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Mientras tantoObservatorio de Justicia y Género de República Dominicana.

Observatorio de Justicia y Género de República Dominicana.


En el nuevo mundo todo es más intenso, más cegador a los ojos y a la conciencia, al menos en esta isla en la mitad de las mitades, que a su vez se divide en dos: Haití y República Dominicana.

 

En San Francisco de Macorís, ciudad dominicana donde me alojo, no hay Todo Incluido ni lunas de miel plastificadas. Aquí la población camina, trabaja y goza lejos de la contaminación turística que atrae tanto paraiso natural.

 

Los dominacanos y dominicanas de San Francisco de Macoris, cantan, festejan cumpleaños, aplauden la victoria de los Gigantes, su equipo de béisbol local y tratan  de todas las formas posibles que el  visitante se sienta resguardado física y emocionalmente. Si duermes en casa de una dominicana su familia es tu familia, sus amigos son tus amigos, pero también los amigos de sus amigos y la familia de su familia. Y no es una frase hecha. Es de verdad. Puedes dormir, comer, reir y llorar como si siempre hubieran formado parte de tu vida. La intimidad es un concepto positivo, un compartir, que dicen ellos, nada que ver con puertas reservadas y accesos restringidos. Nos sumergimos en lo que mi buena amiga Martha llama «la sociedad relacional». La cercanía norteamericana contagia por fuera pero no por dentro a la sociedad caribeña. Hablan con los ojos, te miran desde el corazón y viven respirando presente.

 

Aquí, a este lugar de caótico tránsito, cantos de  gallos matutinos y jugos de chinolas, siento que he  regresado  aunque sea la primera vez que piso tierra dominicana. Empecé hace dos años a saber de ella a través de la generosidad de Martha y en este diciembre insólitamente cálido para mis sentidos, el paso del conocimiento al afecto ha sido natural,  inevitable.

 

El mundo es igual en todas partes, me repetía mi amiga en España, pero uno no se siente igual en todas partes, y aquí te sientes bien.

 

Además, mientras disfruto de esta adopción colectiva, me entero que el Poder Judicial Dominicano del que forma parte como Magistrada mi amiga Martha, está empeñado,  con la Magistrada de la Suprema Corte Eglys Margarita Esmurdoc a la cabeza, en sacar adelante políticas de igualdad de género como parte de su progreso social.

 

En un país con necesidades urgentes de desarrollo económico  es impresionante comprobar el convencimiento firme y decidido de algunas personas, de que este desarrollo debe hacerse contando con toda la población, fomentando la igualdad y proscribiendo la violencia, la común y la intrafamiliar.

 

En este empeño están, y yo, por una feliz coincidencia, he tenido la oportunidad de asistir a estos debates, a estos encuentros, a estos nuevos impulsos para lograr una sociedad mejor y aportar mi pequeño grano de arena, que como vengo contando, tanto te agradecen acá.
 
Dos han sido los pasos importantes del largo camino a recorrer y de los cuales he sido testiga directa: la aprobación del Reglamento para la aplicación de la Igualdad de Género en el Poder Judicial dominicano, en el que pude trabajar directamente, y la inaguración del Observatorio de Justicia y Género, proyecto pionero en América Latina, en el que ha colaborado España a través de la AECID  y  que desde el 30 de noviembre de 2010 cuenta con su propio espacio en la red: http://www.observatoriojusticiaygenero.gob.do/.

 

Enhorabuena a todos y todas los que creyeron de corazón en esta causa, enhorabuena a todos los dominicanos y dominicanas.

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