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Mujer rica, mujer pobre.

No, no se trata de la versión femenina de la conocida serie. Demasiado protagonismo para  el segundo  sexo, las cosas avanzan pero no tan rápido. Cualquier productor diría que es una historia con poco tirón. Mucho mejor:  «mujer de hombre rico, mujer de hombre pobre». O muchísimo mejor:  «mujer pobre que conquista a un hombre rico».  Demasiado largo. ¿Y si lo dejamos en «mujeres ricas» o «casadas con Hollywood?  Y nada de ficción,  montemos un programa con mujeres reales que  muestren sin complejos su estupidez, prejuicios, frivolidad e infinito vacío emocional y mental delante la cámara.

 

La estrategia es infalible. En un momento de crisis y petición de esfuerzo a toda la ciudadanía, la Sexta,  -esa gran cadena progresista-,  y Telecinco,  se marcan  un programa en el que aparecen cuatro o cinco mujeres descerebradas y un tanto desencajadas,  dedicadas a consumir lujo y derrochar sin ningún pudor. Es imprescindible mostrarlas en un entorno femenino, porque al fin y al cabo son mujeres,  con dinero,  pero mujeres, por tanto no interesa a lo que se dediquen, o mejor dicho, casi interesa que no se dediquen a nada: cocinas de lujo, regañinas al servicio, retoños malcriados perseguidos por niñeras y niñeros, ropa que cuesta lo que un coche, coches que cuestan lo que una casa, casas que cuestan lo que una vida de trabajo de cualquiera de los telespectadores.

 

Desafortunada forma de conseguir audiencia. Lamentable  la imagen de las mujeres que muestran estos programas. Jamás programarían un equivalente a estos personajes en masculino. ¿Imaginan un grupo de hombres con mucho dinero sometiéndose voluntariamente a este espectáculo? Ellos son ricos, se dedican a cosas importantes y jamás saldrían en televisión mostrando ese nivel de desprecio por el mundo que les rodea. Un mundo donde el 70 % de la pobreza se concentra en las mujeres.

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