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el blog de José Mª Rodríguez Matarredona
Lo mismo que las demás especies de ballenas, pero a diferencia de todos los peces, el cachalote pare en cualquier estación, después de una gestión que se puede aproximadamente calcular en unos nueve meses, y una sola cría cada vez, aunque en algunos pocos casos conocidos hayan aparecido un Esaú y un Jacob, circunstancia extrañamente prevista con la aparición de dos tetas. Cuando la lanza del cazador hiere por casualidad uno de estos importantes órganos, la leche de la madre se une a su sangre para teñir el agua de grandes extensiones. La leche es muy dulce y suculenta, pues el hombre la gustó ya y casa muy bien con las fresas.
Como mamífero no me siento en absoluto identificado con las ballenas, me resisto a pensar que somos la misma clase de animales. Parece ser que en realidad es algo más de nueve meses lo que dura el embarazo de los cachalotes. Al autor le resulta extraña la aparición de dos tetas en la ballena, pero más extraña me resulta a mí su explicación. Con ‘Moby Dick’ se aprenden un montón de cosas sobre ballenas, qué duda cabe. He tenido que consultar en Google quiénes eran Esaú y Jacob
(La lectura de esta entrada no resulta recomendable para mujeres en la fase final de su embarazo que no se encuentren a gusto con los cambios que experimenta su cuerpo)