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Frontera DigitalNavegando en la mar de los libros

Navegando en la mar de los libros

Macu: Buenas tardes a todos… y bienvenidos al puerto de Alejandría. No crean que es algo raro embarcarse con nosotros… A ver si recordáis una cosa… amigos…

Araceli: ¿El qué? Yo me acuerdo de muchísimas cosas…

Macu: ¿Recordáis cuándo fue la primera vez que nos embarcamos con los libros?

Araceli: Hummm… seguro que muchas veces, porque hemos salido al mar unas cuantas… pero la primera vez no sé cuándo fue.

Macu: Pues ¡la primera vez que nos sentamos en una librería en otoño a encontrarnos con libros vivos de autores muertos como grupo Alejandría!…  El encuentro se tituló Hablamos de barcos. Era octubre de 2011, hace ya muchos años. Y por lo menos Araceli, José y Julián estuvieron a bordo…

José: ¡Anda! Mira por dónde… No me acordaba… y ¿en qué barcos fuimos?

Macu: En muchos… pero esta vez, como en primavera subimos a los trenes y nos pasó de todo he pensado que lo hagamos mejor con los barcos…

Araceli: A ver… esta primavera hubo demasiados asesinatos en los trenes y alguien estuvo dando la murga con que prefería ir en barco…

Macu: Sí, sí… Lo recuerdo, a ver si esta vez quedamos contentos todos. Y recordaréis que se montó un guirigay bochornoso cuando todos empezamos a decir a qué tren queríamos subir… Estuvo feo… tenemos que evitarlo…

Julián: Siempre hay preferencias y somos muy nuestros… Ya veremos qué pasa con los barcos… Venga… ¡al puerto!

José: Pongamos orden desde el principio. Un puerto sin orden puede ser un caos, así es que habrá que saber primero quién quiere ir en barcos reales y quien prefiere los imaginarios… y luego las travesías, tanto reales como imaginarias, las podríamos hacer en orden cronológico…

Araceli: Bien pensado señor práctico, pero si vamos a ir en barcos, tanto si son reales como si son imaginarios, digo yo que primero tendremos que llegar al mar ¿no?… Porque es que este puerto de Alejandría está en plena Sierra Oeste de Madrid… y aquí no hay playa.

Barcelona, s. XVII

Macu: De acuerdo. Entonces vayamos a Barcelona de inmediato para descubrir el Mediterráneo… Por supuesto, con don Quijote de la Mancha…

José: Muy bien traído. Fue en la segunda parte, cuando Don Quijote y Sancho Panza habían estado unos cuantos días por Cataluña con el simpático bandolero Roque Guinart y por fin, una noche, llegaron a Barcelona… Justamente en la víspera de San Juan…

Julián/ Cervantes: “Dio lugar la aurora al sol, que, un rostro mayor que el de una rodela, por el más bajo horizonte, poco a poco, se iba levantando… Tendieron don Quijote y Sancho la vista por todas partes: vieron el mar, hasta entonces dellos no visto; parecióles espaciosísimo y largo, harto más que las lagunas de Ruidera, que en la Mancha habían visto: vieron las galeras que estaban en la playa, las cuales, abatiendo las tiendas, se descubrieron llanas de flámulas y gallardetes, que tremolaban al viento y besaban y barrían el agua; dentro sonaban clarines, trompetas y chirimías, que cerca y lejos llevaban el aire de suaves y belicosos acentos. Comenzaron a moverse y a hacer modo de escaramuza por las sosegadas aguas, correspondiéndoles casi al mismo modo infinitos caballeros que de la ciudad sobre hermosos caballos y con vistosas libreas salían. Los soldados de las galeras disparaban infinita artillería, a quien correspondían los que estaban en las murallas y fuertes de la ciudad, y la artillería gruesa con espantoso estruendo rompía los vientos, a quien respondían los cañones de crujía de las galeras. El mar alegre, la tierra jocunda, el aire claro, solo tal vez turbio del humo de la artillería, parece que iba infundiendo y engendrando gusto súbito en todas las gentes. No podía imaginar Sancho cómo pudiesen tener tantos pies aquellos bultos que por el mar se movían…2” (61-II).

Araceli: Glorioso ese primer vistazo al mar… en plena fiesta ruidosa de San Juan, con pólvora y jolgorio, y todo el agua salada allí delante y un montón de barcos asombrando a Sancho…

Macu: Ese Mediterráneo que ven Quijote y Sancho es, como si dijéramos, todos los mares de la tierra… así es que ¡ya estamos en el mar!… Y decidme entonces… ¿quién quiere ir en barcos de verdad, que existieron y que están en los libros… y quiénes preferís los imaginarios de la literatura?

Guriguay inevitable:

¡Yo quiero ir en todos, en todos, en todos!…
Yo solo en los imaginarios, ¡así no te mareas!…
Veleros y submarinos, ya está, veleros y submarinos, toma nota…
Pues según… ¿no?… Vamos a ver esos barcos…
¡Yo quiero descubrir América!…
¡En el primer crucero! ¡Yo quiero ir en el primer crucero de la historia!
Yo a los que vayan a los mares del Sur… ya puestos.
(Macu los mira desquiciada, y se callan).

Macu: Lo sabía… Sabía que pasaría esto… ¿Quién me mandaría preguntar?… Ha sido una torpeza. A ver… decidido, da igual que sean barcos reales o imaginarios… Pero como dice José, vamos a embarcar por orden de antigüedad de los barcos y ¡ya está!… ¡Elige!… (Señala a José)… Hay un abundante catálogo de naves en La Ilíada y La Odisea…

José: Por supuesto, lo hay… En el canto II, del verso 485 al 785, se detallan nada menos que 1.186 naves… (José comenta brevemente algo de estos barcos).

Araceli: ¡Qué barbaridad! ¿Y cuál vas a elegir?

José: Pues de La Ilíada yo creo que mejor ninguno… son barcos de guerra… Pero uno de los barcos más antiguo en la literatura es el de Ulises, en La Odisea… un barco para volver a casa… ¿Quién se sube? (Mira a todos… que se hacen los locos y se escaquean).

José: Ya veo, ya veo lo que pasa… Nadie quiere embarcar, porque todos los que van en barco con Odiseo, Ulises para los romanos, acaban pereciendo…

Alfonso: Evidente… Menos el propio Ulises…  así es que, venga, sube, sube tú…

Macu: No, no, José siempre es Homero… Ulises que sea… ¡pues tú mismo! (Señala a Alfonso).

José: Vamos allá entonces… El ejército griego llegó a Troya en las cóncavas naves, y una vez ganada la guerra (que no las gana nadie, pero bueno, en La Ilíada ganan los griegos) hay que volver a casa… y ahí empieza La Odisea, la aventura de Ulises, el rey de Ítaca… Un marinero mentiroso, muy buen narrador y con muy buena prensa hasta hoy… Gracias a mí, Homero, por supuesto, pero no me importa que la fama sea para el… ¿tú eres mentiroso y buen narrador?

Alfonso/Ulises: Lo primero… solo a veces, lo segundo espero que siempre… La historia de Ulises es la increíble historia de un soldado que intenta volver a casa… enfrentándose a variados y terribles peligros… casi siempre en el mar… porque justamente el dios del mar, Poseidón, Neptuno para los romanos, se la tiene jurada a Ulises… ¡Me la tiene jurada!… (Mirando a José). A ver ¿en qué momento de navegación estoy?

José: Voy a elegir tu enfrentamiento con las terribles sirenas que acababan con cualquiera que intente pasar por sus dominios… escuchad…

Ulise y las sirenas

José/Homero: (primero en griego). Canto 12, verso 165… “Entretanto la bien fabricada nave llegó velozmente a la isla de las dos Sirenas –pues la impulsaba próspero viento–. Pero enseguida cesó éste y se hizo una bonanza apacible, pues un dios había calmado el oleaje”.

