Prólogo
¿Cómo reconocer lo que hay? Nada hay si no es en relación con algo. Hace falta una brecha en el continuo, instante que se sostenga por sí solo, abertura o lapso. Algo para lo cual en un momento dado haya una determinada interpretación, en otro otra… no que valga cualquier interpretación, pero sí que pueda haber una pluralidad de ellas. Una figura así, hoy, marginal, fronteriza, no se desarrolla, no da criterios, no produce, pero resiste el embate del continuo y, con ello, muestra el continuo como lo que es y apunta hacia algo otro. Una figura así no se agota. Admitiendo ahora que el continuo sea el decir –asumiendo que también tiene otras manifestaciones–, entonces esa brecha es el poema. A finales de la modernidad, el poema celaniano se hace cargo de su íntima relación con la vaciedad, pero eso mismo le permite, a su vez, atender a algo otro; emprende el camino hacia el enmudecimiento y, sin embargo, dice algo; algo que, desde la extrema vaciedad, no puede sino consistir en el decir mismo. El presente libro trata de explorar ese camino de la mano de los poemas de Celan, atendiendo para ello, también, a otras voces invocadas en esos poemas. Se presentan tres aproximaciones distintas y un último apartado a modo de conclusión, cuatro bloques en total, en cada uno de los cuales se introduce una determinada cuestión y se va a los poemas. De ellos se da el texto original, nuestra traducción al castellano y un comentario. En consecuencia, el lector no encontrará ni un libro de versiones de Celan ni un simple ensayo, sino que traducción e interpretación se imbrican íntimamente para lograr que el poema hable.
4.2
[Singbarer Rest] (en Atemwende)
Singbarer Rest – der Umriß
dessen, der durch
die Sichelschrift lautlos hindurchbrach,
abseits, am Schneeort.
5 Quirlend
bajo cejas-
cometas
la masa-mirada a
la cual el oscurecido diminuto
10 satélite-corazón se acerca
con la
chispa apresada fuera.
– Labio inhabilitado, informa
de que algo sucede, todavía,
15 no lejos de ti.
[Resto cantable] (en Cambio de aliento)
Resto cantable – el contorno
de aquel que a través
de la escritura-hoz hendió sin ruido,
lejos, en el lugar de la nieve.
5 Batiendo
unter Kometen-
brauen
die Blickmasse, auf
die der verfinsterte winzige
10 Herztrabant zutreibt
mit dem
draußen erjagten Funken.
– Entmündigte Lippe, melde,
daß etwas geschieht, noch immer,
15 unweit von dir.
Hay siempre algo muy determinado y particular en el punto de partida de un poema de Celan; algo vinculado a un devenir humano, que lo es de un otro completamente otro: tú. Sin embargo, ese tú diferente en cada caso ha sido sometido siempre a algún tipo de reducción o molienda. No queda, por tanto, nada. Ahora bien, el poeta atiende y, tomando esa nada, traza una figura; siempre a base de escombros, hielo o arena, pero siempre distinta, singular e irreductible. Entonces, como en Homero, Píndaro o Sófocles, también aquí algo se hace relevante, algo suena. No ya el dios, sino la nada, pero junto con ella una voz, Stimme. Hay, pues, un resto cantable, rasgo, contorno o perfil/ de aquel que a través/ de la escritura-hoz –de nuevo nos encontramos con que la condición de escritura se ha incorporado a las cosas y que dicha operación tiene un carácter violento (cf. 2.6)–, hendió sin ruido,/ lejos, en el lugar de la nieve. El lugar de la nieve es aquí, pero el poema lo sitúa lejos, porque, como hemos visto en diversos momentos, no hay nada más extraño que el sitio en que se está (cf. 1.10 y 3.4); hace falta, pues, una abstención o distancia (Ab-seit) para que lo de aquí comparezca como lo que es. Ello se dice en la primera estrofa (vv. 1-4). En la segunda (vv. vv. 5-12) no se trata ya de escritura, sino de mirada: batiendo/ bajo cejas-/ cometas/ la masa-mirada. Los cometas, compuestos de hielo y polvo, son restos de la condensación de la nebulosa solar que fueron expulsados desde zonas exteriores al sistema en dirección al sol; sus órbitas son tan amplias que tardan años en completarse, y sus hermosas cabelleras, fruto del desgaste, se hacen visibles al acercarse al sol. En el poema no se habla del sol, sino de masa que a la vez es mirada; algo, por tanto, sin forma y a la vez necesario para que pueda comparecer cualquier forma; carente de individualidad y a la vez necesario para que pueda devenir toda individualidad; algo en lo que, precisamente por ser absoluta igualdad, puede darse la diferencia. A ella se acerca –zutreiben significa también “estar en vísperas de”, por tanto, estar siempre viniendo y configurándose, y a la vez quedar siempre más allá de toda experiencia–, el diminuto/ satélite corazón. La palabra Trabant se refiere en efecto a un satélite, pero en alemán moderno temprano también nombra a un soldado de infantería, alguien acostumbrado al combate y a las largas marchas. De él se dice que ha sido oscurecido y viene con la chispa capturada –erjagen tiene connotaciones de caza, como también las tiene la tarea del sophós en Píndaro–.[1] fuera. Hubo incendio, fulgor y pérdida; pero algo humano, minúsculo y oscurecido viene con algo aún más pequeño, una partícula incandescente y humeante desprendida en el proceso de combustión, un resto. Entonces, en la tercera y última estrofa (vv. 13-15) apareces “tú”, labio; o, mejor dicho, toda la estrofa está constituida por una orden dirigida a “ti”. Labio es abertura –como también lo es una brecha o una herida– cuyo cometido es decir y besar –así en la poesía de Celan–; sin embargo aquí “tú” “eres” declarado inhábil o incapaz. Aun así, o quizá precisamente porque ello se hace relevante, “tienes que”, si no cantar, al menos “informar” (melden) de que algo sucede, todavía,/ no lejos de ti.
Nota:
[1] Cf. mi comentario a la segunda oda de Píndaro en Píndaro desde Hölderlin, Madrid, La Oficina, 2018, especialmente p. 66.
Este fragmento pertenece al libro Nada se ha perdido. Aproximación a Paul Celan, de Eulàlia Blay, publicado por La Oficina, 2022.