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Otra España, S. A.

 

Querido Luis Miguel:

 

Llevan ya cinco años los ánimos de los españoles expuestos al batir incesante de datos turbadores. Como la arena blanca a las olas –una tras otra– de viscoso chapapote. ¿Has podido leer cómo María Fernanda Ampuero –«¿que no ves que estamos en crisis?»– describe de párrafo en párrafo ese goteo continuo de realidades inquietantes que esconden las cifras? Quizá no hay ya un único número que nos inquiete. Aunque, eso sí, todos pasen –origen y solución– por la de ese cuarto de ciudadanos sin empleo. ¿Cuándo empezará a crear puestos de trabajo esta España?, me preguntas. Diez años tarda el mar en sacudirse una marea negra.

 

Aquí se dijo en un principio que la economía necesita crecer a un ritmo de cerca del 2% para generar empleo neto. Ahora, y aunque el consenso es que el Producto Interior Bruto (PIB) se seguirá contrayendo este año y en 2014 repuntará tímidamente, se dice que la tasa de paro podría empezar a reducirse a finales de este mismo ejercicio y principios del siguiente. ¿Hasta qué nivel? España no se puede permitir un nivel de desempleo del 25% de la población activa, pero tampoco debería soportar una tasa de paro estructural por encima del 10%, como estiman algunos que quedará tras la crisis.

 

Este país siempre ha tenido un desempleo elevado, tanto en épocas de bonanza como en los de vacas flacas. Cuando estaba por debajo del 8%, en 2007, la del resto de Europa era más o menos la mitad. Prueba de la incapacidad de la economía española de absorber gran parte de la oferta de empleo. Y eso que durante los años del supuesto milagro español había un sector –el inmobiliario– que permitía sacar de la lista negra –y de las aulas, claro– a miles de jóvenes. Nada más estallar la burbuja del ladrillo –llegó a suponer el 11,7% del PIB y a ocupar al 13,8% de los trabajadores– los vomitó fuera del mercado laboral. Y con una preparación limitada.

 

¿Cómo podemos reciclar ahora a esos jóvenes? ¿Dónde recolocarlos? Posiblemente los sectores tradicionalmente fuertes de la economía española, entre ellos la construcción, serán los primeros en repuntar y emplear a los ahora desempleados. Pero quizá no con la misma capacidad, pues el inmobiliario no podrá tener el mismo peso que antaño. España necesita un nuevo motor económico. ¿Y qué puede vender este país? Pongamos, en todo caso, que este llega a darse. ¿Qué posibilidades tienen esos trabajadores de actualizar su formación para reincorporarse al mercado laboral a través de los nuevos sectores?

 

Coincido por lo tanto contigo en que el crecimiento del PIB no basta. No al menos en el caso de una economía envejecida y con tantos problemas estructurales como la española. Para muchos ese dasosiego puede no terminar aun cuando los números rojos tornen en verde. Para ellos es necesaria otra España, S. A.

 

M. V.

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