Alfonso/Ulises: “Levantáronse mis compañeros para plegar las velas y las pusieron sobre la cóncava nave y, sentándose al remo, blanqueaban el agua con los pulimentados remos. Entonces yo partí en trocitos, con el agudo bronce, un gran pan de cera y lo apreté con mis pesadas manos. Enseguida se calentó la cera –pues la oprimían mi gran fuerza y el brillo del soberano Helios Hiperiónida– y la unté por orden en los oídos de todos mis compañeros. Éstos, a su vez, me ataron igual de manos que de pies, firme junto al mástil –sujetaron a éste las amarras– y, sentándose, batían el canoso mar con los remos. Conque, cuando la nave estaba a una distancia en que se oye a un hombre al gritar en nuestra veloz marcha, no se les ocultó a las Sirenas que se acercaba y entonaron su sonoro canto:

Araceli/Sirena 1: Vamos, famoso Odiseo, gran honra de los aqueos, ven aquí y haz detener tu nave para que puedas oír nuestra voz. 

Edith/Sirena 2: Que nadie ha pasado de largo con su negra nave sin escuchar la dulce voz de nuestras bocas, sino que ha regresado después de gozar con ella y saber más cosas.

Macu/Sirena 3: Pues sabemos todo cuanto los argivos y troyanos trajinaron en la vasta Troya por voluntad de los dioses… Sabemos cuanto sucede sobre la tierra fecunda”.

Alfonso/Ulises: “Así decían lanzando su hermosa voz. Entonces mi corazón deseó escucharlas y ordené a mis compañeros que me soltaran haciéndoles señas con mis cejas, pero ellos se echaron hacia adelante y remaban, y luego se levantaron Perimedes y Euríloco y me ataron con más cuerdas, apretándome todavía más. Cuando por fin las habían pasado de largo y ya no se oía más la voz de las Sirenas ni su canto, se quitaron la cera mis fieles compañeros, la que yo había untado en sus oídos, y a mí me soltaron de las amarras”.

José: Y así se salvaron todos. Por poco… pero esta vez todos… Los compañeros de Ulises no tuvieron tanta suerte en otras ocasiones…

Araceli: Hablando de salvarse de los peligros del mar… o salvarse de las aguas que inundan cualquier parte del mundo de vez en cuando… el mejor patrón para lograr eso ¿sabéis quién es?…

Edith: ¡Yo sí! Es Noé… el primer ecologista de la historia humana… ¡Un icono del ecologismo! Que salva a todas las especies del diluvio universal construyendo un arca colosal.

Jehová

Macu: Bueno, bueno, no sé yo, que todo lo hace porque se lo manda Jehová… pero sí, el caso es que construye un arca estupenda…

Araceli: Génesis, capítulo 6 versículo 5. “Y vio Jehová que la malicia de los hombres era mucha en la tierra y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal. Y se arrepintió Jehová de haber hecho al hombre en la tierra y le pesó en su corazón”.

José/ Jehová: “Extinguiré a los hombres que he criado sobre la faz de la tierra, y a las bestias y hasta el reptil y las aves del cielo, porque me arrepiento de haberlos hecho.

Araceli: Pero Noé halló gracia en los ojos de Jehová. Y dijo Dios a Noé:

El arca de Noé

José/Jehová: Hazte un arca de madera que tenga aposentos y la embetunarás con brea por dentro y por fuera. La harás de trescientos codos de longitud y cincuenta codos de anchura y de treinta codos de altura… Una ventana harás al arca y la acabarás a un codo de elevación por la parte de arriba, y pondrás la puerta del arca a su lado y le harás piso bajo y segundo y tercero… Yo traeré un diluvio de aguas sobre la tierra para destruir toda carne en que haya espíritu de vida debajo del cielo… ¡Todo lo que hay en la tierra morirá! Pero haré un pacto contigo y entrarás en el arca tú, y tus hijos y tu mujer y las mujeres de tus hijos… y de todo lo que vive, de toda carne, dos de cada especie meterás en el arca, macho y hembra serán, para que tengan vida contigo. De las aves según su especie, y de las bestias según su especie, de todo reptil de la tierra según su especie… dos de cada especie entrarán contigo, para que haya vida. Y toma contigo de todas las viandas que se comen, y llévalas, servirá de alimento para ti y para todos ellos… Entra tú y toda tu casa en el arca porque a ti te he visto justo en esta generación”.

El diluvio universal

Macu: Noé hizo todo lo que Dios le había mandado salvando a todos los animales y entonces llovió sobre la tierra lo que no está escrito…

Araceli: Sí que está escrito… en el versículo1 del capítulo 6 del Génesis dice…: “aquel día fueron rotas todas las fuentes del gran abismo y las cataratas de los cielos fueron abiertas y hubo lluvia sobre la tierra cuarenta días y cuarenta noches…/… y las aguas crecieron y alcanzaron el arca y se elevó sobre la tierra… Y las aguas prevalecieron en extremo sobre la tierra y todos los montes altos que había debajo de todos los cielos fueron cubiertos…/… Y así fue destruida toda sustancia que vivía sobre la tierra desde el hombre hasta la bestia, y los reptiles, y las aves del cielo; y fueron exterminados de la tierra, y solamente quedó Noé y los que con él estaban en el arca”.

José: El Génesis precisa que, al cabo de ciento cincuenta días, después de aquellos cuarenta lloviendo, las aguas empezaron a decrecer… y fue cuando Noé soltó la paloma que volvió al arca con una ramita de olivo para avisar que ya se podía pisar la tierra de nuevo…

Macu: Bueno… Y de paso avisar a Picasso que ya podía inventar el símbolo de paz de más éxito en todo el mundo… dibujando una paloma.

Edith/Crucerista: Fijaos, que ahora que lo pienso, a mí no se me representa este fragmento literario de Noé en la Biblia solo como un antecedente del ecologismo… sobre todo es el antecedente más antiguo y más claro ¡del invento de los cruceros!

Todos: ¿Cómo?

Edith/Crucerista: Cuando he escuchado que Dios le dijo a Noé cómo tenía que aparejar el arca, y lo que tenía que llevar, me ha parecido igual-igual que los preparativos de un crucero… ¿no?…

José: Pero faltan siglos y siglos para que se inventen los cruceros.

Edith/Crucerista: Bueno, a ver… que me parece bien que vayamos de barco en barco de forma cronológica… pero es que estoy deseando que adelantemos para llegar al primer crucero turístico que se organizó… que fue hace siglo y medio, en 1867, y partió de Nueva York… y en él viajó Mark Twain, que lo contó todo en sus crónicas… que luego se recogieron en un libro casi tan gordo como la Biblia… Y es que yo quiero que subamos a ese barco con Mark Twain…

Araceli: ¡Qué coincidencia!… Me acabo de acordar que Mark Twain también escribió un relato corto sobre el Arca de Noé…

Edith: ¿De verdad?

Araceli: Sí… Es una fantasía divertida sobre qué hubiera pasado si el Arca de Noé hubiera tenido que pasar una inspección en el puerto de Bremen, en Alemania… Por supuesto no hubiera pasado la inspección… porque el Arca no cumplía absolutamente ninguna norma, ni de navegación, ni de transporte de animales, ni de marinería, ni de nada…

Macu: Creo que lo de Noé fue algo más metafórico y espiritual… pero, en fin, ahora que lo decís estaría bien viajar con Mark Twain… pero ya llegaremos a 1867… ¡Calma!… ¿Qué os parece si seguimos por orden y nos situamos a finales del XV?… En un barco auténtico, que existió sin duda, y en un día concreto: el amanecer del 12 de octubre de 1492… hace 531 años y 14 días…

La Santa María

La mitad: ¡A la Santa María!

La otra mitad: ¡A la Pinta!

José:  Y a la Niña… ¡A las tres!… Eran dos carabelas, la Pinta y la Niña, construidas en Moguer, en Huelva, y la nao Santa María, que era gallega, construida con madera de Cantabria… Las tres cambiaron el mundo para siempre…

Macu: La Santa María se hundió en La Española, la actual isla de Santo Domingo, al final de aquel primer viaje… Las otras dos volvieron a España con los armadores, que eran los hermanos Pinzón… La patrona y financiera, fue la reina Isabel de Castilla… y el navegante fue… ya sabéis…

Todos: ¡Cristóbal Colón!

