Sevilla y la distancia
Seguramente la distancia más corta entre dos puntos es la aguja.
«The Weaver’s Answer»
.
Se va cosiendo el tiempo en el espacio. Y va uno de una puntada a otra, desviviendo su existencia en el hilo hasta dejar el carrete desnudo, que ese cilindro hueco debe de ser el alma. El hueco inmaterial, quiero decir, el alma; y el cartón exterior, ahora exterior, que es lo que queda de uno, el esqueleto. Hasta que incluso de eso nada quede. Somos sólo vacío, como tal, inmortales.
Punto de cruz
Traspasan a veces las puntadas la tela y unen en uno tiempos diferentes, como ocurrió con la que los cosió juntos el 20 de noviembre a Franco y a José Antonio Primo de Rivera, víctima y victimario el heredero de lo más triste de su ideología, puños y pistolas y rapados sumarísimos, entre fusilamientos, que es la banda sonora que nos pone de pie. Contra una tapia. De José Antonio a Franco van treinta y nueve años, el discurso del tiempo, que es el de la comedia, muchas veces y, al final, uno y otro tuvieron que terminar en una urna ¡quién se lo iba a decir!; aunque, que lo escribió Jardiel, «los muertos, por muy mal que lo hayan hecho en vida, siempre salen a hombros». Y los vivos, en concreto los que lo pasearon, eso: en hombros, ¡Franco, Franco, Franco!, al bollo, que allí siguen y allí estarán sus hijos, amén Jesús, de carnes o de ideas.
Los hijos
«Alabama Monroe»
Lo que tienen los hijos, por regla general, es unos padres. Éstos son holandeses. Los conocemos, cosas del tiempo itinerante, después en los primeros escarceos. Revolcándose en una caravana, que podría apuntar al cine del Oeste, puro “country”, aunque hubo un crítico en Sevilla a quien esto le pareció pornografía, “X”, cuando todos sabemos que lo obsceno es mostrar lo íntimo, el beso. Ella, desmelenada y tatuada de sí misma, como se nos dirá. Él, barbudo enmarañado, un osito gigante. Y, después, los veremos, antes todavía, los “flash-back”, cuando él, cantante y guitarrista en un grupo “bluegrass”, ferviente partidario del “todo americano”, la conoce en el trabajo de ella, que es la aguja y el hilo tinta china, el dibujo del tiempo, las puntadas no nos sacan de ahí, bordado lo que ocurre en la piel y palimpsesto el cuerpo: permanece lo que nos sucedió bajo lo que nos pasa. Tapas, pero no borras.
“Alabama Monroe”
Saltando del pasado al presente (ese presente, entonces), estupenda en la música y, en la interpretación, los dos actores protagonistas –ellos cantan- y la banda (¿qué hace por aquí “Borgman”?), caemos, lo veíamos venir, en la Laguna Lacrimógena, que es lo que con certeza le ha dado el Premio del Público en la X edición del Festival de Cine Europeo de Sevilla, ¡lo que le gusta a la gente llorar!
Isla de Ellis y América en la piel, vimos asimismo “The Inmigrant”, que, bueno, ¿para qué? ¡Y mira que son buenos todos, menos la trama!
“The Inmigrant”
Música y lágrimas, en uno y otro caso. Y el tiempo, que traspasa. “Alabama Monroe”: en el televisor de la película se desploman las Torres Gemelas. Sale Bush. El espectador está, de pronto, en otro sitio. El tiempo se impone a la pantalla.
Daño colateral
Dos años y dos meses más tarde, noviembre 2003, los Estados Unidos de George Bush y de Aznar y de Blair se toman la revancha.
Efemérides
Noviembre 2003. “Operación Martillo de Hierro”
Cada uno es lo que elige.
Yo, hoy, me pido martillo.
El hombre es la frontera entre lo que ya ha hecho y lo que le queda por hacer, frontera que se desplaza milésima a milésima de segundo, dejando atrás a ese desconocido que fuimos algún día, que nos mira (y a quien miramos) con asombro. Los Estados Unidos, por ejemplo. Sin señalar a nadie. Se miran hacia atrás y no se reconocen. Hasta el extremo de que cuando, en el año 1968, los “yippies” de Jerry Rubin repartían en la calle artículos de la Constitución norteamericana, fueron detenidos por propaganda subversiva. Esto demuestra que las Constituciones tenemos que cambiarlas. Por ejemplo, la de los Estados Unidos por un manual de uso de martillos.
Catálogo de Causas:
CAUSA PRIMERA, o sea, la que inicia la acción: la orden que al martillo se le da.
CAUSA EFICIENTE, o sea, lo que actúa: quien maneja el martillo.
