—Hace mucho tiempo que no publicas en el blog.
—Tengo tanto lío… Mucho trabajo, los exámenes, hago como que edito en mi tiempo libre…
—¿Pretendes justificar este post tan cutre?
—Bueno, en realidad quiero que me hagas un par de preguntas.
—Quieres que te pregunte por qué no actualizas este espacio…
—No es que me falten ideas… Pero me echo atrás. Escribiría para decir lo poco que me gustan los que dan lecciones de periodismo, lo peligroso que se está volviendo internet para la fidelidad de los hechos, que estamos perdiendo el juicio… Y entonces pienso que hacer eso sería caer justo en el vicio que más critico.
—Igual debes darle una vuelta a la aldea.
—¡No! Yo quiero hablar de los buenos cronistas, pero no tengo el tiempo que quisiera para leerlos.
—El tiempo, el tiempo… siempre igual. Todavía dirás que tuiteas menos porque no tienes tiempo.
—¡Claro! Acostumbro a compartir artículos interesantes, no a dar misa. Y para eso hay que leer.
—Últimamente vas diciendo por ahí que cada vez lees menos en los portales digitales.
—Es verdad. Los titulares grandes y las vomitonas de ‘información’ me dan alergia. Prefiero esperar al día siguiente y que el periódico me lo jerarquice y me lo cuente bien.
—Anda que no has cambiado.
—¿Sabes? Estoy deseando que internet pase de moda.