Julián: El descubrimiento oficial de América, el de Colón, lo conocemos documentado por la muy buena costumbre de los antiguos capitanes de llevar un diario de a bordo (bueno, todavía se lleva esa costumbre) y gracias a esos diarios sabemos esto de lo que pasó…

Cuaderno de bitácora

Macu: Ese diario acabó perdiéndose… pero lo había transcrito Fray Bartolomé de las Casas, así es que lo tenemos… Adelante, almirante…

Julián/Colón: “Jueves 11 de octubre. Navegamos al Ouesudueste. Tuvieron mucha mar y más que en todo el viaje habían tenido. Vieron pardelas y un junco verde junto a la nao. Vieron los de la carabela Pinta una caña y un palo, y tomaron otro palillo labrado a lo que parecía con hierro, y un pedazo de caña y otra hierba que nace en tierra, y una tablilla. Los de la carabela Niña también vieron otras señales de tierra y un palillo cargado de escaramojos. Con estas señales respiraron y alegráronse todos. Anduvieron en este día, hasta puesto el sol, veintisiete leguas.

La Niña ve señales

Después del sol puesto, navegó a su primer camino al Oueste: andarían doce millas cada hora; y hasta dos horas después de medianoche andarían noventa millas, que son veintidós leguas y media. Y porque la carabela Pinta era más velera e iba delante del Almirante, halló tierra y hizo las señas que el Almirante había mandado. Esta tierra vido primero un marinero que se decía Rodrigo de Triana…”.

Macu: Seguramente se trataba de la isla de Guana-hani, a la que llamaron San Salvador, y que ahora se llama Bahamas… Y quien la vio primero según el almirante, ya habéis oído, fue un marinero de la Pinta, trianero, porque se llamaba Rodrigo de Triana.

José: Bueno, eso no está ni medio claro, unos dicen que era de Lepe, Huelva y otros que era de Sevilla, y que en realidad se llamaba Juan Rodríguez Bermejo… según algunos investigadores no recibió ninguna distinción especial por su buena vista y se acabó yendo a Berbería, con los bereberes del norte de África… en cambio otros dicen que se embarcó en la expedición de Magallanes y Elcano de dar la vuelta al mundo y que murió en las Molucas…

La Pinta

Edith/Crucerista: Vete tú a saber… Esas cosas pasan por no llevar periodistas en los barcos que averigüen y atestigüen la verdad de las cosas que pasan en cada sitio… el qué, el quién, el cuándo, el cómo y el dónde…

Macu: El dónde habían llegado no lo sabía ni Colón ni nadie, ni lo hubiera sabido un periodista a bordo… Colón siempre creyó que había llegado a las indias de Asia a través del mar, y por eso América no se llama Colombia, porque no iba Colón a dar nombre a un continente que estaba descubierto desde siempre…

Julián: Fue el italiano Américo Vespucio, que se nacionalizó español en 1505, quien se dio cuenta unos diez años después del descubrimiento, de que aquello era un mundo nuevo, un continente desconocido hasta entonces… y por eso América se llama América…

Documentación de barcos

José: Cruzar el Océano en aquellas frágiles carabelas fue una verdadera heroicidad… No creo que hubiera sitio en los barcos para cronistas… Aquella primera vez ni siquiera fueron curas… Por eso es un tesoro estimable el Diario de a bordo de Colón… aunque no sea precisamente una obra cumbre literaria.

Edith/Crucerista: En el crucero que os he contado que fue el primero de la historia, sí que iba un periodista, Mark Twain, que fue contratado para ir contando en sus crónicas todo lo que pasaba en el barco y en todos los lugares a los que fueron… y uno de los reclamos de publicidad para comprar el viaje era que al pasar por Génova se visitaría la casa de Cristóbal Colon…

Macu: ¡No es verdad!

Edith/Crucerista: Sí lo es… Mirad, leo textualmente la publicidad de aquel crucero mítico: “Desde Marsella a Génova se llega en una noche. Los excursionistas tendrán la oportunidad de recorrer la llamada ‘magnífica ciudad de los palacios’ y visitar el lugar donde nació Colón, situado a doce millas de la urbe…”.

Casa de Colón en Génova

Macu: ¿Y Mark Twain estuvo en esa casa? No me digas… Mira que lo dudo.

Edith/Crucerista: Estuvo… y lo que pasó en esa visita lo cuenta genial en la Guía para viajeros inocentes… que fue el libro donde se recopilaron todas aquellas crónicas del crucero…

Macu: Pues cuenta, cuenta, aunque nos saltemos 4 o 5 siglos, al fin y al cabo estábamos hablando de Colón… y su casa en Génova sería del siglo XV…

Edith/Crucerista: Esto escribe Mark Twain de aquella excursión a Génova… “¡Malditos sean todos los guías! Éste dijo que era el lingüista más dotado de Génova, en lo que al inglés se refería, y que solo dos personas en la ciudad, además de él, sabían hablar dicho idioma. Nos mostró el lugar en el que nació Cristóbal Colón y, después de que hubiésemos reflexionado ante él, sobrecogidos e impresionados durante quince minutos, nos dijo… que allí no había nacido Colón… ¡sino la abuela de Colón! Cuando exigimos una explicación a semejante conducta, se limitó a encogerse de hombros y contestó en un italiano bárbaro. En un capítulo futuro contaré más cosas sobre este guía…” (Página 148).

Macu: No sabía Mark Twain la controversia abierta que persiste sobre un montón de cosas de Colón…

José: Empezando por la cuestión de dónde nació, si en Génova, en Galicia, en Ibiza, en algún lugar de Cataluña, de Portugal, de Castilla o de Andalucía… aunque sí se sabe con certeza que murió en Valladolid.

Tumba de Colón en Sevilla

Julián: Pero donde está enterrado es otro lío… Al principio en un convento en Valladolid. Luego en la Cartuja de Sevilla. Más tarde su hijo mayor, Diego, llevó los restos a la catedral de Santo Domingo y allí estuvieron más de dos siglos… pero cuando los franceses conquistan la mitad de esa isla, se trasladaron a La Habana, en Cuba, y finalmente, con el desastre del 98, se trajeron a España y fue enterrado en la catedral de Sevilla muy suntuosamente… y allí sigue, pero solo el 15 por ciento de sus huesos…

Araceli: El resto estará repartido por los sitios donde fue siendo enterrado… Hay muchos cadáveres de famosos que se pasan siglos de romería y se van perdiendo huesos… y nosotros hemos perdido el rumbo…

Naves vikingas en el Tapiz de Bayeux

Macu: Pues sí… y casi completamente el orden cronológico… incluso antes de esta escapada a Génova en el XIX… porque a América, mucho antes que Colón en el siglo XV, ya habían llegado las naves vikingas desde Islandia sin que nadie se enterase… solo ellos.

Alfonso: Pero es que esos caladeros eran importantísimos para la pesca y por eso los islandeses no decían nada de donde llevaban sus naves a pescar…

Macu: Bueno… Algo se dice en las sagas vikingas… aunque es difícil saber a qué parajes se refieren…

Nave vikinga

Alfonso (suntuosamente): “Skallagrim desembarcó en un cabo grande que se adentra en el mar, descargaron allí el barco; llamaron al lugar Knarrarness. Más tarde Skallagrim exploró las tierras y había allí un gran pantano y extensos bosques que iban desde la montaña a la playa, había ballenas y mucha pesca. Cuando exploraron las tierras del sur, por la costa, encontraron un gran fiordo, y entraron por el fiordo y no se detuvieron en su marcha hasta que encontraron a sus compañeros, Grim Haleyski y sus hombres. Todos se alegraron de verse… Skallagrim se marchó entonces con su tripulación y se quedaron a invernar en el sitio en el que habían arribado. Skallagrim ocupó entonces las tierras que hay entre la montaña y la playa, todos los pantanos hasta Selalón, la Laguna de las Focas, y hacia arriba hasta Borgarhraun y por el sur hasta Hafnarfjoll y todas las tierras que hay entre los ríos y hasta el mar… En primavera, cuando Skallagrim llevó su ganado a la costa, llegaron a un pequeño cabo, donde cazaron algunos cisnes, y lo llamaron Alptaness, el Cabo de los Cisnes…”.

