- Un científico que escribe en prensa no es un periodista ni tiene porque pretender serlo, tan sólo debe ajustarse a las pautas o técnicas del relato periodístico… Cuando nos adentramos en el mundo de los medios de comunicación desde esta premisa pretendemos divulgar, y divulgar es hacer llegar a todo el mundo el conocimiento de una manera clara, accesible y sobre todo, con la intención de que nuestro lector sea capaz de trasmitir el contenido de nuestro artículo a otra persona una vez leído. (Es decir, que lo comprende y es capaz de traducirlo a su propio lenguaje para contárselo a los demás). Si llegamos a ese objetivo podemos decir que hemos cumplido el cometido.
- Uno de los primeros elementos que debe de tener en cuenta un científico cuando acomete la labor de divulgar es que su relato ha de ser apto para todos los públicos. Y eso significa hacer un doble esfuerzo: adecuar el lenguaje científico al román paladino y acompasarlo a la capacidad intelectual de la audiencia. Muchas veces es necesario recordar que lo obvio para un científico es una novedad para un lego.
- A diferencia de otro tipo de relatos, la estructura del mensaje periodístico se basa en la llamada técnica de la pirámide invertida. Elaboramos nuestro relato discriminando los datos básicos que debe contener (para su comprensión), ordenándolos de mayor a menor importancia. Así comenzamos dando respuesta a la pregunta o tesis planteada en nuestro artículo para ir descendiendo hacia la cúspide relatando los acontecimientos en orden inverso de importancia del relato (lo más importante al principio y lo más accesorio al final). Esta técnica, básicamente permite dos cosas: que el lector tenga una idea aproximada de lo que estamos contando con sólo leer los dos o tres primeros párrafos del artículo (con lo cual algo habremos ganado) , y la segunda, que si un tercero se ve obligado a manipular nuestro texto y precisa cortarlo pueda hacerlo con la tranquilidad de que no se va a perder ningún elemento fundamental de nuestro argumentario.
- Extensión. A la hora de sentarnos ante el ordenador hay que reflexionar que cuando escribimos nos dirigimos al universo, al común de los mortales, y somos nosotros quienes llamamos a la puerta de los lectores (no al contrario). Por ello, debemos tener en cuenta que el lector es una persona ocupada, que fácilmente se distrae y que en muchas ocasiones se encuentra con el artículo, no lo va buscando… y, además se distrae con relativa facilidad. Por ello, no debemos asustarle, no hay que no hay que abrumarle con que le espera una multitud de páginas por delante. De ahí que la practica nos recomiende limitar los artículos a un máximo de unas mil palabras, aunque no debemos olvidar uno de los rasgos fundamentales de fronterad: cada artículo tendrá la extensión que consideremos necesaria, hasta el punto de publicar textos verdaderamente muy largos si fuera preciso.
- Es recomendable, antes de ponerse a escribir y para cerciorarnos que acomodamos nuestro artículo a un relato periodístico estructurarlo en torno a un esquema, ordenar cada aparatado o subapartado de mayor a menor importancia y dotar a cada segmento de una extensión. Esto no significa someterse a unas pautas rígidas que hagan que todos los artículos se parezcan. El atractivo de un artículo se consigue mediante el enfoque que le demos al tema y la manera en que esté escrito: en forma de cuento, de relato en primera persona, en tercera… y ahí el abanico de posibilidades es inmenso.
- La autoridad o la credibilidad. Un relato periodístico, es decir un relato contado por un periodista, normalmente es una historia en tercera persona (traslado lo que alguien me cuenta) y por lo tanto necesita fuentes que validen y den autoridad a esa noticia. Por el contrario, en un relato de divulgación, el propio autor puede ser parte de la historia y en ocasiones la principal fuente de autoridad. La importancia de las fuentes varía entonces en función del tipo de relato. Por ejemplo: “La divulgación científica consiste en la interpretación y popularización del conocimiento científico entre el público general sin circunscribirse a ámbitos académicos específicos convirtiéndose así en ciencia popular.” Es una afirmación si se quiere categórica, pero en función de a quién se la atribuyamos cobra mayor relevancia. Si la frase es del periodista, no tendría por qué ir entrecomillada. Si la atribuimos a Carl Sagan, tendrá más valor. Las citas o referencias resultan fundamentales en un artículo periodístico. Cualquier relato gana en credibilidad cuantas más fuentes maneje, lo cual no quiere decir que cada idea tenga que tener un nombre propio detrás.
