“No he hecho todo lo que hecho para terminar mi vida
engrosando el numero de recluidos en un sanatorio, merecía algo más”
Camille Claudel
Una de las señas de identidad más características de la compañía Turlitava Teatro, y que está presente en cada una de sus obras, es la relación entre el espacio escénico y el actor. Así lo vimos en (Des)perfectos e (in)sumisos, Los vivos y los m(ío)s y Marx en Lavapiés. En esta relación también se cimienta su último y nuevo montaje, Camille, que nos relata los treinta años de encierro de la artista Camille Claudel en un sanatorio mental, y que se presentará hasta el 30 de marzo en La Puerta Estrecha.
Sin duda, para los que conocemos La Puerta Estrecha y a Turlitava Teatro, esta es la unión perfecta entre obra y espacio de representación. El opresivo ambiente del lugar, la música, la gotera que cae al barreño, la actriz en un rincón de la escena… todo crea un vínculo con el espectador que está a pocos centímetros. Entregándonos, sin ningún tipo de filtros, el mundo enfermo y traicionero en el que vivió la artista.
Victoria Peinado Vergara, bajo la dirección de Jana Pacheco, es la encargada de dar vida a la escultora durante su encierro en el sanatorio mental que acabó con su muerte. Camille Claudel fue criticada en vida por su comportamiento atrevido (fue amante de su maestro, un hombre comprometido y mucho mayor que ella) y por sus ideas modernas. Su hermano Paul, dramaturgo, poeta y diplomático francés, apoyó el encierro por miedo a que su comportamiento se convirtiera en un escandalo público. Toda su familia le dio la espalda y murió olvidada en ese lugar.
El infierno del manicomio
Mujer, artista y maldita. Así podríamos definir a Camille. Escultora que por mucho tiempo fue ignorada por la historia y que en estos últimos años se vuelve a revisar. Las cartas que la mujer escribió a su familia y a varios otros artistas, son un registro doloroso y sabio de esos últimos treinta años de encierro en el que tuvo que soportar el olvido y el abandono debido a que sus seres queridos prohibieron que recibiera cualquier tipo de visita.
La actriz, Peinado Vergara, conforma una Camille Claudel que se construye desde la palabra y el cuerpo como si se tratara de un trabajo (post mortem) realizado por la escultora. Nos enseña a la artista en los limites de su locura, en la serenidad de sus pensamientos, en los deseos y en la sabiduría que le otorga el encierro que padeció hasta su muerte.
Camille se desarrolla en un interesante trabajo dramatúrgico creado por Jana Pacheco que une tres fuentes para construir la obra: las cartas que la artista escribió durante su encierro, la obra Locas de Sandra Massera y el estudio de las esculturas de la artista.
Así nace el infierno del manicomio y el demencial mundo que se crea en esas cuatro paredes. Un espectáculo que nos pasea desde lo corpóreo a la palabra. Un trabajo que no nos dejará indiferentes y que crea una complicidad con los espectadores que se puede medir en centímetros y en tiempo real.
Manuel Rodríguez