Tanto los políticos en sus constantes declaraciones como en los medios de comunicación, nos quieren dar a entender que vamos a entrar para siempre en una nueva normalidad, como si entráramos en un túnel y al salir del mismo nos encontráramos con una nueva forma de vida, con un bienestar en las sociedades digno, sin pobreza, sin contaminación en nuestras ciudades, con el respeto a nuestros ecosistemas planetarios que dan la vida a la Tierra, con el respeto necesario a la vida y la integración del hombre a la naturaleza. Pero no es así. La nueva normalidad que nos venden es la de quitarnos el rostro, el andar por las calles como autómatas evitando los unos de los otros, el imperio del miedo que de forma continuada nos bombardean desde los informativos y en la casi totalidad de los programas de televisión, el no abrazarnos o besarnos, el mantener la distancia entre nosotros como si fuéramos bombas andantes, chocar nuestros codos como único signo de amistad, en definitiva, ser autómatas en la nueva normalidad, robots que con miedo nos cruzamos en las aceras de nuestras urbes anulando por completo la humanidad.
Esta es la nueva normalidad que nuestros políticos quieren implantar en la sociedad. Pero se equivocan, esto no puede ser normal, porque los humanos somos sociales y nuestras relaciones como personas van más allá de un simple toque de codos. Puedes llamarlo prevención ante un virus que ha saltado a los humanos por nuestra culpa y dar la espalda a la naturaleza. Pero nunca lo tenemos que llamar nueva normalidad.
Nadie habla de los asesinatos a líderes indígenas que se están produciendo en estos meses detrás de las informaciones de la pandemia que acaparan todas las noticias. Ya son centenares de sus líderes los que han sido asesinados en silencio en estos años. Tampoco se habla de que a causa del cierre de las escuelas, la muerte de padres y madres dejan a millones de niños en el mundo expuestos a la explotación, la trata de personas y el trabajo forzado. ¿Es esto la nueva normalidad o tal vez sea la gran inmoralidad? Son noticias de la ONU, pero parece que estas nuevas realidades no se quieren publicitar en los medios de comunicación. Podían herir la sensibilidad de la nueva normalidad.
Pero aún hay más. El impacto económico sin precedentes pone el riesgo los avances tímidos del desarrollo sostenible. El cambio climático va a quedar apartado. La crisis climática es una amenaza existencial al igual que la pandemia. Como el virus que es invisible, los gases de efectos invernadero y de la destrucción de los ecosistemas no se ven sus efectos inmediatos, pero con una gran diferencia, no existe una vacuna y a pasos agigantados seguimos caminando hacia el propio abismo de nuestra especie. ¿Es esta la nueva normalidad o más bien una inmoralidad? El mundo ha racionado rápidamente con el virus porque infecta y mata velozmente. Pero el cambio climático avanza más lentamente pero sin duda será mortal para nosotros mismos.
El Banco Mundial advierte que esta pandemia disminuirá el ingreso per cápita en todas las regiones del mundo, algo que no sucedía desde 1870. Mientras los líderes indígenas de Costa Rica sufren ataques que quedan impunes y no se investiga adecuadamente la violencia contra los defensores de los indígenas costarriquenses. Los yanomamis en Brasil piden que 20.000 buscadores de oro salgan de sus tierras ya que han contagiado de covid-19 a grupos de yanomamis que han muerto. La economía en nuestro país y en Europa se ha hundido en muchos sectores. El paro ha aumentado y por consiguiente la pobreza también. ¿Es esta la nueva normalidad? O más bien es la nueva inmoralidad o inhumanidad.
La advertencia de Naciones Unidas en sus notas de prensa son muchas veces olvidadas por intereses políticos o mediáticos. Nos han hecho una advertencia clara. O se toman medidas urgentes de emergencia alimentaria mundial o cientos de millones de personas van a ser víctimas durante largo tiempo. La crisis del covid-19 aumentará rápidamente la cantidad de personas que sufren hambre y desnutrición. ¿No es esto acaso un zancada a la normalidad en lugar de una nueva sociedad?
Por todo lo expuesto y mucho más que se queda en el tintero, me indigna cuando tanto los políticos como muchos periodistas o comentaristas de plató, hablan de la nueva normalidad como si fuera algo bueno que nos ha llegado desde el cielo y que tenemos que adaptarnos. Como hemos visto esto no es normal. No es normal quitarnos el rostro, no es una normalidad nueva el que tengamos que distanciarnos, no es normal la crisis económica que se nos viene encima, ni la pobreza, ni el hambre. No es normal que nos quieran lavar el cerebro de que tengamos que huir los unos de los otros. No es normal que nuestros jóvenes y niños vayan a la escuela con medidas extraordinarias de seguridad y de distanciamiento. No digo que no se tenga que hacer mientras dure la emergencia sanitaria por precaución, pero que nos engañen diciendo que entramos en una nueva normalidad de autómatas y de deshumanización de la sociedad, es una estrategia dialéctica de engaño y de conformismo. Llámalo prevención. Lo acepto. Pero que no digan que es normal, cuando como hemos visto y dicho además por organismos oficiales de la ONU, el virus no solo ha causado muerte y dolor de miles de personas, sino también un futuro destrozado para millones de humanos y el avance más rápido hacia la destrucción de nuestra propia especie. ¿Es así como pintamos nuestro futuro en la nueva normalidad o tal vez es una inmoralidad lo que nos espera en los próximos meses?
¿Es acaso una nueva normalidad la existencia de un aluvión de miles de denuncias en los juzgados por la muertes de familiares, por la falta de previsión del gobierno, por la falta de recursos sanitarios en los hospitales públicos? Estamos asistiendo sin duda a una guerra de palabras que nos quieren imponer como si no hubiera pasado nada. Y muy lejos de la realidad. El ciudadano no denuncia por denunciar. Y si hay miles de denuncias que colapsan los tribunales, será porque nada de esto es normal.
Lo que está pasando en el mundo a costa del covid-19 y muchas veces como escudo del virus, es una verdadera inmoralidad y un aviso a navegantes. No hemos cambiado nada. Tenía esperanza que tras el confinamiento, la sociedad plantara cara a los políticos y al igual que de forma rápida decretaron el Estado de Alarma y numerosos Decretos que nos hicieron encerrarnos en nuestras casas, decretaran leyes urgentes para la conservación de nuestros ecosistemas, para el transporte gratuito en nuestras ciudades, para la transformación de las urbes en verdaderos vergeles verdes, para incentivar los vehículos solares o con energía libre en lugar de los eléctricos que con sus grandes baterías seguirán destrozando los recursos naturales. Pera mi eso si sería una nueva normalidad.
Lo que nos llega no cabe duda es una nueva inmoralidad.