And if you don’t got water
you’d better not go.
Tequila won’t get you
across that desert.
«Evangelina», de Colter Wall
Uno puede hacer exactamente lo mismo que ha venido haciendo durante días y, sin embargo, nada impide que, de repente, el resultado deje de ser el mismo, sobre todo cuando hablamos de tecnología. Ayer no pude conectar mi móvil al coche para escuchar música. Casi una hora y media de silencio; de silencio jodido, no elegido. Hice lo mismo de siempre, y lo intenté varias veces, pero el equipo de sonido se hizo el sueco. La batalla estaba perdida.
Al salir del trabajo, en cambio, todo funcionaba de maravilla, como siempre, como si nada hubiese ocurrido. Es mejor no buscar explicaciones.
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Últimamente veo menos conejos muertos en los arcenes. Leí que las altas temperaturas, en su caso, influyen negativamente en la espermatogénesis, es decir, en el proceso de formación de los espermatozoides. Al parecer, el verano no les va bien, los aplatana.
Por el contrario, los perros mantienen la misma actividad que de costumbre, y muchas veces recorren los campos en pareja, no como los conejos o los zorros. Un par ya me los he encontrado varias veces; uno es grande y delgado, y otro, pequeño y regordete, al estilo Quijote y Sancho. Deben de pasarse los días de un lado para otro por las afueras del pueblo, sobre todo por la zona del cementerio, y comerán y dormirán cuando toque. Una vida tranquila, sin ladridos ni palabras inoportunas de por medio. Aunque su imprudencia me preocupa, porque se lanzan a la nacional a lo loco, como salvajes, y no querría que mi coche se erigiera en molino, con lo que me alegra encontrármelos.
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Entrevista de Gonzalo Núñez a Enric González: «Mi drama es que no tengo resacas (…). No es una maravilla. La gente se cuida tras una resaca, deja de beber unos días, pero yo puedo beber sin límite y dormir cinco o cuatro horas, y no tengo dolor de cabeza al despertarme».
Al final voy a ser un hombre afortunado y todo.
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–¿Crees en Dios?
–Depende del miedo que tenga.
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Un sicario de la mafia asciende en la jerarquía de la organización, y esto permite que sus hijos vayan a los mejores colegios y que su mujer se relacione con la alta sociedad. Pasado un tiempo, empieza a sentirse extranjero en su casa, un muro le separa de su familia: cultura, educación. Sus hijos y su mujer intentan ocultarlo, pero se avergüenzan de sus modales, y él se da cuenta. Lleva años pagando un espejo que ahora solo refleja su vulgaridad.
Estoy disfrutando una barbaridad con Boardwalk Empire.
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Por su antigüedad, podría solicitar un destino más cercano a la casa en la que vive con su familia, pero prefiere quedarse en el puesto de trabajo que ocupa. Pasa dos noches fuera a la semana, en un pueblo en el que nadie le conoce, en el que es solo él, me explicó, y yo asentí, aunque no me acuerdo de lo que pensaba en ese momento.
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Vuelvo a levantarme temprano sin querer pero con gusto, y vuelvo a leer páginas al azar del libro de obras completas de Teresa Wilms Montt. Le he asignado hasta su propio marcapáginas: la medida que un día me regalaron de Nuestra Señora del Pilar, que tenía por ahí olvidada. Al final, las cosas encuentran su sitio.
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Nuestros caminos se separaron hace tiempo; ya solo nos vemos, si nos vemos, en Navidad. Pero el tiempo parece no haber pasado cuando nos tomamos una cerveza. Pensaba que ambos habíamos asumido que las cosas de las que nos reíamos hace una década, por ejemplo, ya no tienen por qué resultarnos risibles ahora; pensaba que ambos habíamos asumido, en definitiva, el paso del tiempo. Sin embargo, sigue empeñado en no hablarme a mí, sino al que fui, y yo a ese ya no lo aguanto.
