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Myriam Acevedo se puso el manto

 

 

Hace una semana falleció en Roma la actriz cubana Myriam Acevedo. Este blog que en alguna ocasión ha honrado la memoria de la actriz española afincada en Cuba, Adela Escartín, quiere también recordar, en la hora de su muerte, la memoria artística de una de las mayores rivales y antagonistas que tuvo La Escartín en La Habana.

 

En 1961 trabajaron juntas en Electra Garrigó, de Virgilio Piñera (probablemente la pieza y el autor más emblemáticos del Teatro Cubano), en una producción del Teatro Prometeo, dirigida por Francisco Morín (quien ya la había dirigido en su estreno de 1948, en La Habana), que se montó con urgencia para presentarla en La Casa de las Américas, dedicada a los jurados del 2º Concurso Literario Hispanoamericano. Entre sus distinguidos miembros se encontraban Jean Paul Sartre y Simone de Beauvoir, quienes habían acudido a la isla, para respaldar –como tantos otros intelectuales de izquierdas del momento- el Régimen de Fidel Castro.

 

Myriam Acevedo interpretaba a Electra, la terrible y vengativa hija de Agamenón y Clitemnestra, obsesionada con asesinar a sus padres. Piñera trasladó con mucho arte a los personajes de La Orestiada, de Esquilo, hasta la Cuba de mediados del siglo XX, sin perder ni el sentido ceremonial griego, ni el sabroso sandunguerío cubano; convirtiendo –además- al coro en un cantante de Guantanamera. La noche del estreno en La Casa de las Américas este coro fue interpretado por el mismísimo Joseito Fernández, autor e intérprete de la famosa canción cubana.

 

En la Electra Garrigó de 1961, Adela Escartín interpretaba a Clitemnestra Pla, madre de Electra. Debió ser fascinante ver las chispas que saltaban entre ambas en escena, pues el antagonismo de los personajes coincidía con el de las actrices. La crítica teatral destacó la interpretación de ambas divas, resaltando el poderío que derramaba la Escartín, cuando le pedía a la Acevedo con su voz grave e ineluctable:

 

        – Ponme el manto, Electra.

 

Manto que devenía en la obra en un símbolo de la muerte, bajo el cual, Clitemnestra podía ver el futuro y la muerte de sus semejantes, nunca la suya propia.

 

Sería curioso saber qué opinaron Sartre y La Beauvoir de este combate artístico entre las dos divas habaneras, y del dramaturgo cubano que escribiera una pieza tan original como suculenta. En tanto al  primer dilema -lamentablemente para Adela- baste saber que Sartre eligió a la Acevedo para protagonizar su obra La ramera respetuosa; si bien es cierto que esta actriz ya había alcanzado un gran éxito con la misma obra, dirigida por Francisco Morín en 1960, inaugurando la Sala Covarrubias del Teatro Nacional Cubano. Sartre se quedó varios meses en La Habana dirigiendo su obra, protagonizada de nuevo por Myriam Acevedo; su estreno fue todo un acontecimiento artístico.

 

Myriam Acevedo también formó parte del elenco de La noche de los asesinos, de José Triana, que dirigió Vicente Revuelta en 1966, y que se convertiría igualmente en otra pieza emblemática del teatro cubano. Además de actriz fue cantante. Sus admiradores la recuerdan actuando en El Gato Tuerto, un cabaret nocturno de Vedado, en La Habana, siempre vestida de negro con un aire muy existencialista francés, a lo Juliette Grecó; cantando poemas de Virgilio Piñera. También promocionó las canciones de Pablo Milanés y de Teresita Fernández, una maestra ambulante (al estilo predicado por José Martí) metida a trovera cubana.

 

Myriam Acevedo partió de Cuba en 1968, y se instaló en Italia, donde mantuvo una fructífera relación teatral con el director Luca Ronconi, que la dirigió en Calderón, de Pier Paolo Pasolini, en 1977, obra que le valió a la eximia actriz cubana el Premio Ubú, por su interpretación en la obra.

 

Adela Escartín y Myriam Acevedo trabajaron juntas en Cuba en la misma época. Compitieron por personajes, fueron adoradas como reinas en sus respectivos predios artísticos, ambas dirigieron teatro, las dos pintaban al óleo; una estaba casada con un pianista, la otra con un cineasta; Adela estudió con Stella Adler en Nueva York a finales de la década de los cuarenta, y Myriam repitió Maestra a finales de los 50. Las dos hicieron teatro en el Off-Broadway neoyorquino; una nació en Guía, en 1913, la otra en Güines, en 1928; la primera, española de la isla de Gran Canaria; la segunda, cubana de la provincia de Mayabeque. Adela Escartín se fue de este mundo en 2010, Myriam Acevedo en 2013. Una vivió más de 96 años, la otra ha fallecido a los 85.

 

Despidamos desde esta Huerta del Retiro a Myriam Acevedo con una canción que ella nunca cantó, pero que sí salmodiara el coro de Electra Garrigó, escrita por su querido Virgilio Piñera, a ritmo de Guantanamera.

 

La muerte su fuerte rayo

Hacia Agamenón dirige,

Y ya Clitemnestra inflige

Con su amante destructor,

De sábanas el rumor

Sobre su cuello envolviendo,

Como serpiente cayendo

En medio de tanto horror.

 

Ya una muerte sobrevino,

Ya un ejemplo se propone,

Ya un padre no se interpone

De una hija en el camino.

El espantoso destino

Echó en la noche su suerte,

Y la blanquísima muerte

Entre sábanas advino.

 

Oye, Clitemnestra infiel,

Esta canción agorera,

Porque también a ti, artera,

En tu egoísmo de madre

Le pasará lo que al padre

De una hija fría y certera.

 

Foto: Pedro Portal

 

 

FE DE ERRATAS

La actriz cubana Lilliam Llerena –y no Myrian Acevedo- interpretó el papel de Electra Garrigó, en la versión del Grupo Prometeo, dirigida por Francisco Morín, en 1961, para la Casa de las Américas, y en la que participara Adela Escartín. 

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