Macu: Estupendo este pequeño itinerario con los vikingos… todos esos lugares tienen ahora otros nombres y están en Canadá… Y como hemos vuelto, parece, que más atrás del siglo XV, a mí me resultaría exótico cambiar de océano en este punto cronológico impreciso… y sobre todo, sería tan elegante… ir en alguno de aquellos barcos del mar de Arabia y del Índico, como en los que navegaba Simbad… que es uno de mis marinos favoritos (después de Corto Maltés, claro) …

Océano Índico

Araceli: Simbad fue un valeroso navegante árabe que recorría el Golfo… pero sobre todo, los mares de la fantasía… Siete viajes suyos se relatan en Las mil y una noches…

Macu: No me digáis que no os hubiera gustado navegar por esos mares llenos de islas y peligros y luego contar a los amigos esas aventuras, en un fresco patio de Bagdad o de Basora…

Araceli: Pues no… ahora esos patios no tienen nada de frescura… solo tienes que ver los telediarios… mejor viajemos leyendo.

Los dhows
Los dhows

Macu: Vale. Sigamos… Simbad se dice Sin-dibad en árabe… y Sin-dibad, que es listísimo y muy buena persona, vende su barco a un tipo y luego se casa con su hija…

Julián: Esos barcos en los que navegaban Simbad y sus compañeros eran

los dhows… de velas triangulares, que son esos que tienen perfil de pájaro, y han surcado el Índico durante tres mil años… hasta la Segunda Guerra Mundial… En los siete viajes de Simbad, en Las mil y una noches, se mezclan la fantasía con la pura realidad de aquel mundo… y Simbad recorre en ese libro los mismos puertos que visitaban los marineros árabes de verdad, en busca de la pimienta, la canela, las perlas…

Araceli: En Las mil y una noches Sherezade, la hija del visir, se ha ofrecido a acostarse con el rey Shahriar, que cada día se acostaba con una virgen y la mataba al día siguiente, en venganza de los cuernos que le puso su mujer, a la que mató… Pero Sherezade se arriesga y consigue, gracias a la terapia literaria, que el rey deje de matar mujeres contándole cada noche un cuento… que siempre deja sin acabar… y el rey los escucha sin parar noche tras noche… Esta es la noche 559 y Sherezade cuenta que Sindi-bad estaba al final de su quinto viaje…

Julián/Simbad: “Zarpamos y fuimos navegando de isla en isla y de mar en mar. En cada isla en la que hacíamos escala vendía y cambiaba los cocos y Dios me dio en cambio mayores riquezas que las que había perdido. Pasamos por una isla en la que había mucha canela y pimienta. Algunas personas nos contaron que habían visto en cada umbela de pimienta una hoja muy grande, que la cubría y la preservaba del agua cuando llovía; cuando dejaba de llover, la hoja se retraía y colgaba de la umbela. En esa isla compré mucha pimienta y canela a cambio de cocos. Pasamos también por la isla Asarat, en la cual se encuentra la madera de áloe, y poco después, a una distancia de cinco días, llegamos a otra isla en la cual se cría la madera de china, que es aún mejor que la de áloe. Los habitantes de esta isla viven en más malas condiciones que los de la isla del áloe y su religión es mucho peor: son lascivos, beben vino, no tocan oración e incluso desconocen ésta.

Después llegamos al país en el que se pescan las perlas. Yo di a los pescadores de perlas unas cuantas nueces de coco y les dije:

—Sumergíos para comprobar mi suerte y fortuna.

Se hundieron en el agua, que estaba como un espejo, y sacaron unas perlas enormes, valiosísimas. Me dijeron:

Alfonso: Por Dios, señor, tienes buena suerte.

Julián: Cargué en la nave todo lo que habían sacado y partimos con la bendición de Dios. ¡Ensalzado sea! Seguimos viajando hasta llegar a Basora. Desembarqué en esta ciudad, permanecí en ella poco tiempo y me dirigí a Bagdag. Entré en mi barrio y después en mi casa. Saludé a mis familiares y amigos, que me felicitaron por haber escapado con vida, y yo almacené todas las mercancías y objetos. Vestí a los huérfanos y a las viudas, di limosnas e hice regalos a mis familiares, amigos y conocidos. Dios me había dado cuatro veces más de lo que perdí. Las ganancias y los beneficios me hicieron olvidar las muchas fatigas sufridas y volví a mi antigua vida de relación y sociedad. Esto es lo más extraordinario que me ocurrió durante el quinto viaje…”.

Macu: ¡Qué buen marino y qué buena persona el simpático y brillante Simbad! Sindi-Bad…

Araceli: Sobre todo que magnífica cuentista es Sherezade… la inventora de las series y de los best-seller… y hasta los usa como terapia preventiva contra la violencia machista… Un primor de tía.

Macu: Sí, sí… leer no garantiza la bondad, pero ayuda bastante… ¡Una campeona! A ver qué os parece… Creo que no pasa nada por ir de un mar a otro dando unos pocos bandazos temporales…

El Caribe

Araceli: Siempre y cuando sepamos en cada momento en qué mar y barco estamos… porque hay mares y mares y algunos se comportan a veces como auténticos agujeros negros…

José: Desde luego. Pensad en eso que llaman el triángulo de las Bermudas, donde todos los años los huracanes arrasan algo… Lo que pasaba en el Atlántico y en el Caribe, y lo que sigue pasando, son palabras mayores. Un español del siglo XVI, que sabía mucho de estas cosas de descubrir y enfrentarse al mar, don Alvar Núñez Cabeza de Vaca, tituló sus relatos Naufragios, nada menos.

Araceli: Pues no vayamos con él, que no queremos naufragar… En el Golfo de México y el Mar Caribe… se siguen alimentando huracanes tan majestuosos como siniestros hasta el día de hoy… Pero allí, en el Caribe las naves imaginarias dan mucho juego… ¿No queréis subir a La Hispanola?… ¿Con el pirata Silver? A mí me cae fenomenal, y es muy buen cocinero…

Macu: No conozco a ningún hombre que haya leído La isla del tesoro que no haya imaginado ser el gran Silver…

Edith: ¿Y quién no ha soñado con ser Jim Hawkins?… y zarpar en La Hispanola, rumbo a la isla del tesoro… De la que nunca se dice el nombre… no se acordó de decirlo ni Silver, ni quien escribió el libro, Stevenson…

Macu: ¿Y qué más da? Tampoco sabemos cuál era el lugar de la Mancha… Pero ese momentazo de zarpar… ¿cómo era?…

Nave del s. XVIII

Araceli/Hawkins: “…rendido por la fatiga me sorprendió, poco antes del amanecer, el silbato del contramaestre y el movimiento de la tripulación empezando a situarse en sus puestos junto a las barras del cabrestante. Así hubiera estado mil veces más cansado, nada en el mundo hubiera podido hacerme abandonar en ese momento la cubierta. Todo era tan nuevo y fascinante para mí: las voces de órdenes, las agudas notas del silbato, los marineros que corrían a ocupar sus puestos bajo la luz de los faroles.

José: ¡Barbecue! –gritó alguien–, ¡cántanos una canción!

Alfonso: Sí, aquella antigua canción –dijo otro.

Julián/Silver: Bien, bien, compañeros…

Araceli: … eso dijo Long John, que apoyado en su muleta los miraba; y entonces empezó a cantar aquella canción que tantas veces ya había yo escuchado:

Todos/Piratas: ‘Quince hombres en el cofre del muerto…’.

Araceli: Y toda la tripulación coreó sus palabras:

Todos/Piratas: ‘¡JO! ¡JO! ¡JO! ¡Y una botella de ron!’.

Araceli: Y con la tercera carcajada, las barras empezaron a girar briosamente…”.

