Un querido lector atento a mis textos me escribió el otro día, 31 de enero, apuntó que en la mayoría de las publicaciones de los últimos meses aparece fuertemente el cielo.
Miré las fotografías.
Cielos repletos, y gaviotas.
Al final de su mensaje me preguntaba si había olvidado a las palomas, antes tan queridas y observadas.
Debía reconocer, le contesté, que las gaviotas, ahora que las conocía de cerca, me parecían más interesantes que las otras.
A continuación pensé en todo aquello que abandoné y cambié por algo que consideraba mejor, más interesante, conmovedor, emocionante.
Al final de mi correo de vuelta le pregunté si ocurría algo similar con sus intereses.
Tristemente, volvió a apuntar, yo solía seguir tus publicaciones por el aire de paloma de buche y tierrecilla que tenían.
Ahora, seguía apuntando, lamentablemente, tus textos (siempre con foto o fotos) soplan a aire y humo marino de gaviota y cielo tapado.
Después, al salir de nuevo a la calle para comprar miel de bosque, busqué palomas.
Y me acordé de todo
Volví.
Y son ellos,
plural inmenso, como el mar,
bandada innúmera, oleaje de alas.
Si allí estaban, ahora aquí.
P. Salinas