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AcordeónMuere Bin Laden, viven las rebeliones

Muere Bin Laden, viven las rebeliones

Viñeta cómica en relación al mundo arabe

 

 

“La noticia más importante desde hace mucho tiempo, quizás décadas”, se atrevían a decir editores de radio, conductores de informativos y a redactar avispados articulistas de opinión occidentales. Pero en Oriente Próximo los acontecimientos más significativos se están viviendo con intensidad desde hace más de cuatro meses, desde que el efecto de la muerte a lo bonzo del tunecino Mohamed Buazizi provocase la huída del país del presidente Ben Alí y se desatase el cambio.

        En este convulso Oriente Próximo, donde 2011 es un año que ha acabado con la rutina, porque cada día ocurren acontecimientos inéditos, donde  se mantienen situaciones impensables hace solo unos meses, el fin de Osama Bin Laden no es la noticia más importante de los últimos tiempos. La desaparición de los dictadores Zine el Abidine Ben Ali y Hosni Mubarak, la guerra abierta contra Muamar el Gadafi en Libia, el pulso pacífico que los yemeníes mantienen desde hace más de trees meses con Ali Abudullah Saleh, la violenta represión en Siria y Bahréin que Occidente contempla inactivo, y los cuestionamientos esporádicos, pero potentes, en Jordania, Omán, Líbano, Marruecos, Argelia… incluso en los países del Golfo Pérsico -donde el dinero lo compraba todo como en Arabia Saudí-, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait y el mediático Qatar, se están produciendo cambios profundos que puedan estar modificando su historia.

      La desaparición de Osama Bin Laden afecta a Al Qaeda, que elegirá un nuevo líder y, si son capaces de adaptarse a lo que está ocurriendo en el mundo árabe-musulmán, quizás se replanteen con más coherencia  sus discursos en relación a las causas árabes, que han utilizado más que defendido, para no ser completamente enterrados por una sociedad civil que no les necesita.

        Con los primeros triunfos de las revoluciones quedaron en cuestión los expertos cuya existencia se basa en analizar los cambios socio-políticos de la región; quedaron en evidencia los gobiernos occidentales, tan alejados de los pueblos árabes y voluntariamente ciegos a las barbaridades que cometían sus socios económicos y políticos en la región (aplicando sin fisuras la convicción de muchos europeos y estadounidenses de que los derechos humanos no son igualmente deseados y merecidos por todos los pueblos), y también quedó atrás, invalidada, la organización terrorista Al Qaeda.

        “La violencia de Al Qaeda se ha quedado sin justificación al haber sido desmontada por las revoluciones pacíficas, poniendo al descubierto la fragilidad de una región basada en las coyunturas sobre las que los regímenes se sustentan para utilizar la violencia contra sus pueblos, como es el caso de Libia o Yemen, por poner un par de ejemplos”, explicaba el pasado 4 de abril el académico Jaled Harub en el periódico palestino Al Ayyam. Ese mismo planteamiento lo estamos viviendo a través de los vídeos colgados por los activistas de derechos humanos sirios en Youtube. El régimen de Bachar al Assad sigue el guión que siempre le ha dado resultado: prometió reformas que sabía que no aplicaría, reprimió un poco, amenazó y detuvo de forma arbitraria, intentó enfrentar a las minorías y ventiló la amenaza del sectarismo, sacó los tanques a la calle, cortó el agua, la electricidad, las líneas de teléfono, y ahora mantiene el asedio con la esperanza de que los rebeldes se rindan antes de acabar con todos.

        Durante las últimas semanas, los que vivimos también con intensidad lo que está ocurriendo en este nuevo Magreb-Machrek, sin jugarnos el todo por el que los ciudadanos se están echando a las calles, hemos insistido en los errores comunes, en las lecciones no aprendidas por los dictadores corruptos que se encuentran en situaciones similares a los que tuvieron que abandonar el poder. Con el paso de las semanas, siguiendo la evolución de las crisis de Yemen, Siria o Libia, en las que los cuestionados dirigentes repiten guión y se aferran al poder, empiezo a pensar que no tienen margen de maniobra, que, sencillamente, lo que les está planteando su pueblo les resulta inasumible, imposible de aplicar.

        Da la sensación de que no están programados para ese cambio, esas reformas, y que aquella vieja e injusta afirmación de que “los árabes no están preparados para la democracia” es sólo aplicable a los líderes árabes.

          Jaled Harub acierta en su premonitorio análisis sobre el fin de la ideología y discurso de Al Qaeda potenciado por las revueltas árabes cuando habla no sólo de las formas, el uso o no de la violencia, sino también de la imagen: “Las revoluciones pacíficas árabes, a través de los vídeos e internet, han logrado marginar a Al Qaeda como referencia en el uso de la imagen. Las imágenes y los símbolos de las revueltas pacíficas han permeado la imaginación árabe y su estética, su capacidad de persuasión y su efectividad superan incuestionablemente los intentos de Al Qaeda en este campo, pasados y presentes”.

