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Navidad… dulce Navidad

 

 

 

Pienso en Navidades y podría pensar en ‘At Christmas Time’, de Anton Chejov, en ‘The last dream of old oak’, de Hans Christian Andersen o en ‘A letter from Santa Claus’, de Mark Twain. Pero no voy a mentir porque ni siquiera me acuerdo del cuento de Scrouge que tantas veces vi de pequeña. Así que empecemos de nuevo. Pienso en Navidades y me vienen a la cabeza muchas cosas: turrones, un jersey con un reno en la película de Bridget Jones, doña Manolita, la ilusión de la lotería, que es los reyes magos de los adultos. Las Navidades son Mariah Carey que me recuerda año tras año que ‘All i want for christmas is youuuuuu’. Entonces llega el espíritu de las Navidades pasadas, el de las otras y el de las otras anteriores también y estamos en la zona de perfumes de El Corte Inglés. Mi hermano y yo los últimos en hacer las compras navideñas, la ansiedad porque el 23 ya no queda la talla 38. Navidad es también el olor de vainilla intensa con el que te reciben las tiendas de decoración llenas de corazoncitos que te recuerdan que como estés solo en estas fechas, la has cagado. En algún momento también le llega el turno de George Michael con ‘Last christmas I gave you my heart’. Si ya hemos hablado del terrible poder de las canciones pop que en un momento de cuentan tu triste vida: “Me has dejado y te echo de menos”, cuando a esta ecuación se le añade el factor navideño: “Es Navidad y me has dejado”, apaga y vámonos. Hay que salir de El Corte Inglés, ya ni hablemos de Ikea, y es mejor irse a casa, ponerse la mantita y encender la televisión.

 

Pero ojo: la programación televisiva también cambia. Lo mejor que te puede ocurrir es que te encuentres con Solo en casa y recuerdes tu infancia. Lo peor: que des con Love Actually y te percates de que sigues suspirando para que alguna de esas historias te ocurra a ti. Love actually o esa película que sigue ayudando a crear las expectativas más surrealistas con respecto a las parejas. Aunque no es de la película, la foto de abajo podría resumir perfectamente a lo que me refiero: ¿Alguien podría hacer esto sin electrocutarse? Yo no.

 

 

Vi Love actually cuando salió, en 2003, y me enfadé con el que era mi novio de entonces. “¿Has visto qué mono es Hugh Grant?”. Claro. Por no hablar de esa mítica escena de Mark y Juliet. Mark, mejor amigo del futuro marido de Juliet, la visita un día de Navidad –ella está viendo tranquilmanente la tele en el sofá con él- y Mark llega para decirle con pancartas que “to me you are perfect and my wasted heart will love you until you look like this –aparece una momia”. Bueno, bueno, bueno. Ahí creo que también me enfadé con mi novio y le dije que era muy poco detallista. Él, completamente alucinado, me dijo algo que nunca olvidaré «¿Me estás diciendo que te gusta ver como un tío le roba la futura mujer a su mejor amigo?”. Ahí me di cuenta hasta qué punto el espíritu de las novelas de Danielle Steel también me visitaba en Navidad.

 

En fin: no veáis Love actually y evitad la secciones de perfumería de El Corte Inglés: siempre suena Mariah Carey. Cuando escuchéis a George Michael tapaos los oídos. Todo es mentira. Pero desde este humilde rincón solo os quería desear una muy feliz Navidad a todos. Queda una semana para hacer la lista de propósitos de año nuevo así que id pensándolos bien. Yo pienso hacerlo.

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