Edith: Así zarpó La Hispanola, rumbo a la isla esa sin nombre en el Caribe, con Jim en busca de aventuras… y muy pronto descubrimos que el cocinero apodado Barbacue, el marinero Long John ¡Silver!… cojo y lleno de retranca, no es lo que parece…

Pirata Silver

Julián/Silver: “No, yo no. Flint era el capitán; yo era solamente su cabo, ¡qué podía ser con mi pata de palo! El mismo cañonazo que dejó ciego a Pew se llevó mi pierna. Fue un excelente cirujano el que terminó de cortármela, sí, con título y todo, y sabía hasta latín… Aunque eso no le salvó de que lo colgaran como a un perro y lo dejaran secándose al sol, como a todos los demás, en Corso Castle. La gente de Roberts… Todo les vino por mudarles los nombres a sus barcos, cuando les pusieron Royal Fortune y otros nombres así. Como si se pudiera cambiar el nombre de un barco. Un barco debe morir como fue bautizado…/… Como el Walrus, el viejo barco de Flint, al que yo he visto con la cubierta empapada de sangre y tan lleno de oro, que parecía a punto de hundirse.

Alfonso/Marinero: Ah, ese era la flor de la familia, nadie como Flint. 

Julián/Silver: Me enrolé primero con England y luego con Flint, y ahí se acaba mi historia. Ahora, como quien dice, navego por mi cuenta. Con England llegué a sacar en limpio unas novecientas libras, y con Flint, sobre dos mil. No está nada mal para un marinero… y todo lo tengo a buen recaudo en el banco. No es el ganar lo que luce, si no lo guardas; eso es algo que tenéis que aprender”.

Araceli: Al final de las aventuras con Silver, que le enseña muchas cosas, buenas y malas, Jim encontrará un tesoro más grande que el que buscaban… se encontrará a sí mismo y sabrá quién es y cómo quiere ser…

Macu: Y mientras aprendía… ¡Ahí estaba! El gran Long John Silver sentando cátedra piratesca… dando nombre a un whisky famoso… con su pata de palo… y… no me queda de otra: Os propongo la castellanísima aventura marinera de ser piratas aunque sea sólo por un momento…¿Embarcamos en El Temido? (Todos de pie).

Barco pirata

Julián: “Con diez cañones por banda,
viento en popa, a toda vela,
no corta el mar, sino vuela,
un velero bergantín.
Bajel pirata que llaman,
por su bravura, El Temido,
en todo mar conocido,
del uno al otro confín.

Alfonso: La luna en el mar riela,
en la lona gime el viento,
y alza en blando movimiento
olas de plata y azul;
y ve el capitán pirata,
cantando alegre en la popa,
Asia a un lado, al otro Europa,
y allá a su frente Estambul:

José: Navega, velero mío,
sin temor, que ni enemigo navío
ni tormenta, ni bonanza
tu rumbo a torcer alcanza,
ni a sujetar tu valor.

Veinte presas hemos hecho
a despecho del inglés,
y han rendido sus pendones
cien naciones a mis pies.

Todos: Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.

Julián: Allá muevan feroz guerra,
ciegos reyes por un palmo más de tierra;
que yo aquí tengo por mío
cuanto abarca el mar bravío,
a quien nadie impuso leyes.

Y no hay playa, sea cualquiera,
ni bandera de esplendor,
que no sienta mi derecho
y dé pecho a mi valor.

Todos: Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.

Alfonso: A la voz de ‘¡barco viene!’
es de ver como vira y se previene,
a todo trapo a escapar;
que yo soy el rey del mar,
y mi furia es de temer.

En las presas yo divido
lo cogido por igual;
solo quiero por riqueza
la belleza sin rival.

Todos: Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.

José: ¡Sentenciado estoy a muerte!
Yo me río; no me abandone la suerte,

y al mismo que me condena,
colgaré de alguna entena,
quizá en su propio navío.

Y si caigo, ¿qué es la vida?
Por perdida ya la di,
cuando el yugo del esclavo,
como un bravo, sacudí.

Todos: Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.

Julián: Son mi música mejor
aquilones, el estrépito y temblor
de los cables sacudidos,
del negro mar los bramidos
y el rugir de mis cañones.

Y del trueno al son violento,
y del viento al rebramar,
yo me duermo sosegado,
arrullado por el mar.

Todos: Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar”.

Espronceda

Macu: En mi colegio había que aprenderse estos versos de memoria… Y hay hasta una versión heavy metal del poema de Espronceda… que ahora mismo bulle en mi cabeza… La cantaba un grupo de La Rioja que se llamaba Tierra Santa…

Julián: Espronceda, que nació a principios del XIX, y murió jovencísimo, a los 34, era de Almendralejo… es que a los extremeños, igual que a los castellanos, les tira mucho el mar…

Araceli: A nosotros también… Pero lo del orden para embarcar lo llevamos de desastre… no es por nada.

Macu: ¡Si somos piratas da igual!… Avancemos… y ya que estamos al comienzo del XIX… mantengamos el rumbo y montemos en el Pequod, que es el ballenero más famoso de la historia, aunque sea imaginario…

Ahab en el Pequod

Alfonso/Ismael: “Probablemente habréis visto muchas embarcaciones extrañas, lugres de pies cuadrados, montañosos juncos japoneses, galeotas como latas de manteca, y cualquier cosa; pero os aseguro que nunca habréis visto una extraña vieja embarcación como esta misma extraña y vieja Pequod. Era un barco de antigua escuela, más bien pequeño si acaso, todo él con un anticuado aire de patas de garra. Curtido y atezado por el clima, entre los ciclones y las calmas de los cuatro océanos, la tez del viejo casco se había oscurecido como la de un granadero francés que ha combatido tanto en Egipto como en Siberia. Su venerable proa tenía aspecto barbudo. Sus palos –cortados en algún punto de la costa del Japón, donde los palos originarios habían salido por la borda en una galerna–, sus palos se erguían rígidamente como los espinazos de los tres antiguos reyes en Colonia. Sus antiguas cubiertas estaban desgastadas y arrugadas como la losa, venerada por los peregrinos, de la catedral de Canterbury donde se desangró Becket”.

Macu: En el Pequod se navega con Ismael, con el capitán Ahab, con Starbucks, Quequeg y demás arponeros y marineros…  Y se va a la caza de Moby Dick, la ballena asesina, el gran monstruo blanco.

Julián: En Moby Dick el norteamericano Herman Melville escribe una novela llena de furor, llena de erudición, llena de humor, llena de teología, de crítica social, llena de todo… Y la presencia constante de la ballena es de esas obsesiones que atrapan a uno y no le dejan vivir… Así queda atrapado el capitán Ahab… y a su vez, Ahab atrapa a toda la tripulación…

Macu: Y todo termina mal, claro. Menos para Ismael… que es con quien queremos estar, porque es el único que sobrevive para podernos contar la historia:

Moby Dick

Alfonso/Ismael: “Se disparó el arpón: la ballena herida voló hacia delante; con velocidad inflamadora la estacha corrió por el surco y se enredó. Ahab se agachó para desenredarla, y lo logró, pero el lazo al vuelo le dio la vuelta al cuello, y sin voz, igual que los silenciosos turcos estrangulan a sus víctimas, salió disparado de la lancha… Entonces pequeñas aves volaron gritando sobre el abismo aún entreabierto; una tétrica rompiente blanca chocó contra sus bordes abruptos; después, todo se desplomó y el gran sudario del mar siguió meciéndose como se mecía hace cinco mil años… Los inocuos tiburones pasaban a mi lado como si llevaran candados en la boca. Los salvajes halcones marinos navegaban con picos envainados. El segundo día un barco se acercó y por fin me recogió. Era el Raquel, de rumbo errante que, retrocediendo en busca de sus hijos perdidos encontró solo otro huérfano…”.

Macu: Así termina Moby Dick… un final al que sólo supera el comienzo que escribe Ismael muchos años después… aquello de….

Alfonso/Ismael: “Llamadme Ismael. Hace unos años –no importa cuánto hace exactamente–, teniendo poco o ningún dinero en el bolsillo, y nada en particular que me interesara en la tierra, pensé que me iría a navegar un poco por ahí, para ver la parte acuática del mundo. Es un modo que tengo de echar fuera la melancolía y arreglar la circulación…”.