         Mucho más inquieto y desconfiado se muestra el ensayista Santiago Alba Rico, apuntando la supuesta resurrección de Al Qaeda con la muerte de Bin Laden. “Cuando parecía relegada al olvido, definitivamente arrinconada por los propios pueblos que debían apoyarla, reaparece Al Qaeda (…) Este era el momento. Al Qaeda vuelve a dominar la escena; Al Qaeda vuelve a saturar el imaginario occidental. Mientras el presunto cadáver de Bin Laden se arroja al mar, Bin Laden se apodera fantasmalmente de todas las luchas y todos los deseos de justicia. Se cumplirá el vaticinio de Obama: habrá más ataques violentos por todas partes y el mundo árabe-musulmán volverá a ser un bullicio de fanatismos y decapitaciones, quieran o no quieran sus poblaciones. Entre democracia y barbarie, es evidente, Estados Unidos no tiene duda: la barbarie se ajusta mucho más al ‘sueño americano’ (y, por supuesto, al delirio israelí). No sabemos si realmente han matado a Bin Laden; lo que está claro es que el esfuerzo por resucitar a toda costa Al Qaeda pretende matar los procesos de cambio comenzados hace cuatro meses en el mundo árabe”.

        Y en la prensa árabe, Abdelbari Atuan, redactor jefe de Al Quds al Arab, quien entrevistó a Bin Laden, desconfía de la decisión estadounidense de no mostrar la fotografías de Bin Laden abatido y plantea dudas que podrían pasar factura a la relación que Estados Unidos intenta salvar con los países de la región. “(…) Me asaltan sentimientos encontrados con la muerte del difunto jeque Osama Bin Ladem. He de reconocer que a pesar de mis diferencias irreconciliables con la ideología de Al Qaeda y mi rechazo total al asesinato de civiles, estoy en deuda con esta persona en el momento más crucial de mi vida profesional con esa entrevista que me catapultó a lo más alto del periodismo mundial. (…) El hombre está ahora en manos de Dios, y ahora depende de su sabiduría, a nosotros solo nos queda pedir su perdón y misericordia”.

Viñeta cómica en relacion al mundo arabe de www.jfra.com

 

       Han pasado siete días desde que Estados Unidos anunciara la muerte de Osama Bin Laden y su repercusión sobre las protestas que siguen produciéndose en la región es nula. Tras las muestras más o menos tímidas o eufóricas dependiendo del país al conocerse la noticia, la calle árabe ha reaccionado con indiferencia. En Arabia Saudí y en las calles de la franja de Gaza hemos podido escuchar algunas reacciones que alaban la figura del “mártir” que se enfrentó a Estados Unidos. Muchos musulmanes y árabes han destacado indignados la forma en la que se le dio sepultura, tan alejada de la tradición islámica como cercana a un guión de una película de serie B estadounidense.

       En el editorial del periódico Aljar al Yaum, Taufiq Bueshrin recordaba la semana pasada que según varios estudios occidentales y encuestas de opinión estadounidenses “la popularidad de Al Qaeda y de su líder Osama Bin Laden se sitúa en el mundo árabe entre el 8% y el 10%, un porcentaje considerado elevado porque de él no disfruta ningún líder, organización o asociación religiosa o política”.

          Una vez superada la incredulidad sobre la muerte anunciada de Osama Ben Laden, en el mundo árabe se comentan más las consecuencias, la posible venganza en un nuevo atentado contra Occidente o contra intereses extranjeros en la región, que la pérdida de un ideologo radical con el que muy pocos comulgaban. Desconfiados, algunos analistas ponen en primer plano el momento, si ha sido elegido o no por la Administración de Obama, para retornar a primera línea de los acontecimientos que están ocurriendo en Oriente Próximo.

      Contemplando las manifestaciones en las imágenes robadas de las calles sirias, donde el régimen se obstina en acusar a grupos extremistas islámicos de estar provocando la desestabilización del país, o las del interior de las tiendas de campaña de la plaza de Sanaa en la que las tribus aseguran que Al Qaeda está muy debilitado, igual que el presidente Saleh, superados por las reivindicaciones de la calle, cuesta pensar que pueda producirse una manipulación desde debajo de las revueltas por parte del nuevo Al Qaeda, suponiendo que esa red bajo el mando de un nuevo líder sea capaz de sumarse a las formas pacíficas con las que el pueblo está cuestionando y terminando con los dictadores que le oprimen. El articulista libanés Satea Nureddín ha explicado en Assafir que “en Occidente se promueve la idea de que Al Qaeda es el resultado arabo-islámico natural de sociedades cerradas, atrasadas y no parte de una estrategia de Estados Unidos” (www.boletin.org).

        Es cierto que en Túnez está registrándose un auge del islamismo, que en Egipto ha aparecido un brote de sectarismo entre musulmanes salafistas y cristianos coptos. Pero llegar a afirmar que la fuerza de esas ideologías, cuya influencia en las sociedades árabes está por probar, puede terminar con la salida espontánea a las calles para pedir el cambio, es infravalorar la actitud que millones de árabes han adoptado con determinación. El fin de Al Qaeda no está en la muerte de Osama Bin Laden, igual que el control de las revueltas populares árabes no depende de una sola fuerza social. Con sólo cuatro meses de vida en los que los protagonistas anónimos de las protestas siguen arriesgando sus vidas, gritando consignas, creando nuevas pancartas, asentándose en lugares públicos…, las revoluciones árabes tienen una red muchos más estable y eficaz que la que pudo llegar a soñar Osama Bin Laden. 

