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Miss.Tic, la rebelde de los muros, se desvanece

Miss.Tic, pionera del arte urbano, combinó imágenes y brevísimos textos –aforismos poéticos impregnados con varias capas de sentido– a lo largo de una carrera artística de más de cuatro décadas. Parisina, de padre tunecino y madre normanda, Radhia Novat se transformó en Miss.Tic en 1985, a la vuelta de una estadía de tres años en California.

Durante los años 80 y 90 iluminaba el paisaje urbano de París clandestinamente, formando parte de una generación de artistas que de manera espontánea habría de transformar no tan solo la imagen, literalmente, del graffiti, sino inclusive nuestra concepción del arte occidental.

Entrados en el nuevo milenio y tras un encontronazo poco grato con las autoridades, pasó a trabajar sólo con previa autorización, y no siempre a la intemperie –de hecho, su obra venía apareciendo en galerías desde mediados de los 80–. En 2001 colaboró con Louis Vuitton en una serie que homenajeaba a su fundador, y ese mismo año produjo varios estampados para Longchamp –su retorno al mundo de la moda, después de colaborar con Kenzo en 1987.

A medida que el arte urbano fue ganando aceptación en el mercado tradicional, Miss.Tic se hizo cada vez más famosa. En 2011 la empresa postal francesa, La Poste, presentó una serie de 12 timbres ilustrados por la artista, mientras que dos años más tarde los vagones de la línea 5 del tranvía de la ciudad de Montpellier se verían tomados, tanto en su interior como en su exterior, por amplias reproducciones de su trabajo.

Posiblemente la más famosa de todas las artistas urbanas, Miss.Tic mantuvo una disposición abierta y generosa inclusive después de la consagración. Entre brotes de catarro –el legado de una vida al servicio de la nicotina– y con el filo de la experiencia en la voz, hablaba sin reparo acerca de sus inicios, del carácter efímero y cambiante del arte urbano y también del gesto político inherente en su obra. Miss.Tic murió en París, donde vivía, en el Distrito XIII, a los 66 años, el pasado 22 de mayo. Esta entrevista, que permanecía inédita, se realizó en septiembre de 2012.

—¿Cómo se convirtió en artista urbana? ¿Hubo un momento en el que decidió, “ahora esto es lo que quiero hacer”?
—Todo comenzó a finales de 1985. Yo venía de pasar mucho tiempo –dos, tres años– en los Estados Unidos, en California, y ahí tuve contacto con el movimiento hip-hop y de graffiti. Luego, al volver a París me encontré con artistas que habían estudiado en la École des Beaux Arts que colocaban sus obras en las calles. Para ello utilizaban la publicidad, los carteles publicitarios, las vallas, en fin, cada uno usaba algo diferente y yo, antes de los tres años que pasé en los Estados Unidos, hacía teatro de calle y, mientras estaba haciendo teatro de calle, para ganar dinero también trabajaba en decorado teatral, con lo cual, al ver a esta gente hacer cosas en las calles, aunado a lo que había visto en los Estados Unidos, con todo esto me dije, “pues, yo también tengo algo que decir, porque esto me interesa: la calle, el arte, las imágenes y todo eso” y es así como comencé. Gracias a otros.

—En esta época, a mediado de los 80 en Francia, la escena artística urbana era bastante importante.
—Sí, era el comienzo. Con Speedy Graphito y Jef Aerosol.

—¿Formaban parte de un grupo integrado?
—No, cada uno iba por separado.

—En sus comienzos, ¿se interesaba más en las palabras? ¿Sentía, digamos, que tenía algo que decir?
—Sí, es lo que pensaba, porque todos los artistas trabajaban únicamente con las imágenes, no había texto, ni palabras, ni poesía. Lo echaba en falta y por lo tanto decidí que, como adoro la escritura y tengo algo de poeta en mí, iba a combinar las imágenes con los textos.

—A través de los años, ¿la imagen se ha hecho más importante?
—Ambos elementos están íntimamente ligados. Por lo tanto, para mí, ambos son muy importantes. Cuando uno ve un Miss.Tic uno sabe que hay un texto, una imagen, y la firma.

—¿Hubo algún momento cuando prescindía de la firma?
—No, siempre la incluí.

—¿Cuál es la importancia de la firma en su trabajo y en el arte urbano en general?
—Es importante porque, en vista de que uno no es conocido, la firma es precisamente lo que te permite ser conocido. Y luego caí en la costumbre de que mi firma formara parte de la obra.

—Muchos de sus textos aparecen junto a muchas imágenes diferentes. Es decir, no siempre el mismo texto con la misma imagen. ¿Hasta qué punto son intercambiables?
—Un texto que se combina con otra imagen, según la postura o la posición del dibujo, adquiere una interpretación diferente.

—Claro, si uno mira una imagen acompañada por un texto te lleva a una idea, que difiere de la idea a la que te lleva la misma imagen con otro texto.
—Precisamente, condiciona la interpretación de la imagen.

—A ver, tengo curiosidad, a finales de los 80, comienzo de los 90, ¿se podía ganar la vida como artista urbana, o tenía que combinarlo con otro trabajo?
—Durante algunos años hice otras cosas, pero siempre estuve haciendo Miss.Tic, aunque como todos los artistas me ha costado vender mis cuadros en un comienzo, con lo cual tuve que hacer otras cosas, pero siempre dentro del ámbito de las artes plásticas.

—Y desde los inicios tuvo exhibiciones en galerías.
—Sí, desde mis comienzos. Seis meses después de comenzar en la calle tuve mi primera exhibición.

—¡Tan pronto!
—Sí, en la calle las cosas marchan con gran presteza.

