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Mondanité

El Mondanité libanés podría decirse que es el equivalente al Hola español aunque en una versión más marujil y casposa. Si en el Hola están los que realmente son, en el Mondanité están los que les gustaría ser… Superadas las 50 páginas iniciales, dedicadas a la jet set libanesa, las restantes, hasta alcanzar las 400, se corresponden con bodas, cenas, fiestas de temporadas varias, presentaciones imprescindibles para el funcionamiento de la república y puestas de largo de universitarios subnormales con una característica en común: a todos les gustaría ser famosos pero sólo se quedarán en protagonistas orgullosos del mayor engendro fotográfico publicado en todo el país.

 

Mondanité, como no, se publica en francés. Los libaneses no quieren ser árabes sino franceses, no tienen comisaría de policía sino gendarmería, el chocolate se importa de Francia, abundan las Caroline, Colette, Camille y Nathalie, el colmo del sibaritismo es tomar un café en Chez Paul, y las mujeres usan L´oreal “parce que vous le valez bien”. El resultado del disparate deslumbra bizarro en su revista insignia, zoológico de cacatúas operadas, oda infame a las momias maquilladas como travestis, orangutanas con pamela y collares por metros con los que lanzarse desde las ramas, y jovencitas aspirantes a florero caduco con minifalda. No hay que ver las noticias para tratar de entender cómo funciona este país sino hojear el Mondanité.

 

Leo que Fulana de Tal organiza desayuno con glamour en su residencia beirutí. La alegría y elegancia de las invitadas constituyeron la nota destacada de la velada. Miro a las citadas invitadas; son como para empezar a quemar caballo en una cuchara y evadirse durante las próximas décadas de la asquerosa realidad. Fulana de Tal, en lento proceso de asumir su condición de menopáusica, se ha teñido el pelo con todas las zanahorias plantadas en Oriente Medio, su vestido de tigresa es rojo al igual que las hortalizas que le cuelgan del cuello y el color de su barra de labios. Sus amigas han acabado con la capa de ozono para realizar esos cardados imposibles, se apretujan como chorizos para caber en la foto y sonríen pensando que la pintura puede ocultar el olor a carne podrida. La contraparte masculina, calva, impotente, viejuna, posa de compadreo a las 10 de la mañana, con sus gafas de sol y su buen habano, soñando con la erección perdida.

 

J´aime le Liban…

 

El Líbano de las mil y una guerras lleno de cicatrices en toda su geografía no existe, las consecuencias de la guerra forman parte del olvido, los viejos han desaparecido y solo queda, pues, enfrentarse al futuro con el coño depilado y las tetas bien puestas para ser portada en un pequeño recuadro del Mondanité. ¡Vosotras sí que lo valéis, nenas!.

 

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