Son las ocho de una tarde cualquiera cuando comienzan a sonar los primeros compases del Concierto para Flauta y Arpa en Do Mayor de Mozart. En la finca, las vacas, abstraídas en su mundo, se desperezan al reconocer la melodía del genio de Salzburgo para dirigirse obedientes hacia la rueda de ordeño, donde saben que sus hinchadas ubres serán aliviadas. Después, podrán irse a descansar plácidamente hasta que un nuevo día las devuelva a la abstracción de su rutinaria vida.
Parece ser que fue un monje francés del siglo XIX el primero en darse cuenta de que las vacas daban mejor leche si se las ordeñaba mientras escuchaban alguna composición de Mozart, así que la familia Sieber ha decidido seguir aplicando este método en su finca “La Chirigota” en Villanueva del Pardillo y tres veces al día, las reses asisten a su cita con la música.
Que no se crean el resto de compositores clásicos que sólo la música de Mozart es capaz de obrar el milagro. Un estudio científico establece que las vacas estimuladas con música clásica aumentan su producción de leche, así que en Dortmund, una ciudad minera en el corazón industrial de Alemania, obsequiaron a 180 vacas con un recital y con la posterior audición de grabaciones de los artistas que aparecerían en la próxima temporada de música del Konzerthaus, el auditorio de la ciudad. La leche producida se embotelló en envases en cuya etiqueta figuraba qué música escuchaba la vaca mientras era ordeñada y la fecha del concierto de su autor. Esta acción, ideada por la agencia de publicidad alemana Jung von Matt/Elbe, perseguía la estimulación de los ciudadanos de Dortmund para que asistieran a los conciertos. Y lo consiguió. Curioso juego de estímulos el de estimular a las vacas con música para estimular a los ciudadanos a escucharla.
Pero ahí no acaban las bondades de la música clásica. Eduardo Sancho, un chaval de 17 años finalista del premio “Google Science Fair”, afirma que el tallo de las lentejas cultivadas con música clásica crece 2,5 centímetros más de media que las cultivadas con “Heavy Metal”.
Está claro que la música influye en el comportamiento de los animales, en el crecimiento de las plantas y en el estado de ánimo de las personas. Según un estudio publicado en el British Journal of Psychology, la música que escuchamos mientras degustamos una copa de vino, influye en la descripción que hacemos del vino que hemos bebido. Y como la mejor manera de comprobar la veracidad del experimento es sufrirlo en las propias carnes, me voy a abrir una botella de vino y a ponerme a los Ramones; a ver qué pasa y os cuento.
@Estivigon