Macu: Ir al mar cuando y como dice Ismael al comienzo de este libro es tan difícil como enriquecedor… Este libro es de los que te expulsa de sus páginas como una tormenta una y otra vez… es difícil entrar en él… pero si se logra te atrapa para siempre… definitivamente.

Araceli: Pues, definitivamente, yo creo que hemos perdido el Norte y quizá el Sur y el orden cronológico de los barcos… y el rumbo… y todo.

Macu: Bueno, quizá no tanto… vamos a mantenernos en el XIX… igual que los trenes de vapor en los que viajamos en primavera cambiaron el mundo de la tierra firme… el vapor también cambio los mares… los barcos de vapor fueron claves en la navegación… y lo cambiaron todo…

Barco de vapor

Edith/Crucerista: El crucero en el que quiero que embarquemos era un barco de vapor, por supuesto… venga, vamos…

Julián: Un momento… espera… podemos observar antes ese momento del cambio embarcando con Pío Baroja… y eso que él siempre estaba en casa, seguramente en zapatillas… pero en los libros navegaba… vaya si navegaba… a través de su personaje Santi Andía, el capitán vasco Santi Andía, que escribe sus memorias retirado en la villa de Lúzaro, y recuerda sus inquietudes juveniles…

José/Santi Andía: “En aquel tiempo, todavía el mundo estaba mal conocido, todavía había derroteros tradicionales y una inmensidad del océano en blanco jamás visitado por el hombre. Como el caminante en el desierto sigue las huellas de otro, el marino en alta mar sigue la derrota de los antiguos nautas. Así, los que se dirigían al Cabo de Buena Esperanza, al llegar a las islas de Cabo Verde marchaban al Brasil, obedientes a la rutina y al viento, y atravesaban el Atlántico de nuevo… Entonces, en la mayoría de los buques se deducía la situación más por conjeturas que por cálculos… La variedad de formas y aparejos era extraordinaria. Todavía se veían en los puertos, alternando con los bergantines y las fragatas vulgares, las carabelas turcas, las saicas grecorromanas, las polacras venecianas, las urcas holandesas, los síndalos tunecinos y las galeotas toscanas… Todavía en el mundo había piratas, todavía había negreros, males todos, ¿quién lo duda?, peligros que obligaban al marino a tomar ante los hechos una actitud gallarda. Todos estos riesgos exaltaban la imaginación, aumentaban el valor, daban el pensamiento de luchar contra el mal y de vencerlo…”.

Macu: Había negreros… me estoy acordando de un barco siniestro que está en una de las cumbres literarias del XIX… sus travesías son por el río Congo y siempre se dirige al corazón de las tinieblas… Pero…

Araceli: No, por favor… en ese barco no queremos subir esta tarde… seamos optimistas… o quien quiera, que sea pesimista… pero sin tinieblas… y sin horror… dejemos que termine sus recuerdos el capitán Andía…

 

José/Santi Andía: “Ya en Lúzaro nadie quiere ser marino, los muchachos de familias acomodadas se hacen ingenieros o médicos. Los vascos se retiran del mar. ¡Oh gallardas arboladuras! ¡Velas blancas, muy blancas! ¡Fragatas airosas, con su proa levantada y su mascarón en el tajamar! ¡Redondas urcas, veleros bergantines! ¡Qué pena me da el pensar que vais a desaparecer, que ya no os volveré a ver más! Sí, yo me alegro de que mis hijos no quieran ser marinos… y, sin embargo…”.

Viaje del Beagle

José: Qué recuerdos tan buenos… ¿Por qué no seguimos navegando por el XIX?… ¿Qué tal un barco científico?… ¿Qué tal un poco de travesía con el señor Darwin en el Beagle?

Edith: A mí me parece muy conveniente, mucho… Para escribir El origen de las especies fue fundamental que Darwin hiciera aquel larguísimo Viaje de un naturalista alrededor del mundo en el Beagle, que es un libro repleto de curiosidad científica…

Macu: Las observaciones que hizo Darwin cambiaron la visión de la Naturaleza y de la ciencia para siempre… Su teoría de la evolución en la tierra es tan fundamental como la ley de la gravedad que descubrió Newton…

Edith: Por supuesto el libro donde la expuso, El origen de las especies, fue inmediatamente censurado en muchas partes… Y aún hoy hay sectas que tachan este libro de blasfemo y lo prohíben…

Macu: Pues hablaremos de él en el encuentro de Los libros escondidos… ¿os parece?

José: De acuerdo… de la travesía del Beagle que hizo Darwin solo recordar mínimamente que donde más observaciones hizo fue en el continente americano y uno de los lugares más estudiados fue el delta del Misisipi… Lo digo porque estamos navegando en el XIX avanzado y el Misisipi y Mark Twain son una unidad… y Edith quería navegar con el…

El Misisipi

Macu: Mira qué bien hilado… creo que ha llegado el momento ¡de tu crucero!… A ver, venga, ¿cómo fue ese primer crucero de la historia en el que se embarcó Mark Twain?

Edith/Crucerista: ¡Por fin!… ¡Os puedo contar todo!… ¡Todo!… fechas, itinerarios, precio, cómo se publicitó, la ruta que siguieron, lo que pasó a bordo… lo que pasó en cada ciudad que visitaron… todo, todo y todo…

Macu: Bueno, bueno… tendrás que elegir… todo, todo no lo puedes contar… y ten en cuenta que ya nos serviste un aperitivo cuando el barco llegó a Marsella y visitaron Génova… para ver aquella casa de Colón que no era la casa de Colón… Pero venga, vamos… y lo primero: ¿Cómo se llamaba el barco?

Quaker City

Edith/Crucerista: Quaker City, se llamaba Quaker City.

Araceli: ¡Ciudad cuáquera!… Qué delirio, ¿un barco solo para cuáqueros?

Edith: No por Dios… era para todo el que quisiera viajar de aquella manera original, extravagante y cara… a ver. El barco había servido llevando armas en la guerra de secesión americana… y después los dueños se inventaron el negocio de los cruceros… Embarcarse costaba 1.250 dólares, el viaje duraba cinco meses y medio… Salida de Nueva York, cruzar el Atlántico, llegar al Mediterráneo, atracar en un montón de ciudades de Francia, de Italia, de Grecia, de España a la vuelta… visitarlas y hacer recorridos… y sobre todo, el objetivo era llegar a Tierra Santa y pateársela bien, con detalle… eso era lo principal.

Macu: Usar un barco grande, supongo, como si fuera un hotel y hacer el viaje de tu vida…

Pasajeros del Quaker City

Edith: Exacto, esa era la idea… y por eso en la publicidad que se hizo se detallaban los servicios del Quaker City: restaurante, cubiertas de descanso, salones de recreo, camarotes de diferentes categorías… No sólo eso, también las normas y los horarios a seguir a bordo, dónde y cuándo se sentaría cada uno para desayunar, comer y cenar y esas cosas… También se especificaba que habría instrumentos musicales a bordo, y libros, y una variable dotación de juegos de mesa y esto y aquello para entretenerse.…

Macu: Pues venga… subimos ya al Quaquer city con Mark Twain…

Edith/Twain: “Me alegró saber que dispondríamos a bordo de una pequeña imprenta y que, a diario, íbamos a imprimir un periódico propio. Me alegré al enterarme de que nuestro piano, nuestro órgano y nuestro melodeón serían los mejores instrumentos de su clase que el mercado pudiese ofrecer. Me enorgullecí al observar que entre nuestros excursionistas había tres ministros del evangelio, ocho médicos, dieciséis o dieciocho damas, varios jefes militares y navales de título altisonante, una buena colección de profesores de distinto tipo…

Macu: Qué importante es que haya un buen pasaje… porque no te puedes bajar del barco en un crucero mientras navega…

Edith: Sí, claro… luego algunos resultaron ser pesadísimos… Twain cuenta muchas anécdotas… y sobre la música y los cánticos a bordo enumera muchas quejas… siempre con humor, eso sí… También se queja de prácticamente todos los guías que tuvieron en Italia, en Marruecos, en Túnez, en Grecia y en todas partes… les pone verdes… y en Italia acaba hartísimo de ver pintura antigua, por muy buena que fuera… al describir la visita a La última cena de Leonardo da Vinci en Milán prácticamente blasfema sobre arte… escuchad… (página 172):