—En 1999 tuvo algún problema con la autoridad, fue procesada, por plasmar una de sus obras en una propiedad privada. ¿Eso ha cambiado su manera de llevar a cabo su trabajo?
—Sí, lo ha cambiado una vez que me encontraron culpable. A partir de ese momento ya no pude hacer lo que me viniera en gana, porque habría sido reincidente, con lo cual decidí, a partir del año 2000, que para continuar en la calle debía pedir autorización. Y como para entonces ya llegaba a ser más famosa, pues estuvo bien, fue más sencillo, porque la gente decía, “¡ah, sí! Lo conozco. Sí, me encantaría”.

—Aquello, ¿hizo que perdiera algo de la emoción?
—No, en mi caso no he perdido nada. Al contrario, he ganado cantidad de cosas. Solo he ganado. Porque yo no buscaba huir de la policía –a mí la policía y la justicia me dan completamente igual–. Yo no hago esto en contra de nada. Yo lo hago para la gente. Es decir, es la forma que yo tengo de hacer lo que quiero hacer. Y, después de esto fue más fácil para mí hacer lo que quiero hacer. Con lo cual, no derivo ningún tipo de emoción cuando estoy con la policía, porque la policía a mí no me excita para nada.

—Es decir, nunca hubo un elemento de atracción por lo clandestino.
—No, para nada. Es que simplemente no era posible hacerlo de otra manera. En aquella época, al principio, si yo solicitaba la autorización, la gente me la hubiera negado. Por lo tanto, había que transgredir. Pero, si desde un primer momento me hubieran dicho que sí lo hubiese hecho igualmente. No trabajo para tener un enfrentamiento con la policía, ni para correr por las calles. No trabajo para pasar mis noches en la comisaría. Es para que la gente vea mi trabajo.

—La chica Miss.Tic ha evolucionado mucho en los más de 30 años de su carrera. En un principio, era una especie de autorretrato o alter ego, ¿cierto?
—Sí, en un principio era yo.

—Claro. Y el texto, el mensaje, ¿también era directamente suyo?
—Sí, aunque con el tiempo los textos se han hecho más y más cortos. Pero eso ha venido con la experiencia. Con el tiempo, poco a poco –uno cambia con los años–. Además, llegó el momento cuando ya no quería hablar solamente de mí misma, sino que quería hablar de la situación de la mujer en la sociedad occidental, con lo cual comencé a usar modelos de mujeres como los que se ven en las revistas, en la moda, en la publicidad.

—¿Es una parodia?
—Yo no diría que es una parodia. Yo diría más bien que es una tergiversación.

—En el pasado siempre había trabajado con la chica Miss.Tic. También había hecho un poco de crítica de arte con Ingres y otros grandes pintores a los que trataba con ese tono crítico propio; además he visto algún gato en sus obras. Pero ahora, a menudo trabaja la figura del hombre.
—Sí, eso es nuevo. Aunque en mi trabajo siempre ha habido algún hombre de vez en cuando que desempeñaba un papel secundario, mientras que la mujer tenía el papel protagónico. Pero a partir de 2008 he trabajado con hombres porque en mi casa tenía a un hombre muy hermoso que me sirvió de guía para definir a uno de esos hombres. Porque creo que el arte y la vida están íntimamente ligados.

—Pero hasta ahora trabaja mucho con Miss.Tic, la chica.
—Claro, siempre. Aunque lo que hago ahora contiene más parejas.

—Con lo cual, ¿ella ha perdido algo de protagonismo?
—No, creo que ella sigue manteniendo un rol protagónico, aunque ahora tiene compañía.

—En efecto. Y es importante estar acompañado en la vida.
—Sí, pero, además, a lo largo de 30 años uno también necesita que las cosas cambien un poco para no aburrirse.

—Hablando de cambios, en Arles he visto que alguien ha usado a una de sus parejas como lienzo y ha dibujado una svástica sobre el vestido negro y ajustado de la chica Miss.Tic. Es decir, estaba prácticamente arruinado.
—Sí, pero bueno…

—¿Qué opinión le merece algo así?
—Creo que cuando el trabajo está en la calle, la gente puede hacer con él lo que ellos quieran.

—Es decir, ¿es parte de la experiencia?
—Yo no puedo controlar lo que haga la gente. La gente es libre. Con lo cual, hay alguno que meterá un dibujo político, otro meterá un dibujo pornográfico, alguna vez hay mujeres a las que le agregan un miembro masculino o le dibujan un pene en la boca. Pero ese es el estado de la sociedad. Yo no tengo control sobre eso.

—Es decir, como artista, ¿no siente ningún apego por su trabajo una vez plasmado en las calles?
—No. No, no, no. No puedo sentir ningún apego, de lo contrario pasaría mi vida llorando. No, desde luego, una vez que… yo abandono el trabajo en la calle.

—Claro, es un regalo.
—Sí, ya después puede desaparecer, se borra, es recubierto, rasgado, posiblemente, en efecto, rediseñado. Cualquier cosa es posible, pero ya no es problema mío.

—¿Y qué música escucha Miss.Tic mientras trabaja?
—Me gusta el rock y también el pop.

—¿Ah, sí? ¿Todavía algo del punk de los 80, o algo más nuevo?
—No, bueno, escucho un poco de todo, pero me gusta de todo un poco de la buena música.

—¿Y el teatro? ¿Sigue apegada a él o ha quedado en la distancia?
—No, el teatro ha quedado en la distancia. Entre otras cosas porque trabajo arduamente y no puedo hacer todo lo que quisiera.

—Bueno, pero su trabajo no está mal, ¿no?
—Desde luego. No es una queja. Pero en la vida hay que escoger y simplemente no es posible hacerlo todo.

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