calidad, como Somewhere In My Heart o Two Seconds. Esta última ha sido versionada por Laura Cantrell en su último trabajo. Porque cualquier excusa es buena para reivindicar a The Volebeats.
To The Rescue, de The Divine Comedy
Una de las mejores noticias musicales de la segunda parte del año fue el nuevo disco de The Divine Comedy. Es tan simple y divertido como ambicioso y profundo. Canciones como Catherine The Great, Funny Peculiar o To The Rescue son un buen ejemplo del estado de gracia de su líder Neil Hannon once discos después de iniciar su carrera.
End of the World, de Peter Bruntnell
Será difícil encontrar a Peter Bruntnell en alguna lista de lo mejor del año. Estuvo en España este otoño presentando su último álbum, Nos Da Comrade, y todavía duele habérselo perdido. Supe de él gracias a un concierto que organizaron en la tienda de discos Radio City hace unos años. Su nuevo trabajo mantiene el nivel de los anteriores aunque Retrospective (2013) sigue estando un peldaño por encima del resto. Destacan el power-pop de Mr. Sunshine, Rainstars y Finishing the Flood Pain, además de otras más introspectivas como Dance of the Dead o End of the World.
Emotions and Math, Margaret Glaspy
Margaret Glaspy tocó este verano dentro de la programación de lujo del Lincoln Center Out of Doors en Nueva York. Salió al escenario antes que M Ward, una tarea nada fácil. La primera canción que interpretó con su banda fue Emotions and Math, que da título a su primer disco. La personalidad de su propuesta quedo clara en cuanto se colgó la guitarra y golpeó los primeros acordes de esta canción. Me recordó a Elliott Smith y Joni Mitchell pero con esa vertiente más gamberra y garajera al estilo Angel Olsen. Habrá que seguirle la pista, al igual que a muchas otras nuevas voces femeninas como Weyes Blood o Jenny O.
Song for Judee, de case/lang/veirs
El álbum de debut del trío formado por Neko Case, k.d. lang y Laura Veris ha sido comparado por la crítica con Trio, el disco que grabaron en 1987 Dolly Parton, Linda Ronstadt y Emmylou Harris, lo cual es un signo de la magnitud de esta obra. Lang conoció a Case y Veirs al poco de mudarse a Portland y no tardó demasiado en proponerles un álbum conjunto. La mayor parte del trabajo compositivo ha corrido a cargo de Lang y Veirs. Neko Case, que ahora vive en Vermont, aportó su extraordinario talento cuando encontraba cualquier hueco en su agenda. Song for Judee está dedicada a la malograda Judee Sill y es un ejemplo de la calidad musical de estas catorce canciones.