Carta a los dirigentes de todas las naciones.
Sois personas, de carne y hueso, de sangre roja y caliente. No sois dioses que podáis deshacer a vuestro antojo cometiendo barbaridades contra la sociedad mundial. Habéis sido elegidos unos e impuestos otros, para dirigir el destino de la humanidad y no para fomentar el odio en vuestros corazones, la maldad, el egocentrismo, la incultura y la incapacidad de llevar a un país hacia la plenitud y la esperanza.
Vuestras acciones y decisiones hacen que millones de personas mueran, que sufran, que no tengan lo necesario para vivir, que se violen los derechos humanos sin respetar la dignidad humana o decisiones egoístas de partido para poder conservar el poder y el sillón que os da de mamar. No miráis el futuro de las personas, no protegéis la biodiversidad de nuestro planeta llevándonos por vuestra culpa, a una emergencia climática de consecuencias devastadoras. Os gusta hacer la guerra mientras desde vuestros sillones bien protegidos veis como vuestro pueblo sufre, sin importaros en lo más mínimo el dolor y sufrimiento de miles de ciudadanos y la muerte de otros tantos combatientes. ¿Por qué se lucha? ¿No es más fructífera la paz, la concordia y la diplomacia? ¿Qué sentido tiene la guerra para quien solo beneficia a las industrias de armamento?¿Tan difícil es respetarse los unos a los otros, colaborar juntos en un mundo más humano, teniendo siempre la humildad en vuestras manos?
No piensas en la vida, en el futuro de tu pueblo, en las generaciones futuras. Tu egoísmo hace que la humanidad cada vez se degrade más en la impotencia por avanzar hacia un mundo mejor.
Solo te pido que mires a tu corazón, que sientas tu responsabilidad y que puedas dormir sabiendo que tus decisiones son justas, que tus manos no están manchadas indirectamente de sangre, que tu voz solo busca el bienestar de la sociedad, que tus firmas y leyes sean para mejorar la vida de tu pueblo, que todo se puede hablar sin recurrir a la violencia o la guerra, que el planeta es único y se deben tomar medidas conjuntas a nivel mundial para protegerlo y conservar las maravillas de los ecosistemas en los que nos encontramos, que tu sonrisa debe ser abierta y sincera tendiendo la mano al afligido y solucionando los problemas de las gentes.
Sabes bien, que no eres un Dios. Tienes mucho poder sí, pero eres un humano privilegiado que tienes la responsabilidad de ayudar a tu población, de tender la mano a otros dirigentes para así levantar un mundo sin dolor, sin hambre, sin refugiados, sin bombas, sin amenazas, sin muertes, sin violencia y recuperar, el verdadero sentido de la humanidad: el amor.
Levanta muros
a la guerra,
a la injusticia,
al odio y al hambre.
Levanta las manos
al mundo,
con el laurel
en tu pecho
y en tus labios
dibujando un corazón
para que el viento
sea testigo
de tu coraje
y amor.
Levanta tus brazos
y a tu pueblo abraza
Dale sonrisas,
baja del pedestal
que te oculta
la gran realidad.
Mira, como lloran las flores
caídas en el fango,
marchitas y tristes
en cenizas de llanto.
Tú puedes darlas vida,
sembrar esperanzas,
y con tus lágrimas
regar sus pétalos
de firmes palabras.
Mira el agua oscura
como fluye por las venas
de mentes siniestras,
de huellas calladas,
de ríos amargos
y codicias manchadas.
Tú tienes el poder,
el mandato y decisión.
Yo sólo estas palabras
que sólo implora pasión.