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Música y diseño

 

 

El envoltorio del disco ha ido perdiendo importancia a la vez que reducía su tamaño. Aunque en el paso del disco al cd, continuó habiendo una preocupación de las compañías por el diseño del envoltorio, los usuarios, no sé si por las dificultades naturales de la presbicia o por qué otra razón, hemos ido perdiendo interés por el contenedor. Parece que en esta ocasión el tamaño importaba. Ahora, como las canciones (ni siquiera hablo de discos) se compran online, la portad, carátula o como quiera llamarse al envoltorio, ni lo hueles.

 

Si te pones a rebuscar entre las portadas de discos, te encuentras con verdaderos iconos de la historia del diseño gráfico. Pero, sobre todo, son verdaderos recuerdos visuales de la historia de la música. Igual que me ocurre con los libros, hay discos que me compré en su día exclusivamente porque me gustaba la carpeta. Y nunca me defraudó el contenido.

 

Detrás de muchas de estas obras hay una historia. Como la leyenda que circulaba sobre la muerte de Paul McCartey en la portada de “Sargent Peppers Lonely Hearts Club Band” o la famosa portada de “London Calling”, el disco de The Clash en el que Paul Simonon está a punto de destrozar su bajo Fender Precision contra el suelo del escenario del Palladium de Nueva York. Son imágenes que se han quedado en nuestra retina para siempre, como la escena final de “Centauros del Desierto”, la fantástica película de John Ford, cuando la puerta de la cabaña se cierra dejando fuera a John Wayne… En su mundo… Solo.

 

Curioseando por este asunto de las portadas, me he encontrado con dos curiosidades dignas de visitar.

 

Inspired Ology propone una selección de las 99 mejores portadas. Echo de menos algunas como “Country life” de Roxy Music o “Trans Europe Express” de Kraftwerk, pero es entretenido el repaso visual.

 

¡Qué cerca está la muerte del mundo de la música! Es el pensamiento que me ha inspirado el blog “Live!”, de Jean-Marie Delbes y Hatim El Hihi. Micrófonos solitarios, sillas vacías, muros despoblados, ventanas desde las que nadie te mira, para recordar, por el espacio que han dejado en las portadas de sus discos, a los que se fueron antes de tiempo.

 

Un amigo mío decía que había conocido pocos sitios tan peligrosos como un camerino después de una actuación. ¡Qué razón tenía!

 

@Estivigon

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