La misma canción otra vez, un quedarse muy quieta para sentir el sol en la cara, y una risa distraída. Miles de planes. El verano es no discutir, pero también discusiones eternas intentando arreglar el mundo en comidas que se alargan hasta lo indecible entre cervezas y algún vermú. Familia, amigos, un desentenderse de las obligaciones diarias, sustituir unos afectos por otros, convertir en tuyas noches que se vislumbran de ensueño. Gatos cabrones que se cuelan por la ventana, amores urgentes que llegan pero que también se van con la misma prisa con la que llegaron. Lecturas desordenadas, vestidos vaporosos que lucir con descuido. Un olvidarte del teléfono, un acordarte de quien no está; planificar con un mojito tu futuro mientras piensas que tu presente no puede ser tan malo, si lo puedes tocar con una mano como tocas el cielo cuando cierras los ojos.
El verano es una canción de Nina Zilli pero también películas de sobremesa en las que los amores eternos duran noventa minutos, siestas sin fin, picaduras de mosquitos, un camarero empeñado en descifrar el color de tus ojos, selfies tontos, un socorrista solitario. Una caminata sin rumbo, unas palabras que suenan bien en mi libreta pero que no tienen sentido cuando vuelves a leerlas dos horas más tarde; un esperar tranquila que algo pase, darte cuenta mientras miras al mar, que es en otro mar donde quisieras estar, que echas de menos esa osteria pequeñita de Roma junto al Campo dei Fiori, la que descubrimos juntos, si esa; que es un negroni lo que quisieras tomar ahora, justo ahora que el bar del pueblo ha echado el cierre, y te sientes una tonta, casi más que de costumbre.
El verano es un caminar descalza por la playa, un tornarse impaciente sin razón, un descubrir una sonrisa nueva, un brillo distinto en sus ojos, un querer irte a vivir a un poema de Luis Alberto de Cuenca donde todo es maravilloso y los desayunos saben mejor que en tu casa. Tatarear una canción, imaginarte Kathleen Turner mientras el fuego quema tu cuerpo como en esa película que has visto mil veces. El verano es un paseo en auto, un picnic con Cary Grant, improvisar un o sole mio mientras el aire te despeina, equivocarte doscientas veces, mil veces si hiciera falta en cosas sin importancia. El verano es un libro de Stephen King y un gol de Ronaldo en un torneo veraniego, una tormenta y una puesta de sol. Vacaciones del gimnasio y de internet, un polvo salvaje y una columna de Gistau. El verano es todo esto y más, el verano no es más que verano y por eso me encanta.
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Imagen: Fotograma de la película «Atrapa a un ladrón» (Alfred Hitchcock, 1955)