CAUSA MATERIAL, o sea, con lo que se actúa: el martillo que se apresta a descargarse.
CAUSA FORMAL, o sea, sobre lo que se actúa: la cabeza del otro, sobre la que el martillo se descarga.
CAUSA FINAL, el motivo de todo, la manera de vida occidental, o sea: que nosotros vivamos a costa de los otros, a los que imponemos todas nuestras costumbres, salvo ésta.
Y la CAUSA INCAUSADA, que es el orden divino, del que todo procede.
Las cabezas que dan. Las cabezas que reciben. Los martillos. Los clavos.
Para que los martillos tengan algo que hacer se crearon los clavos. Claro que hay quien sostiene que fue al revés: se hicieron los martillos porque había puntas que clavar y el hombre se dolía si intentaba clavarlas con la palma de la mano. Esta opinión demuestra solamente falta de sutileza. Las cosas se hicieron para el hombre antes de que existiera y luego se hizo al hombre, para que jugara con ellas. En la Biblia se dice así de claro. Y otro tanto dice de los martillos. En el Principio de los Tiempos no había cosas que clavar. Y la idea primigenia de “martillo” se aburría, condenada a no ser por el momento. Pero la idea de martillo golpeaba todo el día las neuronas de la Causa Incausada: “quiero ser, quiero ser, quiero ser, quiero ser”. Y la Causa Incausada tuvo que ponerse a pensar, causar la idea del clavo y materializarla, con una única idea: dar una ocupación a los martillos.
La pasión, el deseo, que motiva; la voluntad, que mueve; y el fin, si no se actúa, inalcanzable, en el que los deseos, la pasión, se sustancia. Desear, más querer, igual a: el objetivo.
Una palabra suscita mil imágenes. “Martillo de Hierro”, por ejemplo. Dos conceptos y el nexo que los une. “Martillo”: pudo ser de caramelo. “Hierro”: una sartén, un puente, los raíles de un tranvía. Pero la voluntad, martillo, se asocia aquí al deseo, que éste sea de hierro, para obtener un fin: machacarle la cabeza a alguien. Quirófano en Irak, la Operación a Martillazos.
La cosa es que operar a martillazos, que hasta hoy a nadie se le había ocurrido, el presidente Bush debiera patentarlo. Ahorro en Sanidad, de personal y tiempo. Y de materia prima: la anestesia.
“¿Usted es el anestesista?”
“No, señora: yo soy el cirujano, pero la duermo yo, no se preocupe”.
“¿Y voy a tardar mucho en perder el sentido?”
“Cuente usted hasta uno”.
Martillazo.
Ayer. Hoy. Y no paran.
«Invasor»
Los médicos castrenses. Hacen falta en la guerra y es hacerse una herida para curarla. Lógica militar, que las ciencias avancen, desplegadas. Y luego está la gente que protesta. ¿De qué, si ahora las guerras ni siquiera se ven? Los Estados Unidos: pieles rojas, “Mayflower”, inmigrantes, carretas, coolies chinos, ferrocarril, Isla de Ellis, Destino Manifiesto, Maine, Prohibición, Caza de Brujas, rojos, otra vez Cuba (del magnicidio en Dallas se cumplen en noviembre también cincuenta años), Corea, Vietnam: ahí aprendieron. Las cosas no se muestran. “¡A ver por qué se obcecan en estar cuando el tiempo se ha estropeado y llueve napalm!”, no es un buen argumento en una discusión. Mejor si no se ve. Nunca mais. Nunca tiro en la sien. Nunca My Lai. Nunca «Apocalypse Now». No que no pase: que no quede la mancha. Sevilla. X edición del Festival de Cine Europeo.
Guerras que no se ven. «Michael Kohlhaas»
“Michael Kohlhaas”
¡Con las ganas que tenía yo de verla! No vi nada. Ni nadie. Michael Kohlhaas es tratante en caballos. Su intención: venderlos por donde lo ha hecho siempre, pero el Señor del lugar ha establecido un derecho de paso. Se ve obligado Kholhaas a dejar en prenda dos de sus animales, a los que la gente del Señor maltrata. De aquí se sigue la desgracia, con la cámara mirando a donde no haya acción, tal vez avergonzada. Entre «Viva Zapata» y «Braveheart» en las hechuras, Mads Mikkelsen tampoco le pone muchas ganas. Sergi López aparece un ratito, hablando en catalán, promete que va a estar y ya no está, “me veis y luego no me veis”. Por ninguna razón, escamoteo. Y en el cine, las cosas es igual que en la vida: si no se ven, no pasan.
Invasiones: ¿de dónde, si la tele no estaba?
