Siempre ha existido. Es natural. El sexo no es nada malo. Hay mujeres que se ganan la vida con ello. Es mejor protegerlas, asegurarlas, que pasen revisiones médicas. Mira en Amsterdam están en sus jaulas, digo, en sus escaparates, tan ricamente. Muchas de ellas quieren. Algunas hasta se enamoran de sus clientes.
Y un bálsamo de agua bendita pasa sobre las conciencias de quienes toleran, niegan o usan este servicio. El ser humano tiende a la abstracción cuando no quiere sentir el peso de la culpa de nombres y apellidos.
Ley de la oferta y la demanda. Ellas deciden lo que hacen con su cuerpo, que son mayorcitas. Mientras no haya violencia.
Miro en las cunetas de los cruces a casi adolescentes, casi desnudas, casi drogadas, casi como tú y como yo. Las imagino enseñando su carnet del sindicato de empleadas del sexo (de los hombres). Ellas deciden. Y pienso en lo bien que viene la libertad cuando nos interesa no sentirnos responsables. Las mujeres prostitutas son otras. No son madres, ni hermanas, ni hijas. Rara vez amigas. También los anuncios son para otros. Por eso hay tantos y es tan difícil suprimirlos.
Mamá ¿Qué puedo ser de mayor?
Lo que quieras hija mía. ¿Y prostituta? Me ha explicado la profe en el cole que tienes todos los derechos. Es legal. ¿Hay algún Ciclo de Formación Profesional?
Uno bastante feminizado. Supongo.