Si mi madre era hiperaprensiva, mi padre tenía una forma más sutil de paranoia. Sus estudios de química le llevaban a considerar el mundo como un receptáculo de agentes nocivos de los que había que protegerse constantemente. Es decir, teníamos que limitar al máximo las salidas de casa y asfixiarnos entre cuatro paredes, que en nuestro caso eran cien
Decía Sócrates que Sólo hay un bien: el conocimiento. Sólo hay un mal: la ignorancia y no vamos nosotros a contradecirlo, solo una breve defensa de cierto grado de ignorancia. Para determinados espíritus saber más cosas no supone ninguna experiencia liberadora, todo lo contrario muchas veces. Los estudios de Medicina hacen aparecer hipocondríacos, en clase de Parasitología en Farmacia anda todo el mundo rascándose todas las partes del cuerpo… y en algunos químicos sucede esto del padre de Veronica, pioneros del mundo pandémico en cuanto a protección paranoica.
Ha querido la casualidad que yo haya estado estos días liado con este libro y con Tiempo de silencio, ambos citados en este artículo de José María Matás, con el que estoy de acuerdo en el fondo, a la vez que confieso que me ha gustado bastante este simpático libro