- Nivel léxico. Decíamos que hay que adecuar el lenguaje al nivel de nuestra audiencia, y siempre hay que partir de la base que el nivel va a ser medio o bajo. Se trata de hacer el texto accesible a cualquier persona con un nivel educativo medio, pero sobre todo con curiosidad. Habría que tratara de no cargar el texto de subordinadas y de utilizar en la medida de lo posible el estilo directo (sujeto, verbo, predicado) y en cada frase una idea. Si no queda más remedio que emplear términos científicos complejos debemos explicarlos entre paréntesis o a renglón seguido.
- No hay nada más antiperiodístico que las interrogaciones, salvo que se trate de una entrevista. Las interrogaciones deben estar en nuestro ánimo: tratar de responder preguntas mediante afirmaciones o negaciones lo más claras posible.
- El lector español no está habituado a leer ciencia o matemáticas, tiene una aversión natural por las cifras y las tablas y gráficos. En la medida de lo posible evitaremos las tablas en nuestros artículos aunque nos remitiremos a ellas a través de vínculos. Con las cifras ocurre algo parecido: a veces abruman o confunden, de ahí que haya que utilizarlas de la manera más clara posible, y al lado de comparaciones que hagan más plástica la envergadura, comparando el tamaño con un objeto cotidiano (la cabeza de un alfiler, una lenteja) o la distancia con volúmenes relativamente imaginables (un viaje de ida y vuelta a la Luna).
- La precisión no tiene por qué estar reñida con la difusión masiva, al contrario. Cuando hablamos de fenómenos especialmente complejos, relacionados por ejemplo con campos como la genética o la astronomía, debemos intentar que tanto las palabras como los símiles sean comprensibles, y dejar el desarrollo profundo del asunto, con fórmulas, por ejemplo, en una segunda capa, mediante un enlace o link.
Referencias bibliográficas
■ Monografías
Apellidos, Nombre. Título en cursiva. Mención de responsabilidad secundaria (traductor; prologuista; etc.). N.º de edición, si no es la primera. Lugar de edición, Editorial, año. N.º de páginas.
Notas
Signaturas
García Ejarque, Luis. La real Biblioteca de S.M. y su personal (1712-1836). Madrid, Asociación de Amigos de la Biblioteca de Alejandría, 1997. 208 p.
■ Artículos en revistas
Apellidos, Nombre. “Título del artículo”, Mención de responsabilidad, Título de la publicación, volumen o tomo (año), número, paginación del artículo.
Notas
Signaturas
Corbeau, André. “Les manuscrits de Léonard de Vinci. Contributions hispaniques à leur histoire”, Raccolta Vinciana, XX (1964), p. 299-323.
■ Artículos en obras colectivas
Apellidos, Nombre. “Título del trabajo que se cita”, en Título de la obra completa. Mención de responsabilidad. N.º de edición, si no es la primera. Lugar de edición, Editorial, año, paginación del capítulo.
Notas
Signaturas
Vázquez de Parga, Luis. “Algunas noticias sobre la organización y primera catalogación de la Sección de Manuscritos de la Biblioteca Nacional”, en Homenaje a Federico Navarro: Miscelánea de Estudios dedicados a su memoria. Madrid, Anabad, 1973, p. 435.
■ Encabezamientos
Preferible por la persona que interviene
Hasta 3 autores —> Por el primero. Después del título, mención de los 2 ó 3 que intervengan.
Más de tres autores, como obra anónima, por el título. En mención de responsabilidad, citar el primero y [et al.]
■ Abreviaturas
• Folio/s: f.
• Página/s: p. (Nunca pp. para páginas, como no se diría hh para horas).
• Volumen: v.
• Número: nº
• Adverbio solo: Sin tilde en todas los casos (norma RAE).
• Pronombres demostrativos: Sin tilde en todas los casos (norma RAE).
• Siglos: En mayúsculas.
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