 

Viñeta en relación al mundo arabe

 

Estado de las rebeliones

 

Siria

 

Situación extrema y desesperante en Siria donde los medios de comunicación, dos meses después de que comenzasen las protestas, siguen sin poder acceder al territorio, sin poder confirmar el contenido de vídeos estremecedores que los activistas de derechos humanos siguen colgando en las redes sociales.

       Protestas en Deraa, donde el Ejército consideró que “se ha cumplido la misión” y desafiante, retiró los tanques el jueves pasado, un día antes del Viernes del desafío, convencido de que la represión ha sido tan brutal que los ciudadanos no volverán a salir a la calle. Organizaciones internacionales que han podido visitar la ciudad aseguran que la situación es terrible y desde dentro hablan de una “maatanza”.

       Unas 800 personas han perdido la vida en las últimas cuatro semanas y la previsión es que el régimen siga aplicando el nivel máximo de represión para, como ocurrió en Irán tras la reelección de Mahmuh Ahmadineyah, terminar con las voces contrarias al régimen.

      Manifestaciones en Alepo, Homs, Hama, Banias, Latakia, en la Universidad de Damasco,  así como en varios barrios de la capital donde se reparte el trabajo militares con fuerzas de seguridad especiales y francotiradores.

 

 

Libia

 

El asedio a Misrata continúa. La OTAN es cuestionada por su incapacidad para frenar el ataque sobre la población que intenta huir en barcos hasta Bengasi, como la falta de asistencia a los que intentan alcanzar la costa italiana, Lampedusa.

 

 

Yemen

 

EL presidente Ali Abdullah Saleh se negó en el último momento a firmar el acuerdo propuesto por el Consejo de Cooperación del Golfo que incluía su renuncia en un plazo de 30 días a cambio de inmunidad para él y su familia.

       Saleh juega la baza de ganar tiempo convencido de que los manifestantes no serán capaces de mantener la protesta en la calle durante mucha más semanas. La actitud del presidente yemení inquieta a los países del Golfo que quieren terminar con la agonía en la que parece haberse asentado el autoritario líder.

 

Viñeta cómica en relación a el papel egipcio en la revolución.

 

Bahréin

 

Nueva vuelta de tuerca para los manifestantes en el archipiélago. Después de que un tribunal condenara a la pena capital a cuatro manifestantes por la muerte de dos policías durante las protestas de marzo, 47 médicos y enfermeros serán también sentados en el banquillo por haber atendido a manifestantes heridos durante las revueltas.

        Las autoridades han anunciado que levantarán el estado de emergencia, instaurado a finales de febrero,  el próximo 1 de junio. Con la ayuda militar de países del Golfo, como Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos, la monarquía de los Al Jalifa considera que la situación “está bajo control”, que los opositores al régimen vuelven a estar en su sitio.

 

Viñeta cómica en relación a la reconciliación entre Hamas y Fatah

 

Territorios palestinos

 

Gran acuerdo de reconciliación entre las 13 facciones palestinas, que en los próximos días anunciarán la creación de un gobierno formado por tecnócratas independientes que organizarán elecciones legislativas y presidenciales en menos de un año.

        El 4 de mayo firmaron el acuerdo en la sede de los servicios secretos de El Cairo. La imagen del presidente Mahmud Abbas y el líder del movimiento islamista Hamás, Jalid Mechal, anunciando que su nueva actitud converge en la unidad, permite albergar cierta esperanza, que en las calles de la franja de Gaza y de Cisjordania se celebró tímidamente, desconfiados de las promesas que hasta la fecha no han sido capaces de cumplir sus líderes.

        Protagonismo del nuevo Egipto en la nueva era árabe que ha logrado en unos meses lo que el ex presidente Mubarak y su jefe de los servicios secretos Omar Suleiman no lograron en años.

        La compleja aplicación de lo firmado se encontrará sobre todo de frente a Israel, que ya ha amenazado con el fin de las negociaciones de paz (muertas desde hace meses) y el bloqueo a la entrega de las tasas arancelarias de los palestinos que gestionan los israelíes (esos ingresos suponen un tercio del presupuesto de la Autoridad Nacional Palestina).      El Gobierno de Benjamin Netanyahu ha dicho que no entregará el dinero hasta no estar seguro de que no llega en parte a “la organización terrorista Hamás”.

Estados Unidos y las Naciones Unidas han pedido a Israel que les entregue el dinero de sus impuestos y adopte una actitud “constructiva” ante el acuerdo alcanzado por las facciones palestinas.

       Los palestinos trabajarán intensamente durante los próximos meses, ahora unidos, para que la Asamblea General de las Naciones Unidas reconozca la existencia del Estado palestino en septiembre próximo.

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