Teatro Strehler, Milán. Dario Fo demuestra, con su oración fúnebre en honor de su mujer Franca Rame, que hay alternativas al tétrico ritual funerario de la tradición judeocristiana. Todos los que se suben a un escenario saben que, más tarde o más temprano, tendrán que bajar de él. Si el talento y la suerte les son propicios, podrán hacerlo con el eco de los aplausos resonando aún en el teatro.