Araceli: “La última cena está pintada sobre el destartalado muro de la que fuera una pequeña capilla en tiempos remotos, supongo yo. Está machacado, lleno de marcas, manchado y descolorido por el tiempo, y los caballos de Napoleón patearon las piernas de la mayoría de los discípulos cuando se refugiaron aquí (los caballos, no los discípulos) hace más de medio siglo…/… los colores se han ido borrando con el paso del tiempo; los semblantes están descamados y empañados…/… el cabello es una mancha gastada y borrosa sobre el muro, y en los ojos no hay vida…/… Aquí llegan personas de todo el mundo que ensalzan esta obra maestra. Se quedan en trance frente a ella, con el alma en vilo…/… Yo envidio a esas personas y su sincera admiración, si es que es sincera…/… no albergo animosidad hacia ellas… Pero…/… ¿cómo pueden ver algo que no es visible? ¿Qué pensarían ustedes del hombre que, al mirar una Cleopatra desdentada, con marcas de viruela, ciega y deteriorada, dijera ‘¡Qué belleza sin parangón! ¡Qué alma! ¡Qué expresión!?’”.

José: Este crucero venía de América, el mundo nuevo que había dejado atrás muchas cosas… los americanos eran gente moderna y muy práctica… no miraban la pintura como la miran los europeos… pero ¿no dijiste que el objetivo principal de aquel crucero era llegar a Tierra Santa?

Visado de Mark Twain para Constantinopla

Edith: Siií… precisamente podemos leer lo que cuenta del lugar más santo santísimo de Tierra Santa… la iglesia del Santo Sepulcro en Jerusalén… construida donde los cruzados decidieron que había estado el monte de la Calavera…

Araceli: “Todas las sectas del cristianismo (excepto los protestantes) tienen capillas bajo el techo de la iglesia del Santo Sepulcro, y sus miembros deben limitarse a la suya evitando las de los demás. Se ha demostrado, sin lugar a dudas, que no pueden rezar juntos, en paz, alrededor de la tumba del Salvador del mundo. La capilla de los sirios no es bonita; la de los coptos es la más humilde de todas. No es más que una triste caverna, toscamente tallada en la piedra…/… La capilla griega es la más espaciosa, la más rica y la más ostentosa del Santo Sepulcro…/… llena de imágenes y dorados. Las numerosas lámparas que cuelgan son de oro y plata…”.

Edith: Mark Twain da, con grandes dosis de ironía y humor, todos los detalles que cuentan allí a los viajeros las diferentes sectas cristianas, de cada reliquia que atesoran… cada secta tiene las suyas, pero casi todas las encontró santa Elena, la madre de Constantino el Grande, en una profunda gruta, con la ayuda de explosivos y muchos obreros: la corona de espinas, la columna donde azotaron a Cristo, los clavos con los que le clavaron, la verdadera cruz y hasta la de uno de los ladrones y muchas otras cosas… y remata así este relato…

Araceli: “Llaman a este cuarto ‘Capilla de la invención de la Cruz’, un nombre que no resulta afortunado, porque inclina a los ignorantes a imaginar que así se reconoce que la tradición, según la que Elena encontró aquí la Vera Cruz, es falsa, una invención. Sin embargo, es una alegría saber que la gente inteligente no pone en duda ni un solo detalle de la historia. Los sacerdotes de cualquiera de las capillas y confesiones que se hallan en la Iglesia del Santo Sepulcro pueden visitar esta gruta sagrada para llorar, rezar y adorar al gentil Redentor. Sin embargo, hay varias congregaciones a las que no se permite entrar a la vez, porque siempre se pelean”.

José: Virgen santísima… ¿será posible?

Macu: Lo es… yo he estado allí más de un siglo después que Mark Twain y os juro que es exactamente así…. Son frecuentes las peleas a escobazos… porque los límites entre el trozo de unos y de otros se marca cada día barriendo cada uno lo suyo… Aunque hay muchísima suciedad… la capilla griega está ennegrecida con tanta vela humeante y todo huele fatal… Tanto furor hay entre todas las sectas cristianas que se reparten el suelo y el techo de esa iglesia, que la llave para cerrarla y abrirla cada día la tiene en custodia desde hace siglos una familia musulmana… No digo más.

Alfonso: Qué fuerte…

Araceli: Pero es divertido… La Guía para viajeros inocentes de Mark Twain ha sido y sigue siendo una guía de viajes divertida y muy útil… además de ironía y humor, se describe perfectamente lo que es un crucero y es, digamos, una tesis doctoral sobre en qué consiste el turismo…

Julián: ¡Todo un personaje!… Por cierto, sabéis que Mark Twain no se llamaba así, sino Samuel Laughorne Clemens… Y antes de ser periodista y escritor fue piloto en los vapores que recorrían el Misisipi… un marinero profesional…

Araceli: Y lo de firmar Mark Twain, ¿por qué?… son palabras que podrían significar literalmente “marca 2” … creo ¿no?

Julián: ¡Claro!… Esa expresión, ¡marca 2!, era lo que gritaban los remeros negros que llevaban las embarcaciones del Misisipi… para indicar que el calado era de dos brazas y que por allí se podía remar… deben ser unos tres metros y medio o así…

Macu: Marca-Dos… Vale, pues “marcados” quedamos como lectores de Mark Twain… ¡qué gran tipo!… y bueno… como hemos llegado al siglo XX os voy a proponer para ir terminando la aventura más aventurera de ese siglo… Mucho más que ir en La Hispaniola, o en las carabelas de Colón, o incluso en la nao Victoria de Elcano… En cualquier barco de los de verdad o de los imaginarios… ¡una auténtica pasada!

Araceli: Tú dirás…

Macu: A ver, valientes… ¿Quién quiere embarcarse en la Kon Tiki?

Todos: ¡Yo!

Macu: Pues al puerto de El Callao en Perú… y al agua…

La Kon Tiki

Julián/Thor: “A veces nos encontramos en situaciones raras, sin saber cómo. Nos metemos en ellas paso a paso y del modo más natural, hasta que, de súbito, cuando estamos ya enzarzados, el corazón nos da un vuelco y nos preguntamos cómo diablos pudo ocurrir aquello. Si, por ejemplo, nos hacemos un día a la mar en una balsa de madera, en compañía de un loro y cinco hombres más, es inevitable que tarde o temprano, al despertarnos una mañana en alta mar, quizá algo mejor descansados que de ordinario, nos pongamos a considerar la situación. En una mañana así, estaba yo sentado ante mi cuaderno de bitácora, escribiendo en sus páginas, caladas de rocío: ‘17 de mayo: día de la Independencia de Noruega. Mar gruesa. Viento favorable. Hoy me toca hacer de cocinero y he encontrado siete peces voladores en cubierta, un pequeño calamar en el techo de la caseta y un pez desconocido junto al saco de dormir de Torstein…’. Aquí se detuvo el lápiz. Un pensamiento vino furtivamente a interponerse entre mis ojos y la página del diario: ‘¡Vaya un extraño 17 de mayo! La verdad es que, de cualquier lado que se mire, llevamos una vida algo rara. ¿Cómo hemos venido a parar aquí?’. Si volvía los ojos a la izquierda, el amplio mar azul se extendía sin obstáculos, con el silbido de sus olas que pasaban rodando al alcance de la mano, en eterna persecución de un horizonte siempre en retirada. Si los volvía a la derecha, podía ver, tendido en la penumbra de la caseta que nos servía de hogar común, a un individuo barbudo, enfrascado en la lectura de Goethe, con los dedos de sus pies desnudos cuidadosamente metidos en el enrejado de bambú del bajísimo techo de la destartalada cabaña.

—Bengt –llamé, apartando con la mano al loro, que se empeñaba en hacer percha de mi libro–. ¿Me quieres decir cómo y por qué demonios estamos haciendo esto?

Desapareció Goethe debajo de la barba rojiza.

Alfonso/Bengt: ¡Qué se yo! Tú lo sabrás, pues tuya fue esta maldita idea; aunque es magnífica, desde luego”.