«Student Demonstration Time»
“La calle para las fuerzas de seguridad, que son las que se la trabajan”. Ana Botella, Gómez, Esperanza, no inventan nada nuevo. Como Franco, que además de controlar el orden público pretendía reprimir la conducta sexual desordenada. Dales tiempo.
En Sevilla, la X edición del Festival, el Premio principal, Giraldillo de Oro, ha hecho honor a la “X”, poco menos. Pensaba yo en la separación de sexos en los colegios y una alegría suave me embargaba, que es como cuando uno discute con un nacionalista de los nacionalismos -españoles y no- y le asombra no distinguir qué es lo que los separa, aunque sea, la suya, la del otro, la causa equivocada, que nación es lo nuestro y lo demás son vainas -“Gott mit Uns” y ellos caca-. Una delicia. Pues con el sexo igual: a quienes no preocupa en absoluto con quien o contra quien se acueste cada uno o cada una, ven lo que hacen a la orilla de un lago los chicos con los chicos, piensan en los partidarios de la separación y la risa los dobla en la butaca.
“L’inconnu du lac”
“L’inconnu du lac”. El “cruising”, que consiste en sentarse a la orilla de los hombres que pasan y llevarse uno al bosque, cada uno de ellos, de la mano los dos, a hacer sus cosas. Algo reiterativa en los abrazos, que parece que es un documental, “L’inconnu du lac”, el amor hasta donde lo lleve a cada uno, que, si se piensa bien, se queda uno en su casa.
«Sacro GRA»
Para saber que estos romanos están locos bastaría con darse una vuelta por el cine. La X edición del Festival de Cine Europeo de Sevilla. El «Sacro GRA», anillo de Saturno en torno a la ciudad que devora a sus hijos. Las urbes hacen eso. Ab urbe condita, Rómulo, Remo y Loba con el troyano Eneas, el tramposo, que cubre con una piel, cortándola en tiritas, media heredad de Dido y se la queda. Latin lover y luego si te he visto no me acuerdo. Trazar el perímetro sacro es lo primero que hacían los fundadores de ciudades. A ello y al Grial, que es Longino, un romano, el que alancea a Cristo, alude la película, el GRA, la carretera de circunvalación por la que el tráfico sale pero sobre todo se derrama en Roma como un flujo vital que atasca sus arterias, no haber cogido el coche. En el GRA viven también personas: los dos travestis arrumbados al margen de todo lo que pasa y, en el margen, el pescador de río; la pareja de aristócratas: lo que un tiempo fue una villa señorial extramuros; el erudito anciano y la sacerdotisa adolescente, vestal de la informática; el ATS, fatigador del GRA a lomos de ambulancia por las noches y, como los demás, habitante del margen por el día. Giraldillo de Plata a la mejor película, debe de ser por eso, porque gira, vuelve sobre sí misma y no nos lleva a nada. Otra cosa es «La grande bellezza», premio a la Mejor Coproducción Europea y al Mejor Actor. Si el romano está loco, no es por esto. Una hermosa película, elegante, entrañable (Urdangarín, Cristina, Hohenlohe, Ana Obregón, ¿esto son las élites romanas?) que irrita a los adoradores de Fellini, una cruz, la de «La Grande Bellezza», igual que la de Cristo, voluntaria. Que lo decía Bush: «si naciste para clavo, del cielo te caen martillos».
«La gande belleza» nbsp;
El Festival se acaba. En flor.
“In Bloom”
En flor y Los Hijos de Puta, de Claire Dennis.
“Les salauds”
«In Bloom» y «Les salauds», que no obtuvieron nada, Películas magníficas que esperamos ver pronto en las salas.
Veremos, en el «Matadero» de Madrid, «El rayo».
“El Rayo”
Veremos, por fin, tras veintinueve años de censura, que los que mandan son siempre los que mandan y otra cosa es que el director del documental original, Fernando Ruiz Vergara, tomase una decisión tal vez equivocada, “Rocío” en «El caso Rocío», de José Luis Tirado.
“El caso Rocío”
Veremos «Costa da Morte».
“Costa da Morte”
Y no veremos, o sí, “Vi är bäst”, “The Selfish Giant”, “El gran cuaderno”, «La jungla interior«, «La mujer del policía«…
Las decisiones de los distribuidores y de los exhibidores son inescrutables. Y el público, que va a donde se le manda.
«Al servicio de Su Majestad»
En el tren, de regreso a Madrid, «Ásterix y Obelix al servicio de Su Majestad». ¡El Señor nos asista! Al cine y a las historias de Uderzo y de Goscinni, esto es lo que a la democracia fue, en su tiempo (efemérides), la Democracia Orgánica.