El que esto escribe está reñido con el futbol idiotizante, este hecho de que puede estar cayendo el diluvio más atroz, pero la ciudadanía sólo está a lo que dicta la FIFA y los corruptos que la representan. Entonces, durante estos mundiales, en los que apenas verá un tercio de los partidos, se pondrá a reflexionar. Y que conste, inmediatamente, el poder visualizador del futbol. Es decir, si no fuera por este deporte, millones de personas que no estudiarán Geografía jamás sabrían que en el mundo hay negros. Sí, gente tan lista y esforzada como Samuel Etoo, Rivaldo, Ronaldinho Djalminha y Drogba, y que los demás se añadan. Y ya se sabe, nadie ama lo que no conoce.
Mientras rueda el balón en los inacabados estadios de Brasil, se nos ocurre mirar la lista de los jugadores de golf del mismo país, y vimos, háganlo, que entre ellos apenas había negros. Y como entendimos que era una mera casualidad, miramos las gradas de los partidos en los que jugaba Brasil y nos dimos cuenta de que apenas se ven negros en las mismas. O están, pero la escasa luz de los focos no logra mostrarlos. Pero creímos que era casualidad, coño tienen que estar ahí. ¿Pero y si no estuvieran? Pues estarían en los barrios marginados, corriendo delante de la policía o asomándose a los bares para ver un muslo negro persiguiendo el balón, entre esnifado y esnifado de pegamento para alcanzar la gloria. Porque, ¿no es casualidad que la búsqueda de futbolistas de Brasil dé más resultados negros que la de forofos que jalean los goles de estos negros?
Esto está pasando, y hagan sus análisis y búsquedas personales, y nos enteramos de que Mariano Rajoy se va a Guinea a la cumbre de la Unión Africana. ¿pero a qué si la última vez que tuvo la oportunidad de cenar tranquilo con Obiang se conformó con un bocadillo que compró en el primer bar español que había en Bruselas y se fue al hotel? En serio, ¿a qué a va Guinea si todo está dicho? Pues dicen sus voceros que va porque le ha invitado Su Excelencia el General Mohamed Uld Abdelaziz, quien es el que manda en Mauritania, y ejerce de presidente de turno de la vacía Unión Africana. ¿Y por qué se celebra en Guinea? Porque desde que Obiang controla los miles de millones del petróleo del golfo de Biafra, se ha puesto tonto y quiere gastar este dinero antes de que se muera y quede algo para las futuras generaciones. Entonces lo primero que hizo fue mandar construir un complejo de lujo, con playas artificiales incluidas, y luego se dedicó a acoger todos los eventos que están a su alcance. Por, sólo un ejemplo, acogió la organización del Miss Turismo, siendo su país el menos visitado de toda África, y precisamente porque no quiere visitas.
¿De qué va a hablar Obiang con Rajoy en Sipopo, el emplazamiento de lujo que construyó para espantar el fantasma de pobreza que le seguía durante años? De tonterías. Aparentemente se cree que cuando algunos europeos siguen a los dictadores africanos es por la posibilidad de engañarlos en los negocios. Por ejemplo, Obiang se ha adueñado del petróleo guineano y puede hacer que alguna empresa española tenga su propio pozo y a esto va Rajoy, o ha estado yendo José Bono y Moratinos. Pero las razones de este seguidismo son otras, y ya evidentes. Porque de lo que debería hablar Rajoy en la cumbre africana es el asunto de las concertinas: sería la ocasión propicia para que, con los focos del petróleo guineano, y nigeriano, saotomé, y gabonés, se hablara de los metros de profundidad de las heridas de los negros que se producen en las vallas de Melilla. Sí, de la piel para adentro, medir la profundidad y expresarla en metros. Si a estos se suman los metros cavados para enterrar a los que se mueren por las heridas y por los golpes de la policía de Marruecos, entonces se tendría muchísimos metros de maldad y sufrimiento en el cuerpo de vidas de africanos de varios países. Mientras tanto, Obiang está inundando su país de armas, expulsando de los centros de enseñanza media a los chicos para que se unan a su ejército de malvados. Quiere dejar el país en caos antes de que se muera y sea enterrado en su basílica, construido en su provincia. Pues bien, todo lo que hemos contado es lo que se conoce como la maldición de Cam, aunque ya vemos quiénes están detrás de todo, con nombres y apellidos, a veces ilustres.
Barcelona, 18 de junio de 2014