Macu: La maldita y magnífica idea fue una especie de obsesión de Thor Heyerdahl, un noruego que logró realizar la gran aventura de su vida que fue, ni más ni menos, que atravesar en 1947 el océano más inmenso de la tierra, el Pacífico, navegando en nueve troncos de madera balsa reforzados por traviesas de cinco metros enlazado todo con cáñamo y con un habitáculo encima de bambú… Una balsa de unos 13 metros de larga y cinco de ancha… unos 70 metros de superficie…

Alfonso: Lo hizo, junto a cinco compañeros, cuatro noruegos como él y uno sueco, y luego escribió un libro que se llama La expedición de la Kon Tiki… que empieza como acabamos de escuchar… A Thor Heyerdahl se le había ocurrido, después de muchos viajes, de lecturas, de observaciones y de mucha sed de aventuras, que las personas que poblaban las islas de la Polinesia habían llegado allí en el remoto pasado de la humanidad desde algún lugar de las costas del Perú… porque Thor encontraba relación entre los ídolos que había visto en Taití, en la Polinesia, de un antiguo dios-sol, o rey, llamado Kon Tiki y ese mismo personaje que también estaba presente en la historia precolombina del Perú…

Macu: … y quería demostrar que eso fue lo que sucedió haciendo aquella travesía… Por cierto, que la balsa que construyó, que en polinesio se dice pae pae, se hizo según los dibujos que habían hecho los primeros españoles que llegaron al Perú allá por el siglo XVI cuando vieron las balsas que usaban los peruanos…

Julián: La travesía comenzó en el Callao y duró 97 días hasta ver tierra polinesia y cuatro días más hasta lograr pisar tierra… El relato está lleno de maravillas marinas que te van sorprendiendo, asombrando y dejándote sin palabras… Incluye aventuras de pesca, días de calma chicha, tormentas dantescas, hombres al agua, ballenas amigables y muchas más cosas…

Macu: Ellos sí llevaban radio, provisiones, cuchillos, muchas herramientas necesarias y desde luego un sextante, no cómo los peruanos-polinesios que les precedieron…

Alfonso: En el momento del comienzo del libro que escuchábamos antes, los seis aventureros estaban situados a 98 grados, 46 minutos oeste y 8 grados, 2 minutos sur… Es decir, a 850 millas de la costa del Perú y a tres mil quinientas de la isla más cercana de la Polinesia… y debajo de ellos, unos cinco mil metros hasta el fondo del mar…

Julián/Thor: “Ahora sabíamos todos el lugar exacto donde nos encontrábamos y yo podía seguir especulando sobre el por qué estábamos allí. Al loro no le importaba un comino; su única preocupación era tirar de la corredera. El mar seguía como siempre: un círculo perfecto, rodeado de cielo, en una superposición de azul sobre azul”.

Macu: A los 104 días de solo ver agua y cielo lograron sobrepasar los arrecifes de una isla paradisíaca y deshabitada… pero después de varias semanas tuvieron un gran recibimiento de los polinesios de otra isla cercana, que vieron los fuegos que hacían y fueron en sus canoas a ver quiénes eran… y hubo fiesta continua, bailes de hula-hula, comida exquisita… y rescate de la balsa encallada en los arrecifes…

Alfonso: Finalmente una goleta francesa los llevó a Taití junto con los restos de la balsa y el viaje acabó volviendo a América en el vapor que envió Noruega para recoger a los expedicionarios y a la balsa Kon Tiki… Si vais a Oslo no dejéis de ir a verla… Está en un museo.

La Kon Tiki en el museo

Macu: Del final feliz de esta aventura increíble unas pocas líneas en las que Thor explicaba a los polinesios lo que los había llevado allí:

Julián/Thor: “Yo les dije que había estado antes entre sus compatriotas en las islas del Pacífico y que allí había oído hablar de su primer jefe, Tiki, que había traído con él a sus antepasados a estas islas desde un país misterioso cuyo emplazamiento ya nadie recordaba. Pero que en una tierra distante llamada Perú, había gobernado una vez un jefe poderoso cuyo nombre era Tiki. El pueblo le llamaba entonces Kon-Tiki, o Sol-Tiki, porque él decía que era hijo del sol. Tiki y un cierto número de sus adeptos habían desaparecido un día de su país en grandes pae paes; por eso los seis pensamos que debía ser el mismo Tiki que había venido a estas islas y, como nadie creía posible hacer el viaje a través del mar en pae pae, nosotros habíamos salido del mismo Perú en pae pae y aquí estábamos, demostrando que efectivamente pudo Tiki haber hecho el mismo viaje”.

Araceli: Qué bonito… Pero ahora… ya no sé en qué barco estamos, ni dónde… si estamos en una ensenada de la Polinesia, en un puerto americano o en Oslo, pero parece que estamos terminando la travesía…

Macu: Pues si… pero vamos a bajar un momento a la Mercedes… una fragata española cuyos restos reposan en el fondo marino del Algarve…

José: La Mercedes traía el oro y la plata de América hasta Sevilla, pero la hundieron los ingleses a principios del XIX en la costa del Algarve sin estar en guerra… y su pecio ha vivido una historia reciente de piratería moderna que al final acabó bien…

Edith: Sí, me acuerdo, España recuperó las 500.000 monedas de oro y plata que había robado la empresa Odyssey por la sentencia judicial de un tribunal de Florida, donde España presentó una demanda… Primero fue noticia el robo y luego fue noticia la devolución… Ahora esa montaña de monedas se exhiben en Cartagena y unas pocas en el Museo Naval de Madrid…

Las monedas de la Mercedes

Macu: Exacto. El expolio pirata del Odissey fue en 2007, y la devolución a España en 2012, cinco años después. Esta increíble historia de piratería moderna está recogida perfectamente por Paco Roca y Guillermo Corral en un comic de dibujos y textos extraordinarios que se llama El tesoro del cisne negro… Y Alejandro Amenábar dirigió una serie para la televisión, La Fortuna, que a lo mejor habéis visto…

Araceli: A lo mejor otro día debíamos leer sobre tesoros… La literatura y nuestros libros son tesoros…

Macu: Muy bien… Tesoros… qué buena idea… En cuántos barcos hemos navegado esta tarde y en qué mares…  ¿alguien lo sabe?

José: Pues según mi cuaderno de bitácora hemos ido en cóncavas naves griegas, en un arca judía y en un bergantín pirata de diez cañones por el Mediterráneo; en carabelas españolas, en naves vikingas, en un ballenero famoso y en un crucero de vapor americano por el Atlántico; en los dhows arábigos por el Índico; en La Hispaniola por el Caribe; en un vapor por el Cantábrico; en canoa, en una balsa precolombina construida en el siglo XX y en un vapor noruego por el Pacífico y los mares de la Polinesia… ¡Ah! Y también en la fragata Mercedes y el Odissey por el fondo del mar… pero quedan muchos más navíos en la literatura a los que podríamos subir… o bajar si fueran submarinos…

Macu: Será otro día, porque hoy, hemos llegado a puerto.

Navegando en la mar de los libros

Jueves 26 de octubre de 2023

Casa de Cultura de Valdemorillo, Madrid, España: 19:00 horas

Enlace streaming. Enlace Casa de Cultura.

 

Lectores: Araceli González Campa, Julián Salgado, José Francisco Serrano, Edith Rodríguez Cachera y Alfonso Armada

Guion: Macu de la Cruz

 

Libros:

Don Quijote de la Mancha/ Miguel de Cervantes

La Odisea/ Homero

Historia de Noé. Génesis

Diario de a bordo/ Cristóbal Colón

Guía para viajeros inocentes/ Mark Twain

Sagas vikingas

Simbad el marino. Las mil y una noches

La Isla del tesoro/ Robert Louis Steveson

La canción del pirata/ José de Espronceda

Moby Dick/ Herman Melville

Las memorias de Santi Andía/ Pío Baroja

La expedición de la Kon Tiki/ Thor Heyerdahl

El tesoro del cisne negro/ Paco Roca y Guillermo Corral.

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